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siria

Francotiradores en la vieja Alepo

Varios de los seis sitios de Siria declarados patrimonio de la humanidad presentan daños irreversibles por culpa de la guerra

Natalia Sancha
Militares del rebelde Ejército Libre Sirio, ante La Gran Mezquita Omeya en Alepo.
Militares del rebelde Ejército Libre Sirio, ante La Gran Mezquita Omeya en Alepo. molhem barakat (reuters)

Varios de los seis sitios de Siria declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco presentan daños irreversibles por culpa de la guerra. Alepo ha sido el lugar más castigado y Damasco el menos. La capital aún preserva sus sitios históricos casi intactos pero se teme por su futuro y por el de las insustituibles colecciones del museo nacional.

En el camino de Hama a Alepo uno se cruza con las ruinas saqueadas durante la guerra de las denominadas “ciudades muertas”, 40 poblados de la antigüedad tardía agrupados en ocho grandes parques arqueológicos y que incluyen la iglesia de San Simeón el Estilita, el famoso anacoreta. Por las calles de la ciudad vieja de Alepo, durante siglos recorridas sucesivamente por hititas, asirios, árabes, mongoles, mamelucos y otomanos, hoy solo transitan, o más bien corren, soldados y rebeldes esquivando las balas de francotiradores. La impresionante ciudadela del siglo XIII solo puede ser avistada a lo lejos entre sacos de arena y soldados. La Gran Mezquita Omeya, datada en el siglo XII, no ha logrado sobrevivir al XXI. “Parte de las paredes están destruidas, el minarete de mil años ha volado por los aires y la fuente interna está medio derruida”, asegura un militar apostado en la zona.

Parte de los 13 kilómetros con los que contaba el zoco medieval de Alepo, considerado el mercado cubierto más extenso del mundo, están hoy calcinados. En sus callejuelas uno apenas podía colarse entre las tiendas y el gentío. Hoy el olor a pólvora reemplaza el de incienso y especias que se mezclaba con el de los famosos jabones de Alepo.

Imágenes recientes muestran varios muros y columnas con impactos de morteros en las ruinas de Palmira (siglo I), que fue uno de los centros culturales más importantes del mundo. Cerca de la frontera con Jordania, se erige el magnífico teatro romano de Bosra, datado del siglo II, y antaño capital de la provincia romana de Arabia. Tampoco ha escapado ileso a los bombardeos ni al fuego con artillería pesada.

En 2010, 8,5 millones de turistas visitaron Siria. Sus ingresos contribuyeron con el 9% del PIB. Ya hace tiempo que se fue el último y hoy apenas se avista un puñado de peregrinos camino a la mezquita de Sayeda Zainab, en Damasco, donde yace la tumba de la nieta del profeta Mahoma.

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