Un traductor en el bolsillo
LinqApp ofrece el significado de una palabra o resuelve dudas gratis en menos de tres minutos
Sebastian Ang (Dortmund, Alemania, 1979) se fue a Taiwán con la ilusión de aprender mandarín. Pronto se dio cuenta de que no era una misión sencilla. “Era una locura, no me enteraba de nada. Comencé a usar Google Translator, como cualquier turista, pero me di cuenta de que no era suficiente”, recuerda. Así es cómo surgió el germen de LinqApp, una aplicación del StartupStadium, la incubadora asiática, que se presenta en TechCrunch Disrupt, la mayor competición anual de nuevas ideas.
Su propuesta, gratuita y sin financiación más allá de los fondos propios y ayuda de familia y amigos, consiste en tener una respuesta casi en tiempo real. Siguiendo la inspiración de Google Translator, basta con hacer una foto para comenzar el proceso. La diferencia estriba en que detrás de cada petición no hay un motor de búsqueda, sino una comunidad de personas. Son humanos los que contestan en el idioma deseado qué es lo que pone en un cartel del metro, una valla o un libro. Desde sus inicios hace menos de un año han sumado 80.000 nativos en 86 idiomas que responden a través del programa.
Durante TechCrunch Disrupt han presentado una novedad, Live, un servicio de preguntas y respuestas, más allá de las imágenes, que permite usar un traductor a través del teléfono en menos de un minuto. “Sé lo que es sentirse perdido en Asia, esa desorientación…”, dice con cara de pena. Esta actitud forma parte del teatro de Silicon Valley, del elevator pitch, como se llama a las presentaciones breves que buscan captar la atención, y el dog food, como denominan a probar tus propios inventos. Casi siempre se funden ambos, historia corta basada en un problema que le sucede al fundador.
Ang pretende que la aplicación sea siempre gratis. Por ahora, a los colaboradores que traducen con celeridad las imágenes o ejercen de traductores, se les paga con reputación en forma de puntos que sirven de reconocimiento. Cuando Google lanzó un servicio, en inglés, para hacer búsquedas a través de una llamada de teléfono, de manera gratuita, muchos se rompieron la cabeza tratando de dar con el modelo de negocio escondido detrás de tanta generosidad. En realidad, no lo había. Al menos, no directamente. Google utilizó todos esos datos en forma de archivos de voz con preguntas para tener un gran almacén de acentos, tonos, giros… que más adelante sirvieron para que su reconocimiento de voz funcionase. Ang, en cambio, quiere que su aplicación, en una segunda fase, se convierta en un escaparate donde los ahora voluntarios ofrezcan servicios de pago. “Si sabes que alguien es eficiente y contesta siempre bien, es muy probable que confíes en él para traducirte una carta”, explica el creador de esta aplicación que funciona tanto en Android como en iPhone.
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