‘Galgos’ no quiere ser la ‘Succession’ española
La serie de Movistar Plus+ recupera el género de las sagas familiares para contar la historia del clan propietario de una importante empresa de bollería
Es el elefante en la habitación. Los responsables de Galgos, la nueva serie dramática que prepara Movistar Plus+, lo tienen asumido y por eso tienen muy clara la respuesta: Galgos no será la Succession española. “Desde el minuto uno era lo que estaba sobre la mesa. El planteamiento fue: hagamos una saga familiar, pero que no sea como Succession”, cuenta Curro Novallas, productor ejecutivo de Galgos. Solo quedaban tres días para concluir el rodaje de esta producción de Buendía Estudios cuando EL PAÍS acudió a la grabación en el aeródromo de Fuentemilanos (Segovia) a mediados de diciembre. Fuera del refugio, frío, viento y la avioneta en la que viaja uno de los personajes. Porque la familia Somarriba, la protagonista de esta historia, se mueve en círculos en los que es normal viajar en aviones privados o casarse en palacios del siglo XIX.
Pablo Remón, Lucía Carballal, Clara Roquet y Francisco Kosterlitz firman los guiones de esta historia sobre las tensiones dentro del clan propietario de una empresa de bollería, chocolates y alimentación infantil. Susana Herreras, otra de las productoras de la serie, recuerda sus orígenes: “Alguien leyó en un artículo que el 80% de las empresas familiares españolas no sobrevivían a la tercera generación. O sobrevive la empresa o la familia, pero no las dos. El potencial de conflicto que genera el que en el mismo lugar donde negocias estés celebrando un bautizo es enorme”. “Es como si la cena de Nochebuena y una junta tuvieran lugar en la misma mesa”, describe Carlos López, otro de los productores de la serie. A los problemas, rencores y cuentas pendientes dentro de la familia, se suman asuntos como la caída en desgracia de algunos de los productos que fabrican y la crisis del sector.
El argumento remite rápidamente a Succession, la multipremiada serie de HBO sobre una familia de milmillonarios propietaria de un conglomerado mediático y la lucha por la sucesión en la empresa familiar. Una de las principales diferencias con Galgos radicará en el tono. “La idea era ser naturalistas, estar muy vigilantes de la verdad, meternos con las cámaras en las vidas de esta familia de una manera muy rara vez vista”, cuenta Novallas. Para ello, invirtieron mucho trabajo y tiempo en lograr unos guiones con los que estuvieran satisfechos y que reflejaran el equilibrio que buscaban entre la tensión familiar y la empresarial. “Succession es una sátira que roza el esperpento, miras a los personajes desde fuera y difícilmente te encariñas con ellos porque si lo haces, en el minuto siguiente los quieres matar. Nosotros miramos a los personajes con compasión, nos acercamos a ellos aunque sin santificar a nadie”, continúa Novallas.
Adriana Ozores, Óscar Martínez, Marcel Borràs, Patricia López Arnaiz y María Pedraza interpretan a algunos de los miembros de esta disfuncional familia, un reparto al que el director Félix Viscarret planteó una forma de trabajar diferente a la habitual para continuar en esa línea naturalista. “Queríamos gravitar en torno a los personajes, no hacer las clásicas marcas o condicionar la interpretación de los actores por la planificación. Los personajes están nadando intentando sacar la cabeza del agua en un torbellino familiar y profesional, y eso se traduce en una puesta en escena en la que estamos mucho con los personajes, en primera persona”, explica.
Galgos se ha rodado en más de 80 localizaciones diferentes en Madrid, Cantabria y Bruselas. “Si hablábamos de gente que tiene mucho dinero, una de las maneras de contarlo sin ponérselo en las narices al espectador era que la serie se moviera, ver muchas localizaciones”, dice Curro Novallas. En Cantabria, el equipo grabó durante tres semanas en Comillas, Cabezón de la Sal y Santander en espacios como el palacio de la Magdalena, el palacio de Sobrellano o la finca del Marqués de Valdecilla. “Son lugares donde los personajes estarían. Entiendes el estatus no solo económico y social, sino también la visión de la vida que tienen”, explica Viscarret. Él ha dirigido cuatro de los seis episodios de la serie, y Nely Reguera se ha encargado de los otros dos. “No buscábamos la opulencia ni retratar ese mundo tratando de embellecerlo, sino al revés, buscamos que se retrate el lujo porque estás dentro de él”, dice Reguera. Ese despliegue ha obligado a un nivel de producción que, según sus responsables, está por encima de lo habitual para las sagas familiares rodadas en España.
Nada es casual en esta serie, tampoco la elección del ámbito en el que trabaja la familia, la bollería, como explica Susana Herreras. “Después de investigar y tantear muchas opciones, Lucía [Carballal] y Pablo [Remón] plantearon esta como primera opción por la cantidad de posibilidades que daba a la hora de tratar temas interesantes. La salud, el cambio en la alimentación, la política, la regulación… Además, hay referencias en España de fábricas de dulces muy conocidas y la gente lo siente muy de aquí”, dice la productora. Carlos López concuerda en esa sensación de cercanía: “Como espectador, cuando te hablan de brokers o activos tecnológicos no sabes bien qué es, esto es muy accesible y fácil de entender e incluso ofrece contrastes estéticos muy interesantes”. Novallas añade que el tema les ha permitido abrir espacios a la comedia, “un humor negro, ácido, que está en la vida y encaja en el naturalismo del que hablamos”.
No solo Succession. Las sagas familiares llevan alimentando la televisión desde hace décadas. Títulos de éxito en los ochenta como Dinastía, Falcon Crest o Dallas ya abrazaban el drama que es ser rico y trabajar con tu propia familia. En España, historias como Gran reserva, Herederos o Gran Hotel también se colaron en las entrañas de clanes familiares en apuros. “Esta serie cuenta que los ricos también lloran”, dice Adriana Ozores mientras trata de entrar en calor en una pausa del rodaje. “Empiezas a ver esas personitas que tienen los mismos problemas, les pasan emocionalmente las mismas cosas, padecen igual. Es democrático en un sentido”, añade la actriz. “Ver ese contraste entre la abundancia y la carencia es dramático y cómico a la vez”, completa a su lado Patricia López Arnaiz, que interpreta a su hija en la ficción, al igual que María Pedraza, que cree que el atractivo de estas historias está en la posibilidad de empatizar con lo que les ocurre a los personajes. “No por ser rico tienes que sentir cosas diferentes, los problemas son diferentes pero se siente lo mismo”, dice. Para Susana Herreras, “las sagas familiares retratan toda la luz y toda la oscuridad a la vez de que tu padre o tu madre sean tus jefes. En un mismo contexto puedes explorar lo familiar y lo empresarial, y las inseguridades que genera eso. La vida va muchas veces de poner límites, en la familia y en el trabajo, y si todo está mezclado es mucho más difícil hacerlo”.
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