Las prioridades son el español y el portugués
Más del 90% de las ciudades brasileñas y mexicanas no cuentan con librerías
“Solo en Estados Unidos tenemos, ya, ahora mismo, una audiencia potencial de 50 millones de lectores”, sostiene Pedro Huerta (Lima, 1971), máximo responsable de contenido de Amazon para América Latina. Como muchos de sus colegas en este campo pasó de la edición tradicional, proviene de Random House, a la electrónica.
Su visión es clara: “El 90% de las ciudades de Brasil no tienen librerías. En México, el 93%. El precio medio del libro impreso en ambos países oscila entre 20 y 25 dólares. No hay una masa crítica como para que baje el precio, así que la distribución digital es la única opción para incentivar la lectura”. Lo afirma desde el punto de vista del negocio, pero también con una inusitada insistencia en la cultura.
Amazon ofrece a través de su tienda online libros electrónicos en México y Brasil de manera oficial, pero también permite comprar a través de los títulos en español del catálogo de EEUU a todos aquellos que compraron el aparato a través de Internet.
“América Latina está creando una nueva clase media, pujante, con interés en la formación propia y la de sus hijos”, insiste. Al mismo tiempo aclara que el interés no pasa tanto por vender sus Kindle, ya sea libro electrónico o tableta, como por el contenido: “No importa tanto el aparato como que lean. En México y Brasil, donde comenzamos a recabar datos fiables, vemos que se lee de media tres libros al año”.
En Kindle la vida de un libro es más larga, aquí no hay descatalagados y no ocupan espacio en ningún almacén
La dificultad más destacada es la ampliación de catálogo. En Brasil, donde están desde diciembre de 2012, salieron con 13.000 títulos. Ya superan los 30.000, pero no se conforman. “Todavía hay editores que se guardan títulos del catálogo, no ofrecen todos. Nosotros tratamos de convencerles de que esa no es la mejor estrategia. Por ejemplo, tras la muerte de García Márquez, muchos de sus títulos pasaron a ser los más vendidos. Lo habitual al terminar uno de un autor que ha gustado, es buscar más con su firma”, explica.
En México salieron con 35 obras en nautl, lengua indígena. Todas son gratuitas tras un acuerdo con el Ministerio de Cultura. “Queríamos ayudar a que no se pierda lo local. Este tipo de soportes son mayoritarios pero también de gran potencial para minorías. Nadie publicaría algo en papel con una audiencia tan pequeña, pero sí se puede conservar el legado si se digitaliza”, insiste.
La piratería preocupa, especialmente en España, aunque no se atreve a castigarlo. Su estrategia para frenar el problema se enfoca con mejoras y promociones: “Hay que hacer que la compra sea fácil y que se promocione bien el contenido. Cada día ofrecemos un libro con rebajas de hasta el 90%. Esto hace que se conozca mucho más, pero también que después siga vendiendo porque entra, casi siempre, en la lista de los bestsellers”.
El siguiente peldaño para ser todavía más rentables pasa por su motor de recomendación. A partir de lo que se lee, saber qué podría gustar a cada cual. “En las librerías físicas los editores se pegan por estar en el escaparate, aquí es dinámico, son sugerencias diferentes para cada lector”, subraya.
En América Latina cuentan con un competidor importante, Kobo, del gigante japonés Rakuten, mucho más centrado en países emergentes que Amazon. El directivo resta importancia a su papel: “No lo vemos como una guerra, sino como una forma de conquistar al consumidor. Nosotros queremos deslumbrar siempre, pero si vemos que otros lo hacen bien, tomamos nota para mejorar. Pensamos en el largo plazo, en crear algo que no existía”.
Una de las armas con que cuentan es la autopublicación, un servicio que permite que sean los propios autores los que promocionen, ofrezcan, pongan precio y distribuyan sus libros en formato electrónico. “Tenemos un mercado potencial de 550 millones hablantes de español, no creo que nadie se atreva a rechazar esta masa”, defiende. Entre los más destacados están Blanca Miosi., Manuel Loureiro, Marcos Chicot y Juan Gómez-Jurado.
Su próxima meta es extender esta cultura a las editoriales. En Chile y Argentina cierran los acuerdos con normalidad, en Colombia confiesa que les está costando algo más. Destaca la labor de La Bestia Equilatera, formada por 14 personas. “Ya no hay editoriales grandes o pequeñas, sino lentas o rápidas. Han sabido crear una comunidad fiel. En Kindle la vida de un libro es más larga, aquí no hay descatalagados y no ocupan espacio en ningún almacén”, explica.
Aunque oficialmente no están en Argentina, sí destaca un acuerdo con Quino, por los 50 años de Mafalda. “Las viñetas nos interesan muchísimo, atraen a nuevo público y resultan muy atractivos en tabletas, crean lectores. Después se ha sumado Gaturro y ahora estamos en negociación con Liniers”, concluye.
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