_
_
_
_
_

Gonzalo Suárez vuelve a la literatura con los relatos de 'El asesino triste'

"Lo subversivo es la mirada", asegura el escritor y cineasta

Guillermo Altares

Gonzalo Suárez ha vuelto a ser un asesino triste. Es decir, ha escrito un nuevo libro de relatos, El asesino triste (Alfaguara). Como toda la obra de este escritor y cineasta, cuya última película, El detective y la muerte, se estrenará en septiembre, es un intento de atrapar la vida con la creación para que ni las palabras mueran al ser escritas ni las imágenes al ser filmadas.

"Cuando te pones a escribir, en general no tienes nada mejor' que hacer. Escribir es matar la vida, salvo que reconviertas en vida el movimiento mental y emocional que presupone concatenar palabras, dejarte llevar por escribo me gusta dejarme llevar para ir buscando, convirtiendo la literatura en instrumento para ver lo que hay al otro lado. En ese aspecto, quiero creer que este libro tiene ese aliento de vida. Mi hastío de la literatura provenía de que veía que un alto porcentaje de los libros se. convertían en cosa muerta", dice Suárez, (Oviedo, 1934).

Ha pasado más de una década desde que Suárez publicó su último libro, Gorila en Hollywood. Abandonó la literatura por el cine quizás por la angustia que le produce sentarse ante una máquina de escribir. Esa traición a la letra impresa ha producido una de las obras más personales e inquietantes del panorama cinematográfico español, con filmes como Epílogo, Remando al viento o Don Juan en los infiernos. Tanto sus imágenes como sus palabras están marcadas por una lucha contra la inocencia de la mirada. "Yo no tengo ninguna voluntad de romper nada. Nunca me he sentado a una mesa para decir voy a romper estructuras, pero creo que lo subversivo es ver lo que tienes delante de otra forma a como está descrito habitualmente. Esto de la realidad viene de la visión unívoca del rey. Viendo las cosas de diferente manera conseguimos cambiarlas. Ese poder de la mirada es algo que me apasiona, porque es una apuesta, quizás la última. que nos queda, para tener esperanza de que no somos sólo sujetos pasivos."

La exclusiva del diablo

Los relatos de El asesino triste están cargados de ironía, de sentencias, de juegos, de sorpresas, de personajes que se pierden y demonios que se aparecen a periodistas para conceder entrevistas. Es una lucha contra la mirada unívoca. No en vano, el creador de Ditirambo y Rocabruno se lamentó de que "todos los ejemplares del libro se pareciesen". Entre sus relatos hay algunos escritos hace años (como el que da título al libro). Otros, como La verdadera historia de H. y J. (o tras la trama de un tapiz), son una reiprentación personal del mito literario del Doctor Jekyll y Míster Hyde, algo que también hizo en Remando al viento con Byron y Mary Shelley o en Don Juan en los infiernos. "Inevitablemente estoy abocado a buscar un material de trabajo que utilizo como punto de partida. Me sirve para plasmar un sentimiento que vivo como una expresión del mundo actual. El tema de Jekyll y Hyde me perseguía, no es algo que surge espontáneamente en el libro, me interesaba mucho. El mal y el bien son como accidentes y uno está en condiciones de tomar partido, pero no más. Tengo más bien la impresión de que se ha desencadenado todo y que nosotros estamos ahí como piezas muy secundarias de una gran partida, que no se quien juega". "Los actos del ser humano han dejado de tener importancia. ¡Y yo me aburro", dice el diablo en uno de los relatos, que en manos de Suárez, se ha convertido en un tipo inocente, casi patético. "Las figuras del diablo y Hyde quedan irrisorias, han quedado desfasados. El mal del que habla Stevenson es una fabulación, pero hoy ha sido tan superado, hay tantos ejemplos de maldad mucho más perversa..."

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_