Raúl Briones, actor: “Ser migrante es aceptar que estás flotando en la nada”
El intérprete mexicano protagoniza ‘La cocina’, del director Alonso Ruizpalacios, un tributo tragicómico a la labor de los migrantes que trabajan en un restaurante trampa de turistas en Nueva York
Raúl Briones no es ajeno al fenómeno migratorio. Al crecer durante su niñez en Ixtacamaxtitlán, en Puebla (México) —de donde proviene su familia—, fue testigo de como casi la mitad de esa localidad, sobre todo gente de su generación, tuvo que abandonar ese sitio con destino a las ciudades o a Estados Unidos. “Entiendo lo que implica tener que moverte de tu lugar para poder encontrar mejores oportunidades de trabajo”, afirma el actor de 40 años, originario de Ciudad de México.
Con más de 15 años de experiencia en el teatro, cine y televisión, este egresado del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, con tres premios Ariel en su espalda, el máximo galardón de la Academia de Cine mexicano —por sus trabajos en Asfixia, Una Película de Policías y El Norte sobre el Vacío—, afronta en La cocina, del director Alonso Ruizpalacios, su último desafío.
En La cocina, una adaptación de la obra de teatro de Arnold Wesker del año 1957, interpreta a Pedro, un cocinero de línea en el restaurante The Grill, una trampa para turistas de Nueva York que atiende a miles de clientes cada día. Ha desaparecido dinero de la caja y todos los trabajadores están siendo interrogados. La mayoría de ellos son inmigrantes y luchan por defender su trabajo y su permanencia en el país. Cuando Pedro es acusado de robar el dinero, se precipita hacia un acto que buscará hacer frente y poner un alto a la cadena de producción de ese negocio.
Pregunta. ¿Cómo describiría a Pedro?
Respuesta. Pedro es un personaje muy inquieto. Es explosivo. Es una persona que se siente incómoda en el mundo porque, justamente, se empieza a considerar como igual frente a sus semejantes. Pero el sistema es el que constantemente le está recordando que es una persona de menor categoría porque está en una condición migrante. Es un personaje muy antisistema, provocador. Es un hombre muy violento, pero es directamente proporcional a todas las exigencias que la sociedad y el sistema han puesto sobre él para que cumpla el rol que le fue asignado. Pedro es como si tomaras un laxante para terminar de expulsar dentro de ti lo que queda del sistema.
P. Algunos latinos que han visto la película reconocen a Pedro como un personaje atípico. ¿Cómo pensó su construcción frente al retrato que se da del latino en el cine y la televisión?
R. Viene desde el original. El personaje protagónico era Peter, un ciudadano alemán que venía huyendo del estigma de la Segunda Guerra Mundial y todo el nazismo. Entonces, se va a Londres a buscar oportunidades de trabajo. Obviamente, con el carácter de un alemán que está intentando sacar la cabeza para quitarse ese estigma de migrante. Tiene una energía muy diferente a la de un poblano que se va a trabajar a Nueva York. Creo que el Pedro que construimos agarra un poco de esa energía del alemán. Además, Arnold Wesker inauguró todo un movimiento junto con otros artistas de Inglaterra que se llamó Angry Young Man, que es justamente toda esta generación de jóvenes que ya no quieren ir a las guerras, que son hijos de los obreros, que quieren empezar a ser dueños de los medios de producción, pero también de las expresiones artísticas, culturales, donde nace el punk y un montón de movimientos muy importantes en Europa. Desde ahí viene esa energía, porque efectivamente Pedro es un migrante atípico. A ninguno le dan tres strikes como se lo dan a é. Al primero te corren. No hay ninguna discusión, incluso aunque seas el mejor cocinero.
P. En este proceso de investigación y preparación para el papel, ¿qué fue lo que más le impactó?
R. Alonso nos preparó a través de un proceso de investigación muy robusto. Tuve la oportunidad de ir a Nueva York y atestiguar justo esta experiencia de migrantes. Lo que más me impactó y me ayudó a entender la dimensión de lo que está atravesando Pedro, es que alcance a ver que hay muchos migrantes que empiezan a tener la sensación de que ya llevan mucho tiempo flotando en ese sueño. Y que incluso la posibilidad de volver es una que antes no estaba en el panorama, sobre todo en la situación geopolítica actual por la que atraviesa México. Este 2024 fue el récord en remesas porque justamente hay una confianza de los migrantes a regresar el dinero y a empezar a ver la posibilidad de, aunque ellos ya tengan hijos que nacieron en Estados Unidos, estos siguen siendo considerados migrantes, siguen siendo considerados no dueños de ese país.
P. Para una persona que deja su tierra en busca de mejores oportunidades, ¿cree que el volver es una fantasía?
R. Yo creo que sí. Puedo asegurar que el 90% de los paisanos que tuvieron que ir a Estados Unidos no se fueron porque querían vivir ahí. Fue más por conseguir mejores oportunidades, pero te aseguro que la gran mayoría se fue con la idea de ‘voy, ahorro, me hago de un capital y vuelvo’. Luego en esa idea se quedan flotando años. Creo que el ser migrante es algo que cuesta mucho trabajo aceptar. Ser migrante implica aceptar que justamente estás flotando en esa nada en donde ya no tienes ni un destino y tu origen también se empieza a desdibujar. Porque también su origen les rechaza de alguna forma. La gente que se fue a Estados Unidos y regresa al pueblo es discriminada también por la gente que se quedó, cuando hablan inglés, cuando adoptan otro tipo de dinámicas culturales. Y los gringos no te aceptan todavía como su semejante, entonces es un lugar muy ingrato en donde habitan muchas personas.
P. Mientras Trump y otros líderes intentan reforzar narrativas de exclusión, el sistema continúa mostrando su incapacidad para resolver problemas estructurales. ¿Cómo ve estas dos narrativas en La cocina?
R. El mundo entero se está dando cuenta que ese país, que durante mucho tiempo fue el destino a donde uno iba a buscar la libertad, la democracia, la igualdad, ahora vive una crisis en un montón de aspectos. La cocina, en ese sentido, toca otro punto neural de Estados Unidos. Cuando presentamos la película en el Festival de Chicago, un joven se me acercó y me dijo: ‘Estoy muy conmovido por la película porque siento que así es mi mamá. Tiene 65 años y no quiere dejar de trabajar, porque dice que es lo único que tiene. A mí me da mucha tristeza porque yo la veo cansada y porque yo incluso ya puedo mantenerla y ella no se deja. Creo que porque es muy obediente’. Le dije, claro, es que hay una confusión entre la obediencia y la disciplina. Los good workers confundimos eso muy rápido y creo que ustedes, que son esa generación que es la dueña de este país [hijos de migrantes que nacieron allá], son quienes tienen que plantear un diálogo diferente con sus gobiernos y asumir la responsabilidad de echar a andar ese país desde esa fuerza. Son 50 millones de latinos trabajando en Estados Unidos, pero no solo latinos. Estados Unidos es un país que se construyó con la fuerza de los migrantes.
P. ¿Cree que la hiperproductividad y la desorganización se han vuelto el parámetro de vida en sociedades como las de Estados Unidos?
R. Absolutamente. Creo que está esta escena en donde la fuente de cherry coke está inundando la cocina, tiene mucho que ver con esa idea antigua, en estas viejas migraciones a mediados del siglo pasado, cuando Estados Unidos abrió sus puertas de la Estatua de la Libertad y dejó entrar a migrantes europeos a esta tierra de fantasía donde los ríos eran de leche y donde los árboles entregaban frutos gigantes. Durante mucho tiempo creo que lo fue. Pero ahora, nos están entregando ríos de azúcar hiperprocesada y tiene que ver con esta idea de la hiperproductividad. Pedro también tiene una característica revolucionaria y mesiánica, pero la diferencia de un personaje así fuera del capitalismo tardío, es que esa idea implica que es un individuo que se va a sacrificar para el bienestar del grupo; pero el capitalismo lo que logró hacer fue sacrificar a todo el grupo solo para salvar al individuo. Ahí es donde creo que se torció la cosa. Por eso por mucho que Pedro se sacrifique por esta cocina, no creo que pase nada a nivel profundo. A pesar de que este México no es el mismo del primer mandato de Trump. Eso también ha cambiado muchísimo. Ahora somos la doceava economía mundial.
P. ¿Cuáles cree que son los desafíos de la Administración de Claudia Sheinbaum frente al nuevo Gobierno de Trump?
R. Cualquier intención de reforma o de reestructuración de una sociedad tiene que venir acompañada de cambios estructurales muy profundos, que tienen que ver con la educación, con mejores condiciones en el campo, el deporte, la ciencia, a la par que estás intentando cambiar la superficie. Creo que lo está haciendo muy bien Claudia, que tiene que ver con el tú a tú, con la igualdad. Si te soy honesto, a mí me ayudó mucho toda la pedagogía política, más allá de todo lo que se le pueda criticar o no a la administración de Andrés Manuel López Obrador, logró articular una pedagogía política a través de su movimiento y luego a través de Las Mañaneras, que empoderaron al pueblo y lo hicieron madurar políticamente. Creo que en ese sentido, Claudia Sheinbaum está acompañada de un pueblo maduro políticamente hablando. Sus dichos, su forma de defender nuestra soberanía está acompañada por un respaldo popular.
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