¿Hay que prohibir el uso del ‘smartphone’ en reuniones laborales?
Investigadores de la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Montreal concluyen que la privación a secas favorece la sensación de estrés entre empleados
El smartphone ha transformado la vida de millones de personas, y la esfera laboral no ha sido la excepción. Se subraya su apoyo para estar en constante comunicación con los colegas, sus ventajas para tener acceso a un sinfín de información al instante, su ayuda para el trabajo colaborativo gracias a distintas aplicaciones y su capacidad de realizar múltiples tareas sin tener que recurrir a otros instrumentos; todo esto, además, desde cualquier sitio. Sin embargo, este dispositivo también es fuente de preocupación. Los expertos hablan de phubbing para referirse a la desatención hacia otras personas y al propio entorno por concentrarse sobremanera en esta tecnología. De igual modo, emplean el término nomofobia para definir el miedo desencadenado por no poder revisar la pantalla del aparato.
Cada vez más empleadores se muestran inquietos por los efectos negativos del smartphone. Una disposición puesta en marcha en diversas compañías es prohibir su uso durante las reuniones laborales. Un grupo de investigadores canadienses se interesó por esta medida y, de acuerdo a las conclusiones de su estudio publicado en Computers in Human Behavior, la interdicción a secas no produce los mejores resultados. “No todas las personas reaccionan igual. Algunos individuos pueden sufrir estrés frente a la incertidumbre, cuando sienten que no tienen control alguno de la situación”, señala a EL PAÍS Pierre-Majorique Léger, uno de los profesores de la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Montreal que realizaron el estudio.
“No todas las personas reaccionan igual. Algunos individuos pueden sufrir estrés frente a la incertidumbre, cuando sienten que no tienen control alguno de la situación”
Léger recibe a este diario en las instalaciones de Tech3Lab[MB1] , un laboratorio reconocido mundialmente por sus investigaciones sobre la interacción de trabajadores y consumidores con distintas interfaces tecnológicas. “Dos elementos que pueden ayudar a las gerencias son, por un lado, establecer desde el principio cuánto tiempo durará una reunión y, por el otro, hacer una pausa donde se pueda revisar el móvil”, comenta. Stefan Tams, otro de los autores, cuenta que tuvieron la idea del estudio al revisar la bibliografía sobre la nomofobia. “Se ha abordado el tema desde hace algunos años, pero sin matizar sobre distintas condiciones. A los individuos no les afecta de la misma manera. Quisimos por lo tanto saber qué factores tenían mayor impacto negativo en el marco de una reunión laboral”, señala.
Pierre-Majorique Léger, Stefan Tams y Renaud Legoux llevaron a cabo el estudio con 270 jóvenes ejecutivos de distintas empresas de Montreal. La recopilación de información se realizó con cuestionarios, mediante la presentación de escenarios distintos de restricción del móvil en una junta de trabajo. Para ello, los expertos se basaron en el modelo demanda-control-persona, una variación realizada por otros autores al de Robert Karasek, herramienta de uso frecuente para el análisis del estrés laboral.
Efectos
La investigación establece en sus conclusiones: “Los efectos negativos no son significativos cuando la certeza está acompañada de una capacidad de control”. Comenta Léger: “Lo que buscamos es presentar a las compañías las distintas formas de abordar el uso de los móviles en un medio laboral. Saber cómo estas personas pueden continuar siendo productivas en un ambiente específico, de qué forma pueden distraerse menos”, agrega.
Samuel Veissière y Moriah Stendel, investigadores de la Universidad McGill (ubicada también en Montreal) concluyeron en otro estudio que la dependencia hacia los móviles no es el resultado de comportamientos antisociales; al contrario: los individuos buscan monitorear y ser monitoreados. En consecuencia, no poder hacerlo desencadena frecuentemente el estrés. Stefan Tams coincide, aunque matiza: “Nosotros preferimos hablar de uso abusivo y no de dependencia. Un smartphone tiene múltiples ventajas. Las compañías lo saben. El punto es que pueden establecerse controles, pero tomando en cuenta condiciones que no incrementen el estrés. Los empleados se sirven de estos aparatos para otras cosas. Por ejemplo, para estar en contacto con sus familias, de la misma forma en que los utilizan con fines laborales fuera de la oficina”.
Tams y Léger cuentan que su estudio fue posible gracias a un financiamiento que obtuvieron -por parte del Gobierno de Canadá- para analizar distintos temas vinculados con el smartphone en la esfera laboral. Tams se concentra actualmente en un proyecto que busca comprender el impacto en los trabajadores, sobre todo entre los de mayor edad, del uso de ciertas aplicaciones. Por su parte, Léger se enfoca en los accidentes de trabajo provocados por revisar el móvil, un asunto que preocupa sobremanera a las compañías aseguradoras. “Estamos aprendiendo y adaptándonos. El desarrollo de estos dispositivos no para. Recuerdo que las primeras investigaciones sobre el uso abusivo del móvil tomaban en cuenta cuando alguien salía de su casa con dos baterías. Hoy hablamos de dispositivos sumamente potentes”, apunta Léger.
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