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Columna
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Mocejón: el primer caso conspiranóico de la España del siglo XXI

Ya hay una versión paralela del suceso en la que el asesino es un inmigrante y el gobierno socialista ha pedido que otro cargue con el mochuelo

Funeral del niño de 11 años que fue asesinado a puñaladas por un joven enmascarado en Mocejón, el pasado miércoles.
Funeral del niño de 11 años que fue asesinado a puñaladas por un joven enmascarado en Mocejón, el pasado miércoles.JUAN BARBOSA
Jimina Sabadú

El pasado domingo la conversación en medios, casas y piscinas versaba sobre el asesinato de un niño en un pueblo de Toledo. Mateo, 11 años, Mocejón. Mateo jugaba al fútbol con sus amigos cuando un embozado con un cuchillo apuñaló al chico hasta matarle. Los demás niños corrieron a pedir auxilio. De ahí en adelante se bifurcaron hechos y leyenda. Pocas voces se oyeron —fuera del pueblo— lamentando la muerte de Mateo. Era materia de especulación. El dato más deseado era el de la nacionalidad (y sobre todo raza) del agresor. La motivación tampoco parecía importar, y mucho menos el dolor de familia y amigos. En algún rincón estará el chico que gritó “Han matado a mi mejor amigo”, tratando de colocar esas imágenes de su cabeza en algún cajón que pueda cerrar. Por ahí andarán los familiares, viendo qué hacen con la cama en la que Mateo ya nunca dormirá. El pensamiento de “hace una semana estaba vivo”. Luego serán dos, luego un mes, luego años… y en algún momento ese niño estará tan lejos del presente que será difícil evocarle. Para la muerte, cuando no es natural, no hay consuelo que valga.

El asesino resultó ser español, joven, y ni siquiera parcialmente consciente de sus actos. Sospecho que hay una intrahistoria que no conoceremos nunca. Rumores del pueblo que quedan para ellos. Para nosotros, los que no tenemos nada que ver, queda esta leyenda que ya crece en el boca a boca y en los mentideros del misterio: que si no se halló la camiseta, que si nadie vio salir al asesino, que si no estaba en sus trece, que si al principio era rubio y luego ya no… cabos sueltos que, a poco que se lean dos noticias, se atan. Crimen yihadista, rito iniciático de bandas latinas, juego de rol. Lo que sea menos la explicación llana y directa: la mala suerte (de Mateo) y el abandono social a los enfermos mentales. De hecho, en cuanto escuché en televisión lo del juego de rol supe que entrábamos en barrena a otro vergonzoso momento desinformativo.

Por si no están entendiéndome bien: ya hay una versión paralela (construida por la extrema derecha e inconscientemente alimentada por los tertulianos) en la que el asesino es un inmigrante, y donde el gobierno socialista ha pedido que otro cargue con el mochuelo. ¿No es un caso lo bastante trágico como para que ahora, además, haya que añadirle el ridículo conspiranóico?

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Sobre la firma

Jimina Sabadú
Columnista en la sección de Televisión. Ha colaborado en 'El Mundo', 'Letras Libres', 'El Confidencial', en programas radiofónicos y ha sido guionista de ficción y entretenimiento. Licenciada en Comunicación Audiovisual, ha ganado los premios Lengua de Trapo y Ateneo de Novela Joven de Sevilla. Su último libro es 'La conquista de Tinder'.
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