Michelle Bachelet: “El coronavirus es una gran oportunidad para transformar los modelos actuales”
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile cree que la política debe escuchar más a los ciudadanos y revertir el rumbo
Un virus ha puesto sobre la mesa la capacidad de gestión y respuesta de todos los países del mundo, pero sobre todo las de las grandes potencias. Para el escritor y analista Moises Naím, el veredicto de la pandemia de la covid-19 es que “el poder es efímero”. Esta, además de ser la principal tesis de uno de sus aclamados libros El fin del poder (Debate), es la gran cuestión geopolítica a la que se enfrenta el mundo de hoy. “En estos tiempos el poder se ha hecho más fácil de obtener, más difícil de usar y más sencillo de perder”, explica Naím desde Nueva York durante su intervención en el evento Retina Reset, impulsado por Santander y Telefónica, y patrocinado por Accenture, Novartis, Philip Morris, Renfe, Unir y Red Eléctrica de España.
Aunado al fin del poder, Naím señala el populismo y la polarización como los dos problemas globales que la pandemia ha sacado a relucir. “El populismo no desaparecerá. Y aunque es muy temprano para llegar a conclusiones, es probable que hasta se haya fortalecido en ciertos lugares a raíz de la pandemia”, sugiere el escritor y cita el caso del primer ministro indio Narendra Modi, que ostenta el poder desde 2014 y es definido como un protopopulista, y el caso de Tanzania y el presidente John Magufuli, reelecto en octubre bajo acusaciones de fraude electoral. En cuanto a la polarización, Naím sugiere que la única manera para combatirla es “luchar contra los charlatanes presentes en la política, en los negocios y en la religión” y también “contra sus seguidores que, confundidos por la posverdad y las noticias falsas, ya no saben en qué ni en quién creer y terminan optando por los líderes más carismáticos”. Así, la pandemia no necesariamente ha aclarado ideas ni ha hecho que la gente “repudie a los mentirosos” que gobiernan desde pequeños países hasta grandes potencias.
Según el analista, la covid-19 no ha sido ni el Chernóbil de una potencia como China ni el principio del fin para el liderazgo de Estados Unidos. “Nadie sabe exactamente cuál será el entorno mundial para la próxima década, solo sé que este es el comienzo de las grandes transformaciones”. Naím considera que Estados Unidos seguirá siendo “la gran potencia nuclear, académica y tecnológica” y que China continuará creciendo sin freno en temas como “la ciencia, la tecnología y las finanzas”. Pero el analista también advierte sobre la pérdida de “libertades y derechos civiles” por parte de las potencias por el covid-19. “Cerca de 2.600 millones de personas en todo el mundo han sido afectadas por decisiones que los gobiernos han implementado con la excusa de la pandemia para limitar desde el Ejecutivo los pesos y contrapesos de las democracias e inhibir la conducta de organizaciones e instituciones que lo puedan advertir, como parlamentos o medios de comunicación”, sugiere el analista y para evitarlo propone que valores como la democracia, la fraternidad y el respeto estén también “sobre la mesa geopolítica” y de la mano de Europa. “Los europeos deben entusiasmarse de nuevo por ese gran proyecto europeo de unión e integración que más allá de las prácticas burocráticas en Bruselas consiste en entusiasmar a los ciudadanos en los valores del viejo continente. Las democracias, más que resetearse tienen que fortalecerse”, concluye Naím.
La economía, entre el abismo y la oportunidad
La economía también vive un momento muy delicado. El Producto Interior Bruto (PIB) ha caído como nunca antes en la historia y sus consecuencias alcanzan una profundidad casi sin precedentes. Como explica Alejandra Kindelán, jefa de servicio de estudios, public policy y relaciones institucionales de Banco Santander, la recuperación jamás será sólida mientras no quede resuelta la parte sanitaria. “Invertir ahora en mejorar esta cuestión supone reducir al máximo el impacto económico que tendrá en el futuro. Esta es la base de la recuperación”, sostiene.
La Unión Europea representa una pieza indispensable dentro de este camino hacia la estabilización. La coordinación y ambición exhibida con la aprobación de unas ayudas jamás vistas o la centralización en el proceso de compra de vacunas son síntomas inequívocos de que de la crisis del coronavirus solo saldremos por la vía comunitaria. “Ahora tenemos la oportunidad de enfatizar la trascendencia de Europa. Hay que seguir empujando hacia una serie de reformas, como la fiscal y la digital, que conviertan al continente en sostenible en el futuro”, precisa Kindelán.
Pese al golpe asestado por la covid, diferentes empresas, sobre todo pymes —que representan el 60% de la actividad económica española y suman el 70% del empleo—, han logrado mejorar su negocio gracias a la innovación emprendida durante la pandemia. Es el caso de sectores punteros en España como los abonos y fertilizantes biológicos y los robots encargados de la logística. “Contamos con unos subsegmentos empresariales que crecen a gran velocidad. Hemos de ayudarlos para que crezcan más rápidamente y generen nuevos puestos de trabajo. Necesitamos elaborar un plan de apoyo a este tipo de empresas”, argumenta Kindelán.
Contrato social quebrado
Aunque con la pandemia la atención está puesta principalmente en la economía y la salud, el deterioro de los derechos humanos y el aumento de la desigualdad son consecuencias directas que conviene atajar. Entiende Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile, que la política debe escuchar más a los ciudadanos y revertir el rumbo. “El coronavirus es una gran oportunidad. Lo normal se ha demostrado malo. Tenemos que caminar hacia algo mejor. Nos toca cambiar y transformar los modelos actuales”.
Bachelet se muestra tajante ante la realidad aflorada y recrudecida por la covid-19. Habla de un contrato social quebrado, de una pobreza extrema que crecerá en 100 millones de personas, un desempleo al alza y unas clases sociales bajas aún más depauperadas. Su solución, que es la misma que la de Naciones Unidas, lleva hacia un acuerdo global, donde estén todos los sectores incluidos y que ofrezca sistemas universales de protección social de acceso a la vivienda, a la salud y la educación. “Se toman demasiadas medidas a corto plazo, solo para detener el impacto directo de la pandemia. Miremos hacia el fondo de las causas. Este acuerdo requiere procesos inclusivos y participativos. Si no lo hacemos ahora, la oportunidad se irá”.
Y la desigualdad, como tantas otras veces, afecta más a las mujeres. El impacto de la crisis ha sacudido sectores donde cuentan con un papel principal, como el sanitario y la economía informal. Bachelet asegura que la perspectiva de género es totalmente necesaria para salir fortalecidos de la pandemia. Emplea un símil deportivo para comprenderlo: sin la mitad del equipo resulta imposible ganar un partido. “La igualdad de género no es una opción, sino una obligación. Podemos invertir en protección social y universal sensible al género, así como en educación sin estereotipos, como sucede en las carreras técnicas y científicas, y en proteger derechos laborales en empleos precarios, donde el 62% son mujeres”, concluye.
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