El Rubius: “En la tele no podría ser yo mismo”
Ahora que Youtube cumple 10 años, una de sus mayores estrellas afirma que no cambiaría el 'online' por la pequeña pantalla
Allá por 2008 o 2009, el año no lo recuerda a ciencia cierta, Rubén Doblas Gundersen (Málaga, 1990) estuvo a punto de pagar caro lo de hacer el ganso frente a la cámara. El lugar, la plaza mayor de la ciudad noruega Bergen. La situación, un joven con una pistola (de juguete) pegando gritos.
Era la escena de un corto amateur. Pero nadie podía saberlo porque los que grababan estaban tomando un plano alejado desde uno de los edificios cercanos. Así que, unas calles más abajo, llegaron los SWAT nórdicos: un furgón policial con un escuadrón de seis agentes armados con ametralladoras. Al final, la cosa quedó en un susto para Gundersen. Pero no escarmentó. Ni mucho menos.
Rubén Doblas es El Rubius. Youtuber de profesión. Humorista para las nuevas generaciones. Ídolo de masas. Estrella que acumula 11.372.834 suscriptores (y contando) en su canal de vídeos online: elRubiusOMG.
Universo Rubius
Mide un metro noventa. Le gustan las pizzas, las hamburguesas y las pizzas de hamburguesa. Tiene dos gatas. Triunfó por primera vez gracias a comentar el videojuego The elder of scrolls V: Skyrim. Su primera consola fue una Super Nintendo que le regalaron unos "amigos guiris" de su abuela. Ha tenido tres novias serias. Ama el beat box. Su juego favorito es el Pokémon edición roja de la antigua Game Boy, con el que se convirtió en gamer. El verde es su color preferido. El grupo musical, Linkin Park. Le gusta vestirse a lo Eminem, con ropa suelta, gorra y capucha. Si tuviera que perderse en uno de los paisajes de videojuegos que visitamos en este número, elegiría el del Xenoblade.
Pero durante la entrevista, Doblas se permite ser también un chaval sincero, sin aura de divo, apasionado absoluto de los videojuegos que le han dado la fama y consciente de que, en algún momento, “esto se va a acabar”. Lo que tiene claro es que cuando se acabe se acabará desde Youtube: “En la tele no funcionaría. Me censurarían. No podría ser yo mismo”.
El Rubius no tiene pelos en la lengua para opinar sobre la que parece la próxima ola para los youtubers. Hace unos meses, revistas como Variety o LA Times atacaban con titulares prácticamente idénticos: Los youtubers dan el salto a la televisión. Canales como Style Haul (con medio millón de suscriptores) o Smosh (con más de 20 millones) sonaban en la tómbola de una tendencia creciente, el salto del monitor a la pequeña pantalla.
¿El motivo? Que la diferencia de ingresos publicitarios es astronómica… a favor de la tele. Según la consultora Emarketer, por la publicidad online Estados Unidos (que marca tendencia) se gastará unos 7.000 millones de euros este 2015. En la televisión, más de 60.000.
El secreto de Youtube: ser tú mismo
Que El Rubius quiera pasar de la tele se explica fácil. Ve claro que su tremendo éxito nace de una complicidad con sus fans que no puede prefabricarse: “Yo creo que conectamos con la gente porque hablamos igual que si estuviéramos con los amigos. Eso es lo que mola de Youtube. Y eso no se puede conseguir con un guion”.
Es en ese chaval hablándole a chavales donde El Rubius cree que se encuentra la magia. Y por eso cuando se le pregunta por la colección de tacos y barrabasadas para público juvenil que suelta en su canal se justifica: “Al principio hasta me acusaron de machista o racista. No lo soy para nada. Solo busco divertir con algo de humor negro, sin hacer daño a nadie”.
El humor que crea El Rubius va para sus fans. No tiene problema en admitir que, si un adulto ve uno de sus vídeos, en los que no deja de gesticular entre cortes histéricos de montaje y mil y un efectos estridentes mientras comenta videojuegos, lo mire como si fuera extraterrestre: “Entiendo perfectamente que piense: ¿pero qué está pasando aquí?”. Tal fue la reacción del crítico de cine Carlos Boyero al ver uno de sus vídeos.
Un éxito también en las librerías
Tardó en decidirse, pero al final El Rubius se animó a firmar su primer libro: El libro troll (Planeta, 2014), un manual de gamberradas que invita, por ejemplo, a pasear a una salchicha con correa como si fuera una mascota. Resultado: en un año ha vendido más de 100.000 ejemplares.
Pero todos estos triunfos no le hacen soltarse y decir cuánto gana. Aunque se ha reído públicamente del rumor de que se embolsa más de dos millones de euros al año: “Si estuviera en Inglaterra o en Estados Unidos, podría ganar eso. El CPM [ingresos publicitarios por cada mil espectadores] se multiplica más o menos por cuatro para esos países respecto a España”.
La fama sí tiene un precio claro: “He tenido que mudarme por culpa de uno de mis vídeos. Saqué unos pocos fotogramas de la fachada y empecé a tener a gente acampando todos los días frente a mi casa”.
El desgaste llega también por la presión psicológica de no repetirse, de seguir gustando: “Llegados a estos niveles, cuesta abrirse más y ser tú mismo. Todos los youtubers tememos ese momento en que no conectemos y la burbuja estalle. Y sabemos que va a ocurrir. Yo llevo pensando desde el principio: ‘Esto dura un año más’. Pero ya van cuatro”.
¿Y qué le quedará al Rubius si su fama se acaba? Pues tal vez decir adiós a ser humorista de la generación 2.0 y canalizar su amor por el videojuego de una manera bien diferente. “Antes de todo esto estaba estudiando animación 3D para aprender cómo se hacen los videojuegos. Tal vez vuelva a eso. No lo sé. De momento ser youtuber es lo que quiero. Es lo que se me da bien y me encanta. Y lo que pase, pasará”.
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