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COLUMNA
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La era Trump: los Village People no eran gais y las empresas no eran verdes

La banda amenaza con demandas a quienes los asocien a la homosexualidad. Las grandes compañías corren a eliminar sus políticas climáticas, de diversidad y de inclusión. El presidente de EE UU no esconde hacia dónde vamos

Trump bailaba detrás de los Village People en el mitin celebrado en la tarde del domingo en Washington. Foto: Brian Snyder (REUTERS)
Ricardo de Querol

Hemos pasado muy rápido del greenwashing, el lavado verde o ecopostureo, al greenhushing, el silencio verde: no hables de la crisis climática que te llamarán woke. Lo mismo ha ocurrido con las políticas de diversidad, sexual o étnica, demolidas de repente. Tras el buenismo, aunque fuera como estrategia de marketing, se impone sin miramientos el malismo. Casi todos los poderosos se recolocan rápidamente ante lo que viene con Donald Trump, aunque sea a costa de que pensemos que sus posiciones anteriores eran una farsa.

Cuando las grandes empresas, bancos y fondos de inversión corren a deshacer sus compromisos con la descarbonización y la sostenibilidad, y también sus políticas de diversidad o de inclusión de minorías, lo que nos están diciendo es que, en contra de lo que defendían anteayer, esos valores les importaban un bledo, que si cambia el viento dejan que se lo lleve todo. JPMorgan, Pimco, BlackRock Inc y State Street han alegado, tras desbaratar la alianza Climate Action 100+, que tenían un riesgo reputacional y regulatorio porque la preocupación por el medio ambiente está ahora muy mal vista por la nueva Casa Blanca. El dinero se alinea con el que manda, siempre ha sido así.

Y ahora resulta que Village People nunca fue un grupo gay, ni hablaba de la vida de los gais, ni fue popular entre los gais. El sexteto intervino en la noche del domingo en el último mitin de Donald Trump antes de tomar posesión, en un pabellón abarrotado de Washington. Trump bailaba detrás de ellos Y.M.C.A., su éxito de música disco de 1978, que habla de una conocida organización cristiana juvenil y masculina: “Ellos tienen de todo para que los hombres disfrutéis”. Esta “gente del Village” que da nombre al grupo se refería a Greenwich Village, el barrio neoyorquino conocido por su vida cultural y nocturna, también de ambiente LGTBIQ. El disco que contiene la canción se llama Cruisin’, como las relaciones apresuradas y anónimas entre hombres. El tema I’m a Cruiser era así de explícito: “Creo que eres sexi y dulce. Una cita caliente sería un placer”. Por no citar Macho Man: “Créeme, es un hombre macho. Con su camisa vaquera y su cuero, siempre parece el puto amo. (...) Todo hombre debe ser un hombre macho. Para vivir una vida de libertad, los machos tienen actitud”.

Lo cierto es que solo dos de los seis miembros originales de la banda eran homosexuales, pero todos interpretaban esos roles o, si acaso, los parodiaban. Es hetero el cantante, letrista y líder Victor Willis, el único que se mantiene desde los años setenta, quien afirma ahora que de ninguna manera Y.M.C.A. era un himno gay: “Saquen sus mentes de la cloaca”, dijo. Willis amenaza incluso con llevar a los tribunales a quien sostenga lo contrario: “Mi esposa comenzará a demandar a cada una de las organizaciones de noticias que se refieran falsamente a Y.M.C.A., ya sea en sus titulares o insinuándose en la historia, como algún tipo de himno gay”. Porque decir eso es, añade, una “difamación” y se refiere a actividades “ilícitas”. Podría demandar ya a David Hodo, el que iba de obrero y está retirado, quien dijo en una entrevista en 2008: “Míranos. Éramos un grupo gay”; que su disco de debut, Village People, era “posiblemente el álbum más gay de todos los tiempos”, y que la canción Y.M.C.A. “celebraba a los hombres gays” de esa asociación juvenil.

No debería ser querellable recordar que el grupo se formó como una colección de homosexuales estereotipados (el policía, el obrero, el militar, el motero, el indio y el vaquero). Los artistas fueron reclutados por el productor Jacques Morali a través de un anuncio que decía: “Se buscan tipos machos y con bigote”. Morali se inspiró en una fiesta de disfraces en el club The Anvil del Village, en cuya puerta había un hombre vestido como un nativo americano en una película de vaqueros. Willis admite hoy, eso sí, que en este 2025 su himno no-gay dejará de sonar en muchos locales sí-gais por su identificación el trumpismo.

Ver a los Vïllage People cerrar el mitin de Trump (que retransmitió íntegro la CNN) y subirse a la ola MAGA, tan hetero y tan testosterónica, es chocante. Pero lo que asustaba era el mitin en sí, aunque no tanto a los que han seguido su campaña electoral, porque este show tiende a repetirse. El nuevo presidente alardeó de que han terminado las políticas de diversidad e inclusión, esa tontería de evitar la discriminación de gais y lesbianas, las y los transexuales (”insanos”, los llamó), minorías étnicas o discapacitados. Una y otra vez insistía Trump en la deshumanización de los inmigrantes, a los que citó como “animales”; repitió el bulo de que vienen de cárceles y psiquiátricos que se han quedado vacíos en sus países de origen, y dijo que a su lado “los criminales de EE UU parecen buena gente”. Puso en las pantallas gigantes imágenes de los peores delincuentes de origen extranjero que encontró para entusiasmo de ese público que ansía millones de deportaciones.

Esta propaganda evoca tiempos muy oscuros. Y no hacía falta: Trump ya había ganado las elecciones, estaba a punto de tomar posesión. Podía haberse contenido un poco, decir que iba a gobernar para todos, cosas así. Pero no. No dulcifica nada el mensaje siniestro y agresivo del nuevo presidente que terminara con Y.M.C.A., ese himno que, afirmo ahora, nunca fue de los gais, señora Willis.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).
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