Celestinas en el móvil
A mediados de los noventa irrumpió la web de citas Meetic y ahora le toca a una segunda fase de aplicaciones mucho más avanzadas
¿Estudias o trabajas? Una fórmula anticuada, propia de barra de bar o pista de discoteca, pero poco realista en tiempos de redes sociales y mensajería instantánea. El amor se busca en eventos. Los meetups (encuentros de programadores y entusiastas) que casi siempre suelen dar acceso gratis a las chicas. Una vieja técnica de los locales nocturnos.
Pero antes de llegar a ese punto, hay que superar una barrera, la de pasar del mundo digital a la vida real. Escudarse detrás de una pantalla es una comodidad propia de la vida móvil. Si a mediados de los noventa Meetic irrumpió en el navegador del ordenador ahora toca una segunda fase mucho más avanzada, donde los patrones de conocimiento y comportamiento del usuario marcan la diferencia.
Tinder, la última en llegar, generó polémica por su pragmatismo. Basta con conectarlo a Facebook para ir pasando perfiles de personas cercanas como si fueran cromos, “me gusta”, “no me gusta”.
El modelo de negocio, que mueve anualmente más de 1.200 millones de dólares en EE UU (1.050, de euros), se sustenta en su capacidad para encontrar esa media naranja sin dar muchos rodeos. Ahí residen precisamente las críticas, en la cada vez más extendida sensación de que de manera premeditada hasta la tercera o cuarta cita no se da con la persona adecuada para entablar una relación duradera. Así es como estas aplicaciones se embolsan una cantidad mayor. Acierto-error, acierto-error. Mientras, los clientes pagan por acceder a perfiles más afines o contar con un mejor lugar en el escaparate.
Match lidera con unos ingresos de 605 millones de dólares (530, de euros). eHarmony, segunda en esta carrera de celestinas, se queda en 310 millones de dólares (271, de euros) en 2013. Zoosk, con 114 millones de dólares (100, de euros), pretende salir a bolsa el próximo año. Según el instituto Pew, el 11% de los americanos que se declaran solteros usan estos servicios.
La foto de perfil, la primera impresión si se piensa detenidamente, es el primer paso para comenzar la inquietante búsqueda. La elección puede decir de cada uno más de lo que se cree. Algunas claves para ganar visibilidad son mirar de frente a la cámara, sonreír mostrando los dientes, evitar los selfies y nada de aparece sin camisa, ellos, o presumiendo de escote, ellas.
A medida que crece el interés en este tipo de aplicaciones, la oferta gana en diversidad. Tinder, la última en llegar, generó polémica por su pragmatismo. Basta con conectarlo a Facebook para ir pasando perfiles de personas cercanas como si fueran cromos, “me gusta”, “no me gusta”. En la parte superior reservan un mínimo espacio para comprobar si se tiene algún amigo en común o una afición afín. Por ahora es gratis, como suele suceder en Silicon Valley, importa más la "tracción", como definen a la capacidad para conseguir usuarios, que hacer caja. Aún así, han ideado una fórmula que pronto pondrán en práctica; pagar por volver a valorar a alguien. Asumen que la decisión puede depender de un momento de ánimo concreto, pero que todo el mundo merece una segunda oportunidad.
En esta misma línea, el último grito es LinkedUp, que replica la mecánica de Tinder, pero a partir de los datos compartidos en LinkedIn. Un cóctel todavía más peligroso, pues el factor profesional es un ingrediente más al buscar la potencial media naranja.
El mundo de las citas online -salvo pequeñas excepciones, como la española Caoba- está en manos de dos empresas. La primera es EHarmony, con la aplicación del mismo nombre, eDarling y la francesa que compraron Adopte un Mec, y que en español funciona como Adopta un tío; y la segunda es IAC, con Meetic, Match, OK Cupid y Tinder. Acaban de hacerse además con HowAboutWe, el polo opuesto a Tinder por su suavidad. Su mecánica es distinta. Una persona propone una cita en un lugar y día concreto: “Un paseo en bici a Sausalito”, “una barbacoa en la azotea”, “pasear por el lago Tahoe”. Los detalles son tantos como la imaginación del que pretende cortejar un nuevo amor. A quien le guste la propuesta, se le invita a dar motivos por los que ir.
La genética será la siguiente frontera en este campo. Singld, creado recientemente con 900.000 dólares de inversión (790.000 euros), apuesta por ello
Cada año, los directivos del sector se reúnen en su propio Bildeberg, con el mismo secretismo. El Online Dating Summit, que este año se celebró en Phuket, Tailandia. Solo tienen derecho 10 consejeros delegados, el resto lo harán solo con invitación y más de 2.900 dólares (2.540 euros) para pagar la inscripción. Allí es donde deciden qué nichos de mercado despiertan, hacia dónde debe virar la industria, las compras y las adquisiciones.
Danae Young no está entre los selectos asistentes, pero quizás debería. Se le considera la heavy user con más conocimiento en la materia. Su blog se dedica a relatar su experiencia en Tinder, donde confiesa que ha conocido “al bueno, el feo y el malo. Y todas las categorías intermedias. Desde el loco del sexting, que quiere calentar la conversación pero luego no queda, al que quiere todo media hora después de mandarse un saludo inicial”.
Convertir a los usuarios en cobayas es una constante. Primero lo hizo Facebook. Después, Ok Cupid, que ha levantado gran revuelo. En ambos casos, una cláusula en los términos de uso les permite este tipo de pruebas pero, ¿es lícito cuando se paga por un servicio? Christian Rudder, fundador de OK Cupid, les resta importancia: “Si usas Internet estás sujeto a cientos de experimentos cada cierto tiempo. Así es como funciona”.
Convertir a los usuarios en cobayas es una constante. Primero lo hizo Facebook. Después, Ok Cupid, que ha levantado gran revuelo
El 15 de enero decidieron convertirlo en “el día de las citas a ciegas”, que se traduce en la eliminación de las fotos. Los resultados fueron sorprendentes: La respuesta al primer mensaje entre dos desconocidos fue un 44% más frecuente, las conversaciones fueron más largas e intercambiaron antes su email y número de teléfono. En resumen, funcionaba mejor. Lo que A. intuía con su estrategia para llamar la atención, se comprobaba con datos.
La genética será la siguiente frontera en este campo. Singld, creado recientemente con 900.000 dólares de inversión (790.000 euros), apuesta por ello. El alta se hace en el mundo analógico, tras recibir un kit para tomar muestras de ADN, se envía a sus laboratorios. A partir de ahí comienza la travesía. Si el amor es cuestión de química, el tiempo tendría que darles la razón.
Almudena, especialista en marketing y comunicación pasaba la treintena y seguía sin dar con la persona adecuada. Contaba con una estrategia, en contra de las recomendaciones, dejó su perfil sin foto. Cuando le acechaban posibles citas, con petición de una imagen, siempre decía lo mismo: “Queda y te llevas la sorpresa”. A la tercera cita dio con el amor de su vida. Greg, director técnico de una empresa de tecnología, ya tenía dos hijos y una separación sobre la mesa. Él llegó, un poco, por probar suerte. Hoy tienen un pequeño de cuatro años y viven en San Francisco, junto a la playa. La historia serviría de anuncio de vaya publicitaria. Funcionar, funciona.
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