El juego de la técnica
El juego, que consiste en ir descubriendo sus propias reglas y técnicas básicas a medida que jugamos, nunca ha sido tan fascinante ni tan peligroso como ahora
Si la ciencia es un juego, como han señalado, entre otros, Karl Popper, Isaac Asimov o Martin Gardner, con más motivo lo son la técnica y la tecnología, que son ciencia en acción, ciencia en movimiento. En una primera aproximación, se podría decir que la ciencia más teórica es un juego de mesa y la técnica y la tecnología son juegos de campo, que se desarrollan en un terreno delimitado y con ayuda de una amplia gama de objetos e instrumentos.
La tecnología es ciencia en movimiento, y el movimiento, entre teoría y praxis, es de ida y vuelta, un continuo vaivén, una interacción que se convierte en fusión. Pues la ciencia, la técnica y la tecnología no se pueden definir por separado porque no son cosas separadas ni separables; para empezar, ni siquiera son “cosas”, sino procesos, o, mejor dicho, aspectos complementarios de un mismo proceso, de un diálogo incesante entre el hacer y el pensar, entre la mano y el cerebro, entre la materia y la mente. Nuestra tendencia a razonar de forma no dialéctica, a ver el mundo como un conjunto de “cosas” fijas e individualizadas seguramente nos ha reportado alguna ventaja evolutiva, sobre todo a la hora de tomar decisiones rápidas, tan importantes para la supervivencia. Pero a la hora de reflexionar y comprender hemos de pensar en procesos e interacciones si no queremos quedarnos atascados en la paradoja del huevo y la gallina.
El juego, en el que nuestro contrincante es la naturaleza, comenzó cuando nuestros remotos antepasados empezaron a usar palos y piedras como herramientas. O como armas. No hay reglas definitivas, pues el juego consiste, en buena medida, en ir descubriendo sus propias reglas y técnicas básicas a medida que jugamos. Hemos aprendido mucho en los últimos millones de años, pero aún nos queda mucho por aprender. El juego nunca ha sido tan fascinante ni tan peligroso como ahora.
Del rodillo a la rueda
La evolución de la rueda, la más versátil y omnipresente de las máquinas simples, nos brinda un buen ejemplo del continuo diálogo entre teoría y praxis, entre ciencia y técnica.
La rueda surgió en Mesopotamia hacia el siglo V a. C., como resultado de un afortunado “accidente” que llevó a fusionar dos medios de transporte mucho más antiguos y rudimentarios: el rodillo y el trineo. La fusión empezó siendo mera superposición: los esquíes del trineo se deslizaban mejor sobre rodillos que directamente sobre el suelo y, al hacerlo, iban desgastando los troncos de los rodillos, abriendo en ellos surcos que, por una parte, daban mayor estabilidad al sistema y, por otra, permitían que el trineo recorriera un trecho mayor antes de tener que poner más rodillos ante él, al ser el diámetro de la parte del rodillo en contacto con el suelo mayor que el de la parte desgastada en contacto con los esquíes. El paso siguiente fue eliminar la madera entre los dos surcos y sujetar el trineo al eje así formado mediante unas clavijas laterales. Y de esta serendípica fusión del trineo y el rodillo surgieron los distintos tipos de ruedas, que no han cesado de evolucionar y diversificarse desde entonces.
Del juego al cuento (y viceversa)
En realidad, acabo de contarte un cuento. Juntando indicios dispersos, bebiendo de distintas fuentes documentales y echándole un poco de imaginación, hemos construido el relato del origen de la rueda. La ciencia y la tecnología son juegos, y el primer juego, base de todos los demás, es el que juega la imaginación dentro de nuestras cabezas, inventando historias que a veces reconstruyen la realidad y otras veces la cuestionan. O la anticipan. Como las historias que te iremos ofreciendo semana tras semana, en las que la tecnología será la protagonista. O la antagonista…
Los textos de esta serie son breves aproximaciones narrativas a ese “gran juego” de la ciencia, la técnica y la tecnología, tres hilos inseparables de una misma trenza, que está transformando el mundo cada vez más deprisa y en el que todas/os debemos participar como jugadoras/es, si no queremos ser meros juguetes.
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