Pablo Remón, el guionista de cine que prefirió el teatro y triunfó
El autor y director de éxitos como ‘Los farsantes’ estrena ‘Barbados en 2022’, obra en la que revisa un texto estrenado hace cinco años
Pablo Remón recibió a los tres actores en la bodega que había debajo de su casa, en la calle de Ibiza de Madrid, se tomaron un vino y subieron al salón de la vivienda, en el que, ante una docena de invitados, casi todos del mundo del cine, estrenó su primera obra teatral como autor y director. “Fue la representación más importante que he vivido. Tuve la sensación de que estaba ante una experiencia completa. Eso ya era teatro. ‘Esto lo puedo hacer siempre’, me dije. No me lo puede quitar nadie”. Han pasado diez años desde entonces y Pablo Remón (Madrid, 45 años) es ya uno de los dramaturgos más sólidos de la escena española.
Premio Nacional de Literatura Dramática 2021 por Doña Rosita, anotada, este autor teatral iba para matemático como Juan Mayorga, otro de los nombres más destacados de la dramaturgia española contemporánea. En su caso, Remón solo cursó tres años en la universidad y después inició una exitosa trayectoria como guionista de cine. Estrena este miércoles Barbados en 2022, que considera su obra más delicada y enigmática, en la que revisa un texto anterior, Barbados, etcétera, estrenado en 2017 y con la misma pareja de actores, Emilio Tomé y Fernanda Orazi. En medio de un teatro en ruinas, con los focos y los cables colgando en el escenario, obra de la escenógrafa Monica Boromello, el público asiste al encuentro de una pareja que va reconstruyendo en directo su propio mundo, con imágenes, personajes, historias y situaciones. La función se representará dentro de la programación del Festival de Otoño de Madrid hasta el próximo domingo.
“Es una obra muy enigmática que me ha rondado siempre desde su estreno hace cinco años y la que me dio más sorpresas positivas durante la gira. Si el teatro es algo que sucede en la cabeza del espectador, con Barbados esta sensación es mucho más explícita. Es mi obra más teatral. Por eso me permite su actualización, es una manera de volver a reencarnarme con esos personajes. Me puse a reescribirla sin saber lo que iba a pasar. Al final, ha quedado parte de lo que era la obra original, pero es muy diferente”, explica Remón en su oficina, un pequeño espacio con un orden perfecto y grandes ventanales desde los que se atisba la Gran Vía madrileña.
Este nuevo Barbados es la octava obra teatral que escribe y dirige el chico de ciencias, apasionado por los libros y las películas, que dejó sus estudios de matemáticas para entrar en la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) en el apartado de guion. Fue entonces cuando comenzó su identificación con la escritura y encontró, dice, su lugar en el mundo. Tras unos años de éxitos en el cine como guionista ―ganó un Goya al mejor guion adaptado por Intemperie junto al director Benito Zambrano y su hermano Daniel Remón y otro al mejor guion original por Casual Day también junto a su hermano―, se asomó al teatro con cierta cautela, un arte sobre el que tenía serios prejuicios, por la sensación de enclaustramiento que le producía la escritura de guiones. “La gente de mi generación veíamos el teatro como algo solemne, casposo y aburrido”, confiesa. Su deslumbramiento por el teatro y los textos dramatúrgicos fue total. Hoy se confiesa absolutamente enamorado de esta disciplina, como espacio de libertad, de juego y con posibilidades infinitas para la imaginación.
El teatro de Remón es una reinvención continua. “Es el mago de la reinvención”, dice Jordi Buxó, alguien que le conoce muy bien desde que lo descubrió con su segunda obra, 40 años de paz, cuando se estrenó en el Festival de Otoño en 2015. “Me deslumbró”, reconoce Buxó, que, desde entonces, con Kamikaze Producciones o Buxman Producciones, ha producido todas sus obras: Barbados, etcétera, El tratamiento, Los mariachis, Doña Rosita, anotada, Los farsantes y este nuevo Barbados, además de Sueños y visiones de Rodrigo Rato, obra escrita por Remón junto a Roberto Martín Maiztegui, dirigida en las tablas por Raquel Alarcón. “Tiene una enorme capacidad de reinventarse constantemente, de encontrar un nuevo artilugio y dar una vuelta a su dramaturgia. Es un dramaturgo muy flexible con sus propios textos”, dice Buxó.
Esa capacidad de reinvención, junto a la visión de una realidad llena de humor y poesía, es lo que destaca también Alfredo Sanzol, actual director del Centro Dramático Nacional, donde Remón estrenó la temporada pasada Los farsantes. “Es uno de los autores con mayor empatía con el espectador, que usa el arte del teatro para comunicarse y contar cómo ve él la realidad, sin ninguna pose, solemnidad, ni artificio. Conjuga de manera brillante la riqueza en la expresividad con el realismo de sus textos”, asegura Sanzol.
“Intento de manera consciente y deliberada que cada obra sea una respuesta a la anterior, que salga de la anterior en el sentido casi de contradecirla. Son esas carreras, las poliédricas, las que más me interesan a mí, huyendo del encasillamiento”, reconoce este autor. Pero el sello Remón está ahí. Es el humor, la obsesión por el ritmo y la musicalidad en las palabras, como si de un matemático se tratara, la falta de solemnidad y la búsqueda tenaz de la conexión emocional con el público. “Quiero que el espectador haga un viaje emocional y no racional cuando vea una obra mía”, añade Remón, que se inspira en la vida real, en la calle, siguiendo la máxima de su adorado Rafael Azcona cuando decía que a él le gustaban las películas que venían de la vida y no de otras películas.
Las matemáticas entran de lleno en los textos de Remón, con esa ofuscación que tiene por la sonoridad de las palabras y las frases, combinadas con la musicalidad y el ritmo. “El teatro es oralidad y por eso yo busco el principio de sonoridad. Me importa mucho más el sonido de una determinada frase que el sentido. Lo que la frase quiere decir no me importa tanto. Me importa mucho más la realidad de esa frase, la actualidad de esa frase concreta con esas palabras concretas y no otras, en ese orden y ese ritmo preciso”, reconoce Remón. Lo sabe bien el actor Israel Elejalde, que trabajó a las órdenes de Remón en Los mariachis, tanto en su versión teatral como en la que se realizó para la televisión en la serie Escenario 0. “Me recuerda mucho a Pinter por el concepto musical que poseen sus textos. Es un dramaturgo muy matemático en la búsqueda de la música y el ritmo. Es muy preciso en esa búsqueda de la musicalidad de las frases haciendo que sean cotidianas y nada solemnes. Te hace buscar la verdad, pero también el sonido. Te dirige a través del texto”, explica Elejalde.
Dice de sí mismo que es caótico en su escritura, que lo hace sin orden ni concierto, que quiere descubrir la obra mientras la va escribiendo, que nunca conoce el final cuando comienza la tarea. Siempre escribe con los actores ya en mente, elegidos de manera previa. Se tiene que poner plazos porque, en caso contrario, estaría siempre intentando mejorar los textos. Necesita fechas concretas para terminar. Y ese texto solo lo descubre ante los actores el primer día del ensayo. A partir de ahí puede haber cambios radicales y profundos. Es Remón un dramaturgo que no distingue mucho entre la escritura y la dirección. “Cuando escribo ya estoy dirigiendo y cuando dirijo no dejo de escribir”.
Babelia
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