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‘Low code’: cómo aprender a programar sin saber programar

Las empresas convierten a profesionales no tecnológicos en desarrolladores ciudadanos, perfiles híbridos capaces de usar ‘software’ de bajo código para idear aplicaciones que los ayuden en su día a día

Patricia Coll Rubio
Low code
Dos desarrolladores de 'software' mientras trabajan.UNSPLASH

La consultora tecnológica Gartner estima que, en 2025, siete de cada 10 aplicaciones estarán desarrolladas con programación de bajo código (low code) o sin código (no code), que permiten a profesionales no digitales crear soluciones tecnológicas que faciliten su trabajo diario en las empresas. Este dato coincide con las previsiones de los directivos de 25 compañías recogidos en el informe Análisis del low-code: nuevo paradigma en el desarrollo del software, elaborado por Mobile World Capital Barcelona (MWCapital) y NTT Data, en el marco Barcelona Digital Talent, la alianza para reducir la brecha de talento digital impulsada por MWC junto al Cercle Tecnològic de Catalunya, 22@Network, Tech Barcelona, Foment del Treball Nacional, Barcelona Global, PIMEC, el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.

Cuatro de cada 10 empresas entrevistadas para la realización de este informe afirman que ya han empezado a formar a profesionales no tecnológicos en el uso de software low code. Siete de cada 10 están convencidos de que el uso del low code aumentará en los próximos tres años. Y casi nueve de cada 10 creen que el software de bajo código facilitará la empleabilidad de perfiles no tecnológicos.

La programación de bajo código es una de las principales soluciones ante la “falta de talento digital”, en un momento en el que “la necesidad de adoptar e implementar tecnología es mayor que nunca”, destaca el director del programa de talento digital de Mobile World Capital, Jordi Arrufí. Según datos de Eurostat, el 55% de las empresas de la Unión Europea se enfrenta a dificultades para contratar especialistas en tecnologías de la información y la comunicación.

Jordi Arrufi, director del programa de talento digital MWCapital.
Jordi Arrufi, director del programa de talento digital MWCapital.MASSIMILIANO MINOCRI

Ante esta escasez de profesionales tecnológicos, cada vez más empresas optan por formar perfiles de otros ámbitos para convertirlos en lo que se ha denominado desarrolladores ciudadanos, capacitándoles en el uso de software de bajo código. De esta forma, apunta Arrufí, “más personas pueden contribuir a la implementación de tecnología”. Además, esta estrategia tiene una ventaja añadida, ya que posibilita contar con “perfiles híbridos que conocen las necesidades de su profesión y aprenden a utilizar la tecnología para facilitar su día a día”, pues cada desarrollador ciudadano “continua en su ámbito profesional, pero asumiendo un rol más tecnológico”.

Uno de estos desarrolladores ciudadanos es Adrià Bou, de 26 años y graduado en Administración y Dirección de Empresas (ADE). Tras tres años trabajando en el departamento de contabilidad de costes del área de finanzas de la farmacéutica Bayer, a finales del año pasado recibió una formación en tecnología low code. “Antes de entrar en Bayer no tenía conocimientos de automatización. Gracias a las formaciones que me ha facilitado la empresa he ido adquiriendo una capacidad técnica que me permite llevar a cabo aplicaciones en el área en la que estoy”.

El último proyecto de Adrià Bou en Bayer es un robot desarrollado con UiPath Studio, que funciona bajo el sistema drag & drop -arrastrar y soltar en inglés-, que permite la interacción del usuario con el software de manera intuitiva. La aplicación tecnológica creada por Bou facilita el análisis del rendimiento de uno de los sistemas de planificación para realizar el presupuesto anual, para reportar los datos a los auditores, evitando así que haya cualquier fallo del sistema a la hora de transferir la información.

“Mis compañeros tenían que dedicar cada día una hora y media a entrar en el sistema para comprobar que nada fallara. El robot tarda solo media hora, lo que les ha ahorrado unas 200 horas. La idea surgió de ellos mismos, que decidieron pedirme ayuda para automatizar estos controles diarios. Al estar dentro del área, no tardé mucho en entenderles y en desarrollar este robot”, recuerda Adrià Bou.

La ventaja de formar perfiles híbridos como el suyo es que “conocen muy bien el negocio y con el low code pueden hacer pequeños desarrollos para mejorar la calidad del trabajo del día a día y aportar nuevas ideas, que no necesariamente tienen que llevarlos a cabo ellos si son grandes desarrollos de mayor envergadura. El técnico sabe de inteligencia artificial y robótica, pero no conoce a fondo cada área; ahí está la clave”, explica Massimiliano Di Renzo, jefe de análisis y aplicaciones funcionales cruzadas - GTPM en Bayer, que cuenta en el mundo ya con más de 50 desarrolladores ciudadanos, de los cuales 20 están en España. La compañía prevé doblar estas cifras en un año, además de “formar a toda la plantilla para que conozcan el potencial” de estas soluciones, en parte, a través de los propios desarrolladores ciudadanos.

En Pepsico, los desarrolladores ciudadanos cuentan con el apoyo de profesionales tecnológicos y con asesoría técnica. Como curiosidad, revela la directora de control del suroeste de Europa de Pepsico, Esther Fancelli, “cada vez que hacemos un bot, le ponemos un mote”. Nina, por ejemplo, es “un bot que se focaliza en resolver pagos pendientes. Realiza filtros, crea un fichero de las facturas pendientes automáticamente y envía un email de aviso y cumplimenta un reporte diario”, explica Maria Rosa Roda Aguilar, supervisora de facturación de Iberia PepsiCo, que a sus 58 años ejerce como desarrolladora ciudadana tras llevar trabajando más de 30 años en la empresa.

“Un día, la compañía nos ofreció la oportunidad de participar en un proyecto que incluía la formación en UiPath y la realización de un bot. Como apasionada de estos temas, me apunté y fui una de las escogidas. Nuestra tarea es lograr una reducción importante del trabajo reiterativo para el equipo y nos motiva porque creemos firmemente en agilizar el trabajo manual y dedicarnos a tareas de mayor valor”, recuerda Maria Rosa Roda Aguilar.

Más allá de las iniciativas promovidas por los fabricantes de software low code y las empresas, Arrufí considera que falta más formación en programación de bajo código, tanto en programas reglados como no reglados, por lo que prevé también que se incrementará de manera acelerada la introducción de este contenido formativo durante los próximos años.

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Sobre la firma

Patricia Coll Rubio
Es colaboradora de Tecnología en EL PAÍS. Doctora en Comunicación, es directora del grado en Periodismo y Comunicación Corporativa en Blanquerna (Universitat Ramon Llull).

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