A más bulos, menor tasa de vacunación
Un análisis de datos de la firma FTI Consulting cuantifica los efectos de las noticias falsas en la cobertura de vacunación a nivel global.
Se sabe que existe un impacto real de los bulos (fake news). Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 aparecieron, primero con cuentagotas, después a chorro, pistas que apuntaban a la incidencia de la desinformación en el resultado electoral. Por eso en las elecciones de 2020, las plataformas digitales establecieron todo tipo de cortafuegos y medidas para cortar la viralización de noticias falsas. Facebook y Twitter alertaban cuando un contenido no parecía veraz, incluso eliminaron algunas publicaciones. YouTube modificó sus algoritmos para priorizar los vídeos de fuentes fiables y WhatApp limitó el número de mensajes que se podían reenviar.
Todos estos por si acasos tratan de minimizar los daños de la desinformación, muy reales pero difícilmente cuantificables. Desde la firma FTI Consulting, que trabaja con técnicas avanzadas de analítica de datos, han tratado de poner cifras a estos daños. En concreto, han escogido uno de los campos más maltratados por la desinformación: las vacunas.
En el periodo 2014-2018 hubo una caída del 3% en la cobertura de vacunación a nivel global. Tras analizar el impacto de las fake news en la población, un estudio de la compañía ha determinado que más de la mitad de esa caída se debe a la desinformación. El equipo de investigadores tomó como caso de estudio la triple vírica, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubeola, y se centró en Twitter, que permite acceder a sus datos abiertamente.
Su labor consistió en rastrear todos los tuits relacionados con la vacuna triple vírica mediante machine learning. Así identificaron cuáles contenían desinformación, para después aislarlos y medir su impacto en el mundo real. Este estudio no es el único que ha prestado atención a este tema. En 2019, el paper Vaccine hesitancy and (fake) news: Quasi‐experimental evidence from Italy, publicado en la revista Health Economics, concluyó que los efectos negativos de las noticias falsas sobre vacunación habían llevado en Italia a coberturas por debajo del 95%. Este porcentaje es el límite a partir del cual se considera que la población está segura.
“Es indudable que las fake news hacen daño porque generan sombras de dudas en los ciudadanos”, apunta Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología. “Como no seamos nosotros capaces de solucionar estas dudas, el asunto se vuelve preocupante. Sobre todo si alguna de las personas que serían candidatas a vacunar a sus hijos, no lo hace por estas dudas”. Los bulos no actúan como argumentos definitivos para los usuarios, sino que funcionan por acumulación. García Rojas hace hincapié en que el resultado final es esa generación de dudas, suficiente para que algunos padres decidan no vacunar.
“Antes no se extendía tan fácilmente un bulo”, comenta Manuel Marín, director del área de Data Science & Analytics de FTI Consulting España. “Ahora con las redes sociales, esta desinformación es considerada como un arma por alguna gente. Antes se podía predecir, pero ahora se puede prescribir. Es decir, puedes predecir y, sabiendo lo que va a ocurrir, influir en el futuro. Una red social es un grafo (visualización de un análisis de datos) inmenso y permite ver por qué ramas se está extendiendo un bulo”.
Líderes de opinión
Una de las claves para entender la viralización de estas noticias falsas está en los líderes de opinión digitales. “Buscamos a la gente que son líderes de opinión. Esto significa ver quién tiene mayor número de conexiones. A partir de ahí es un caso probabilístico”, señala Marín. La gente con muchos seguidores tiene más capacidad para expandir el alcance de la noticia cuando le llega.
Pero para comprobar el impacto de las fake news en la vida real es necesario descartar otros factores. “Lo importante es identificar qué es una noticia falsa, ver por qué ramas se ha extendido y aislarla. Luego te vas a la realidad y ves dónde ha habido focos de infección. Ahí es cuando se mide el impacto que ha podido tener esa noticia frente a ese foco de infección”, sostiene Marín. Y añade que después los resultados se comparan con lugares donde no se ha viralizado la desinformación. Estos sitios actúan como grupos de control, que permiten establecer las diferencias y comprobar el efecto de los bulos de forma aislada.
Los efectos de una menor cobertura de vacunación se asocian con una mayor probabilidad de brotes. Y en el caso del sarampión esto ha ocurrido varias veces en los últimos años. En 2017 hubo picos en los casos de esta enfermedad, mientras que se estimaron 110.000 muertes por su causa, según la OMS, que achaca la problemática a agujeros en la cobertura de vacunación.
“Una menor tasa de vacunación lógicamente favorece la diseminación del problema”, expone García Rojas. “Con relación a las enfermedades transmisibles, el comportamiento de una enfermedad en una comunidad depende del número de inmunizados que haya y del número de susceptibles”. El presidente de la Asociación Española de Vacunología reconoce que en varios países europeos ha caído el porcentaje de vacunados. Un informe encargado por la Comisión Europea ya advertía de que en 12 estados miembros había bajado la cobertura desde 2010. Las causas no son solo los movimientos antivacunas ni las fake news. También influyen la pobreza o la marginalidad.
“En España, los movimientos que pueden estar en contra de las vacunas en España son muy minoritarios. No tienen un impacto serio en las coberturas. Tenemos coberturas superiores al 95%. Solo hay un pequeño porcentaje que no vacunan a sus hijos”, recuerda García Rojas.
Las perspectivas son diferentes ante la vacuna contra la covid-19. El último sondeo del CIS revelaba que el 55,2% de los españoles prefiere no vacunarse sin conocer antes sus efectos. “No son personas negacionistas. Son personas que tienen dudas. Y yo creo que en el contexto del mar de dudas en el que nos hemos movido durante la pandemia es normal que una persona tenga dudas”, plantea Rojas García. “Lo que tenemos que hacer nosotros es generar credibilidad a la vacuna”. En cuanto a las noticias falsas, su receta es aún más clara: campañas de contrapeso frente a las informaciones falsas y apoyo por parte de las instituciones sanitarias.
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