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La obsesión por recabar datos que no siempre necesitamos

El gerente de I+D+i de Segittur, Luis Javier Gadea, destaca cómo los sensores en destinos turísticos inteligentes ayudan a mejorar la gestión de servicios

Isabel Rubio
Luis Javier Gadea, gerente de I+D+i de la Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (Segittur)
Luis Javier Gadea, gerente de I+D+i de la Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (Segittur)I. R.

Hasta 20.000 usuarios pueden conectarse de forma simultánea a una red wifi gratuita en las playas de Benidorm para compartir fotografías en Instagram, ver vídeos de Youtube o chatear por WhatsApp. Este servicio, que en principio resulta beneficioso para todo tipo de bañistas, también es especialmente útil para conocer los flujos y tendencias de los visitantes y mejorar la gestión de servicios. Permite, por ejemplo, hacer una predicción de cuántas personas hay en la playa en un determinado momento para fijar el número de socorristas necesarios. Este es solo un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías pueden ayudar a mejorar la gestión de diferentes destinos.

Las oportunidades que se abren con las ciudades inteligentes son enormes”, afirma Luis Javier Gadea (Madrid, 1965). Es gerente de I+D+i de la Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (Segittur) y asegura que las ciudades tienen que hacer uso de las nuevas tecnologías para no quedarse atrás y gestionar mejor los recursos. En este sentido, señala que el contenido publicado en redes sociales es especialmente útil para planificar diferentes eventos y gestionar recursos. “Si mañana hay un concierto, a través del movimiento en redes sociales podemos empezar a saber cuánta gente va a asistir y hacer una proyección. No es lo mismo que vayan 2.000 personas a que se llene con 15.000”.

Además, lugares de toda España ya han desplegado miles de sensores para recoger todo tipo de información: desde la calidad del aire, la temperatura o la humedad a el ruido en una zona determinada o la movilidad. Gadea hace referencia a un proyecto que comenzó en 2013 en Badajoz: “Empezamos desplegando sensores que permiten que detectar cuando alguien pasa cerca con su móvil y hacer un seguimiento de por dónde va pasando”.

Unos diez sensores bastaron para “controlar bastante bien el movimiento de la gente” y determinar si eran visitantes o residentes. “Alguien que pasa todos los días a las nueve de la mañana por el mismo sitio, vive allí. Pero si llega y a los tres días desaparece, es probable que sea un turista”, explica tras participar en un curso en Santander sobre destinos turísticos inteligentes organizado por Segittur y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Bañistas en las playas de Benidorm.
Bañistas en las playas de Benidorm.reuters

Segittur lidera el proyecto Destinos Turísticos Inteligentes, que tiene como objetivo crear una red formada por diferentes lugares que aprovechan la tecnología y el big data para conocer mejor a los turistas de cara a mejorar su competitividad. Entre las ciudades dentro de esta red, están Santander, Almería, Benidorm o Salou.

Seguridad

Gadea subraya que normalmente en estas ciudades inteligentes “las redes de sensores están muy controladas porque no son públicas”. Pero aún así, reconoce que en la actualidad “los proyectos de big data tienen el problema de que muchas veces se conceden sin tener muy en cuenta la ciberseguridad”: “Por eso hay muchas fugas de datos”. Para evitarlo, confirma la importancia de extremar las medidas de ciberseguridad para protegerse frente a ataques o cualquier fallo tecnológico.

Gadea señala que también es deseable pensar qué se va a hacer con una información determinada antes de empezar a recopilarla: “Hay una obsesión muy grande por coger muchísimos datos que no siempre necesitamos. Todo el mundo intenta coger el mayor número de datos sin tener claro qué es lo que quiere hacer con ellos. Pero no serviría de nada recopilar los datos de los autobuses de Santander si no voy a usarlos para ninguno de mis análisis”.

“Hemos pasado de vivir en una sociedad industrial a una sociedad de la información. Los datos son el nuevo petróleo. Se compran y se venden y pueden proporcionar a aquellos que los poseen unos beneficios reales y efectivos”, afirma. Por ejemplo, operadores de telefonía venden a diferentes ciudades inteligentes información “totalmente anonimizada” para el desarrollo de diferentes proyectos.

La información recopilada se utiliza de forma agregada: "A mí no me interesa saber concretamente lo que haces tú porque no me interesa generar un servicio para una única persona. Pero como tú puede haber 2.000 personas hoy en Santander, que están en un rango de edad determinado, con una capacidad adquisitiva determinada… Me interesa ese grupo de personas porque voy a establecer un patrón”.

Una vez que se conoce qué lugares visitan esas personas, durante cuánto tiempo o el dinero que se gastan, es más fácil sacar a la venta un producto determinado o hacer una promoción. E incluso puede servir para tomar decisiones. Por ejemplo, Gadea sostiene que los comercios podrían valorar si abren o no los domingos: “A partir de las transacciones comerciales que se han realizado o del gasto de los turistas, puedes estar controlando cuál es el gasto que se va a producir en una determinada zona comercial y si merece la pena o no”.

El negocio de los datos

Gadea diferencia tres tipos de compañías que negocian con información sobre los usuarios. En primer lugar, las que venden sus propios datos. Pone como ejemplo a Telefónica y a Amadeus, una compañía de distribución y provisión de soluciones tecnológicas para el sector mundial de los viajes y el turismo: “Telefónica sabe por dónde te estás moviendo y Amadeus cuándo se reservan vuelos y a qué destinos”. Esto les permite, por ejemplo, vender información sobre cómo se ha movido la gente en Santander durante cinco días o cuántas personas han reservado vuelos a Santander con origen desde Madrid.

También están las compañías que utilizan programas que rastrean páginas como Booking, Trivago o Airbnb para sacar información valiosa: “Si entras en un hotel determinado en Booking, te va a decir cuánto vale la habitación hoy y cuántas habitaciones quedan libres. Imagina que lo haces todos los días del año y con todos los tipos de habitaciones. Ya tendrías la información de ese hotel durante todo el año”. Este tipo de empresas después organizan toda la información que recopilan y la venden. Por último, existen compañías que compran datos a empresas de telecomunicaciones y realizan análisis e informes. En este caso, señala que se trata principalmente de estudios de movilidad.

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Sobre la firma

Isabel Rubio
Es colaboradora de las secciones de Tecnología, Ciencia y Salud de EL PAÍS. Además de seguir de cerca a Apple, Samsung y otros gigantes, prueba dispositivos y analiza el impacto de los avances tecnológicos en la sociedad. También verifica contenidos científicos en la fundación Maldita.es.

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