La era del mensajero robot
Compañías como Starship, que acaba de cumplir 50.000 envíos a domicilio con autómatas, Kiwibot, Loomo o Scout, de Amazon, compiten en este nuevo negocio
En poco tiempo Starship, Kiwibot o Loomo resultarán igual de familiares que Glovo o Deliveroo. Todas son compañías de envío a domicilio pero, en las primeras, los mensajeros son robots. Y ya son una realidad en países como EE UU, Reino Unido o Estonia.
En pocos pasos, los usuarios pueden descargarse la aplicación móvil de Starship, la compañía de reparto a domicilio con robots que acaba de cumplir 50.000 envíos. Puede pedir entre 10 y 20 kilogramos, el equivalente a tres bolsas de supermercado y en unos minutos un androide con forma de caja blanca con algunos detalles en negro, con una cámara frontal y tres ruedas a cada ladro accionadas por una batería eléctrica aparecerá en su puerta por 1 libra (1,16 euros). Actualmente los robots de Starship están programados para recorrer 6 kilómetros aunque la compañía planea ampliar el radio de entrega.
Los autómatas están estacionados en la entrada de las oficinas de la empresa o regresando de las entregas cuando pueden recibir otro pedido y cambian la ruta de vuelta por la de la tienda a la que han de dirigirse.
Cuando el robot llega al comercio para recoger el pedido, el dependiente es el encargado de introducirlo en el compartimento con una aplicación móvil que desbloquea y bloquea el lugar donde se ubica la carga. Desde el momento que se realiza el pedido hasta que llega, el usuario controla mediante la aplicación dónde se encuentra su encargo a cada momento (igual que las empresas con mensajero humano).
Los robots están estacionados en la entrada de las oficinas de la empresa o regresando de las entregas cuando pueden recibir otro pedido y cambian la ruta de vuelta por la del comercio al que han de dirigirse
Una vez que el robot llegue al destino programado, el usuario desbloquea la tapa del robot a través de la aplicación, y después la cierra para volver a bloquear el compartimento.
El androide reconoce cualquier cruce de carretera a través de su conjunto de sensores y cámaras, y espera a que sea seguro cruzar. “El robot utiliza radar, ultrasonidos, cámaras de tiempo de vuelo y máquina de aprendizaje para entender el mundo que le rodea”, apunta Lex Bayer, CEO de la compañía.
Además posee medidas de seguridad que evitan el robo del bot o de la carga, como alarmas o cámaras. “El robot también puede emitir mensajes de voz para alertar a la gente de cualquier hurto”, asegura Bayer. El androide también es rastreado y es monitoreado remotamente por el personal de la empresa (y pueden tomar el control de la máquina si se diera el caso). “El único incidente que recuerdo es que unos niños trataron de llevarse el androide y cuando sonó la alarma salieron corriendo", añade Bayer.
El CEO asegura que una de las ventajas del envío con este sistema es la eliminación de albaranes de entrega o evitar ir a correos y hacer cola para recibir un paquete aunque “la gran mayoría de los productos que entrega el robot son comida preparada y alimentos de supermercado. Pan, leche y chocolate es lo que más pide el público”, afirma Bayer.
Starship tiene su sede en San Francisco y opera en complejos de empresas como el de la compañía de software Intuit (California) y algunas universidades de EE UU, como el campus de la Universidad George Mason en Fairfax (Virginia) y la Universidad del norte de Arizona. Desde mayo, Starship también opera en el estado de Washington, EE UU, el octavo del país que legaliza los robots mensajeros.
En Reino Unido, Starship opera en Milton Keynes, entregando artículos de tres tiendas de la ciudad. Los robots también se pueden ver por las calles de Tallin, Estonia, (concretamente en la zona de Mustamäe), donde también se encuentra el laboratorio de investigación y desarrollo de la compañía. Los autómatas también circulan de forma autónoma por las fábricas de Daimler y Volkswagen de Alemania.
Otros tipos de robots mensajeros
Amazon también está entrando en el negocio de entrega de pedidos con robots con una cesta eléctrica sobre ruedas llamada Scout. El gigante del comercio electrónico es la última compañía en sumarse a la ola de robots mensajeros.
Scout es similar a los dispositivos de Starship. La compañía está probando seis en un solo barrio del condado de Snohomish, Washington donde entregarán paquetes durante el día de lunes a viernes. En la primera fase los robots irán acompañados por supervisores humanos. La compañía asegura que “quieren asegurarse de que los robots circulen de manera segura y eficiente alrededor de mascotas, peatones y cualquier otra cosa que se encuentren en su camino".
Segway Loomo también es una realidad. Aunque este androide realiza entregas dentro de la oficina. Es blanco, con tres cajones y parece un archivador. El bot de la compañía utiliza 4g o wifi para conectarse a la nube y configurar automáticamente las rutas de los mapas, ajustar los horarios y ser monitoreado en tiempo real. Puede entregar un peso máximo de 50 kilogramos.
Kiwibot ya está trabajando en el campus de la Universidad de Berkeley, California, dónde uno de ellos se incendió hace unos meses por una avería del hardware. Los robots de la compañía son pequeños y se especializan en la entrega de comida.
La empresa, que desplegó su primer bot en 2017, señala que son un 65% más rápidos que los riders, gracias a su tamaño, inteligencia artificial y velocidad constante. También aseguran que el tiempo medio de entrega de los pedidos es de 27 minutos. El inconveniente es que no puede entrar al interior de los edificios y los usuarios tienen que recoger su pedido en la calle.
Envíos a domicilio con drones
Wing, una rama de la empresa matriz de Google Alphabet, ha conseguido permiso para operar un servicio de entrega a domicilio con drones (aviones no tripulados) en Canberra, la capital de Australia.
El servicio permite a los clientes pedir alimentos, café recién hecho o productos de farmacia con una aplicación móvil y recibirlos directamente en el jardín de su casa en unos minutos ya que el avión alcanza una velocidad de 120 km/h. Tiene 12 rotores independientes y vuela a una altura de unos 120 metros. No necesita aterrizar: al llegar al destino, un mecanismo hace que la carga descienda con un cable hasta el jardín o la puerta de la casa y emprende el vuelo de vuelta a su base de operaciones. Puede transportar hasta 1,5 kilogramos de peso y tiene una autonomía de unos 20 kilómetros.
Pero no todo son ventajas. Mientras la compañía ha probado los aviones desde hace 18 meses, los vecinos han tenido que soportar el ruido de los aparatos. Por ello lanzaron la campaña Bonython Against Drones. Las autoridades aeronáuticas ha ordenado a Wing que desarrolle drones más silenciosos y que las entregas se realicen los días laborables entre las siete de la mañana y las ocho de la tarde.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.