Aterrizaje forzoso en el gulag
Stalin confinó en campos de trabajo a los pilotos republicanos que se instruían en la URSS y que reclamaron su repatriación al final de la Guerra Civil
"Yo, Hermógenes Rodríguez, me dirijo a usted respecto al siguiente asunto: fui enviado por el Gobierno de la República Española a la Unión Soviética para participar en 1938 en un curso de pilotaje, que no pude terminar. Pedí inmediatamente mi repatriación, que hasta hoy me han negado. Desde 1941 me encuentro en un campo de concentración solo por ser español".
Hermógenes Rodríguez era uno de los 180 aviadores republicanos en fase de formación a quienes el final de la Guerra Civil sorprendió en la URSS. "Usted" era G. M. Malenkov, sucesor de Stalin en la presidencia del Gobierno de la URSS. El texto pertenece a una carta de mayo de 1953, dos meses después de la muerte de Stalin, que se reproduce en el libro Los últimos aviadores de la República, escrito por Carmen Calvo Jung y editado por el Ministerio de Defensa y la Fundación Aena.
"Los niños tienen que defender de sus padres su alimento", escribió un aviador
Carmen Calvo es la hija de uno de esos aviadores -José Calvo- que salió de España con el objetivo de retornar pronto para ir a la guerra y que, acabada ésta en 1939, tardó 15 años en volver a su tierra. En ese tiempo le zarandearon por diferentes cárceles y campos de trabajo forzoso. Fue una víctima más del Archipiélago Gulag, la maraña de campos de castigo soviéticos donde cualquiera podía acabar por cualquier cosa. Allí fueron encerrados los españoles de la División Azul que habían ido a pelear contra el Ejército Rojo. Su confinamiento encaja dentro de la lógica de la guerra, que divide el mundo entre amigos y enemigos. Pero, ¿qué hacían allí los aviadores de la República?
Carmen Calvo congeló temporalmente su trabajo en Berlín -como arquitecta se dedica a la restauración y conservación de patrimonio- para responder a una cuestión que su padre había eludido en vida. Ni en los documentos que recibió tras su muerte ni en libros de historia se aclaraba la incógnita. Así que Calvo ha dedicado 10 años a rastrear en 24 archivos e instituciones de España, Suiza, Francia, Alemania, Holanda y Rusia la pista de aquellos pilotos atrapados en la URSS que deseaban volver a España o exiliarse en otro país.
Su vinculación familiar, además, le abrió las puertas de los archivos personales de los protagonistas. Casi nadie quería hablar, pero casi todos ordenaron sus recuerdos por escrito. Como José Romero Carreira, que describió la crudeza en el campo de Kok-Usek -la mortalidad superaba el 60%- en unas memorias inéditas: "La mínima ración que se suministraba de alimentos nos había postrado a todos en un estado de inanición. (...) Todo barniz social había desaparecido. Los títulos, los espíritus refinados, los aristócratas habían descendido al rango de hombre primitivo. Los espíritus más refinados de Viena convivían con los analfabetos y rudos carreteros y pastores de Rumania. Los niños tenían que defender sus alimentos contra la expoliación de sus padres. Situación trágica en la que puede caer el hombre cuando las circunstancias desatan las fuerzas de su subconsciente".
De los 25 pilotos internados hasta 1948, Romero fue de los pocos juzgado y condenado. La razón: sumarse a la huelga de hambre de los presos de la División Azul para exigir una mejora en las condiciones del campo en 1952. El segundo delito que cometió fue montar una escuela para enseñar a leer a los divisionarios. "Los republicanos siempre tuvieron la cabeza alta. Su gran lección fue la de que cada persona tiene que cuidar de los demás", destaca Carmen Calvo, que da vueltas a la realización de un documental sobre los hijos de aquellos pilotos secuestrados por el régimen de Stalin. ¿Por qué? "Porque no querían que el mundo supiese que había republicanos incómodos en el paraíso".
Presos rojos en el 'paraíso' rojo
- Desde enero de 1937, las autoridades republicanas enviaron a unos 800 alumnos en cuatro expediciones para instruirse como pilotos en Kirovabad (Azerbaiyán) y Járkov (Ucrania).
- El Kremlin, apoyado por dirigentes comunistas españoles exiliados en la URSS, presionó a los 180 aviadores españoles que seguían en el país al final de la Guerra Civil para que se nacionalizasen y permaneciesen allí.
- En junio de 1941, tras algunas deportaciones ejemplarizantes, solo 25 seguían reclamando su salida de la URSS. Otro medio centenar acabaría pilotando para el Ejército Rojo.
- Tras el ataque alemán a la URSS el 22 de junio de 1941, los 25 pilotos fueron enviados a campos de trabajo forzado en Siberia, donde estuvieron internados hasta 1948.
- El Gobierno soviético orquestó en 1948 una falsa operación de repatriación desde Odessa tras una campaña internacional de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos, pero siguió presionando a los españoles para que renunciasen a salir y aceptasen la nacionalidad. Doce se resistieron.
- Estos 12 regresaron a España en el buque Semíramis, que atracó en Barcelona en abril de 1954, rodeado de una triunfal bienvenida dirigida a los 246 prisioneros de guerra de la División Azul que viajaban en el barco.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.