TikTok, en el centro del pulso tecnológico entre Pekín y Washington
Continúa la búsqueda de un utópico acuerdo que satisfaga a todas las partes y permita a la plataforma seguir operando en EE UU
TikTok se ha convertido en un pelele en el centro de la rivalidad entre las dos potencias mundiales: Estados Unidos tira de un brazo, China del otro. La semana pasada, un fallo judicial congeló el veto de la Administración Trump cuando apenas faltaban unas horas para su entrada en vigor. El Partido, mientras tanto, ha restringido la exportación de algunas de las tecnologías clave de la app para reservarse así la última palabra. Demasiados detalles de la operación entre TikTok y sus hipotéticos socios, Oracle y Walmart, siguen siendo un misterio. La persecución de ese utópico acuerdo que satisfaga a todas las partes continúa. Los juguetes que despiertan peleas, es bien sabido, pocas veces acaban enteros.
Este lunes se conoció que China manifestó en una reunión de la Organización Mundial del Comercio el pasado viernes que las restricciones de Estados Unidos a las aplicaciones móviles chinas TikTok y WeChat violan las normas del organismo, según ha informado Reuters. Las medidas, según expuso el representante del país, “son claramente incompatibles con las normas de la OMC, restringen los servicios comerciales transfronterizos y violan los principios y objetivos básicos del sistema comercial multilateral”, dijo un funcionario de comercio familiarizado con el asunto, que no quiso ser identificado.
Washington había resuelto que la sanción, formulada con ambigüedad, tomaría la forma de una retirada obligatoria de TikTok de las plataformas oficiales de aplicaciones móviles de Apple y Google. El juez federal competente, sin embargo, calificó esta maniobra como “en gran medida, una decisión unilateral con muy poca oportunidad para escuchar a los demandantes”. Este dictamen supone el segundo revés procesal. El fin de semana anterior, otro juez citó la Primera Enmienda –que protege la libertad de expresión– para paralizar el bloqueo de Wechat, la segunda app china amenazada.
Los acontecimientos no han dejado de tomar velocidad desde que el pasado 6 de agosto Trump firmara la orden ejecutiva original, prohibiendo “cualquier transacción con ByteDance [casa matriz de TikTok]”, la cual en principio entraría en vigor el 15 de septiembre. El 14 de agosto, no obstante, modificó el edicto; concediendo un plazo de 90 días para que la organización china vendiera o fragmentara sus operaciones en EE UU. Este plazo, que vencía el 20 de septiembre, fue postergado al 27 cuando el presidente norteamericano concedió su visto bueno al acuerdo con Oracle y Walmart, una operación cuyas consecuencias varían dependiendo del interlocutor.
De acuerdo a ByteDance, el acuerdo supondría la creación de una nueva entidad afincada en EE UU, de nombre TikTok Global, de la que Oracle y Walmart poseerían el 12,5 y el 7,5% respectivamente. Esta es una fórmula habitual para algunas de las empresas del gigante asiático que cotizan en los mercados financieros del país. La suma de ambos porcentajes, aunque minoritaria, permitiría a la Casa Blanca colocar el mensaje de que TikTok estaría bajo control estadounidense dentro de sus fronteras, una de las condiciones impuestas por la orden ejecutiva, dado que el 40% de ByteDance pertenece a su vez a accionistas norteamericanos. ByteDance poseería el 80% restante de la nueva entidad, a la que se refería en un comunicado reciente como “filial subsidiaria al 100%”. El vicepresidente ejecutivo de Oracle, Ken Glueck, afirmó en cambio que la casa china “no controlaría TikTok Global”.
La línea de desacuerdo atraviesa desde cuestiones secundarias, como la composición de la junta directiva, hasta el núcleo del rompecabezas: el acceso a la tecnología. ByteDance aseguraba en su texto que “el plan actual no conlleva ninguna transferencia de algoritmos”. Según Oracle y Walmart, no obstante, “toda la tecnología de TikTok estará disponible para TikTok Global”. En la lucha por el control de la tecnología radica el meollo de la cuestión. La semana pasada Trump amenazó con que “si descubrimos que [Oracle y Walmart] no tienen un control total, entonces no aprobaremos el acuerdo”.
Pekín, por su parte, se ha inmiscuido en la operación para imponer sus propios límites. A finales del pasado mes de agosto, el ministerio de Comercio amplió la lista de “tecnologías sensibles” para incluir dos componentes del algoritmo de TikTok. Esto significa que, a partir de ahora, ByteDance necesitará el permiso explícito de las autoridades antes de cerrar cualquier transacción. La lista no había sido actualizada en los últimos doce años. De dicho movimiento se desprende que China bloqueará todo acuerdo en el que el código fuente de TikTok deje de ser un secreto. Como declaró al diario hongkonés South China Morning Post una fuente cercana a las negociaciones, “el coche puede venderse, pero el motor no”.
La reacción de ByteDance fue emitir un comunicado en el que aseguraba que “cumplirá de manera escrupulosa” con la nueva regulación. O lo que es lo mismo: que la empresa renunciaría voluntariamente a su negocio en EE UU antes que contravenir los designios del Partido. Este anuncio, curiosamente, es fiel reflejo de la preocupación que en primera instancia motivó el proceso: las dudas sobre la falta de independencia de ByteDance con respecto al gobierno chino y la incapacidad legal para negarse a sus exigencias, lo que afecta tanto a la seguridad de los datos de sus usuarios como a la política de contenidos.
El marco legal del país alimenta las sospechas. La ley de inteligencia nacional, por ejemplo, fue revisada en 2017 para exigir el apoyo y la colaboración de “toda organización o ciudadano”. En el caso de Zhang Yiming, fundador y máximo responsable de ByteDance, no hay que rebuscar demasiado para encontrar un compromiso explícito de su puño y letra. Cuando en abril de 2018 las autoridades chinas cerraron Neihuan Duanzi, otra de sus plataformas, Zhang publicó una carta en la que pedía disculpas, aceptando que la app estaba “desequilibrada con los valores socialistas fundamentales” y mantenía una implementación “débil” del Pensamiento de Xi Jinping, por lo que prometía que su organización “seguiría profundizando la cooperación” con el Partido.
Esta unión de alta tecnología y autoritarismo preocupa en EE UU. Nadie lo expresó de manera más clara ni hiperbólica que Gordon Sondland, embajador ante la Unión Europea entre 2018 y 2020. “Si alguien en el Politburó en Pekín descuelga el teléfono y dice “Quiero escuchar tal conversación, quiero sacar de la carretera a un coche que está conectado a la red 5G y matar a su conductor”, no hay nada que la empresa pueda hacer legalmente en China para prevenirlo”, declaró en febrero del año pasado. “[Por eso] Queremos mantener la infraestructura crítica en Occidente fuera de la influencia maligna de China”.
En el caso de que todo se tuerza, el Partido ya tiene preparado un contraataque. La semana pasada el gobierno reavivó la amenaza lanzada hace un año de elaborar una “lista de empresas no confiables” propia, en la que incluiría firmas estadounidenses a las que aplicaría sanciones, imitando el proceder del Departamento de Estado con Huawei y ZTE. “Pekín se ha mostrado reticente a tomar represalias contra empresas estadounidenses por temor a asustar la inversión extranjera, y es poco probable que quiera agravar los lazos antes de que el resultado de las elecciones sea claro”, apuntaba Dan Wang, analista de Tecnología para la consultora Gavekal en un informe reciente.
“Quizá el resultado más peligroso sería si Trump perdiera y decidiera usar sus 11 semanas restantes en el cargo para firmar aún más órdenes ejecutivas dirigidas a empresas chinas. Los halcones de su equipo, como Mike Pompeo y Peter Navarro, probablemente verían esas medidas como su última oportunidad para reiniciar la relación con China”, concluía el experto. TikTok era el que estaba más a mano, pero por la habitación hay repartidos muchos otros muñecos.
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