El arte electrónico premia a Madrid
El Campo de Cebada, un proyecto ciudadano, gana el Golden Nica
“El Campo de Cebada nace de la voluntad de habitar los conflictos para resolverlos desde dentro. Cada día ponemos en práctica una forma de hacer ciudad desde abajo con sistema de participación sencillo, abierto y transparente, que involucra y beneficia muchísimas personas”. Lo afirma Manuel Pascual, uno de los vecinos del barrio madrileño de La Latina que en 2010 pusieron en marcha el proyecto El Campo de Cebada, que acaba de recibir el Golden Nica. Es el máximo reconocimiento en la categoría de Comunidades, de los prestigiosos y cuantiosos Premios Ars Electronica, que se entregarán en septiembre en Linz (Austria).
No son muchos los españoles que han recibido este premio desde su creación en 1987 y concretamente en esta categoría es la segunda vez, tras Canal Accesible de Antoni Abad en 2006. El jurado ha valorado no sólo el extraordinario éxito de la iniciativa, sino su capacidad de integrar diversas realidades y exigencias de una forma extremadamente orgánica y flexible.
Situado en pleno centro de Madrid, en la plaza de La Latina, El Campo de Cebada surgió precisamente de un problema: la demolición del polideportivo para acoger un mercado, que nunca se llegó a construir. “Lo que aquí sucede es el resultado de la acción conjunta de vecinos, arquitectos, agentes culturales, asociaciones y administración, intentando siempre incluir al mayor número de agentes posibles en la toma de decisiones”, explica Pascual, arquitecto del estudio Zuloark.
El núcleo fundacional, en el cual había toda clase de profesionales, artesanos y vecinos, diseñó un proyecto, que se presentó a Hacienda, la propietaria del solar. La idea les convenció y el solar fue traspasado a la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, “para que perteneciera a la mayoría de gente posible”, matiza Pascual.
A partir de allí, los vecinos consiguieron otra peculiaridad, establecer un canal directo con la junta del distrito centro para poder programar sin tener que estar lidiando continuamente con permisos y burocracia. “El acuerdo prevé que podamos organizar actividades gratuitas, que no molesten los vecinos de la que llamamos primera línea de playa. De este modo todo el que tenga un evento en mente puede someterlo a la asamblea y organizarlo”, explica Pascual, subrayando que el sistema constituye de hecho un canal para facilitar la programación cultural a aquellos agentes que tienen más dificultad para acceder al circuito comercial.
Actualmente la infraestructura incluye huertos y jardines, herramientas comunes tanto para construir un banco (los hay de todo tipo) como para proyectar una película, un anfiteatro con gradas y un campo de deportes con portería y canastas.
Todas las actividades se desarrollan al aire libre, pero acaban de poner en marcha una campaña de crowdfunding (financiación colectiva) para construir una cúpula geodesica donde resguardarse durante el invierno.
Todos sus conocimientos están online en forma de planos y programas de código abierto. “La idea de smart city para nosotros está mucho más vinculada a la participación y el open data, que a un urbanismo lleno de sensores”, indica Pascual.
Tras celebrar la victoria el próximo domingo “con una gran fiesta en que pasará de todo”, tendrán que invertir los 10.000 euros del premio. “Los usaremos para muchas cosas, pero ante todo de forma proactiva para intensificar la presencia y actividad del proyecto en Internet”.
En la misma categoría, otros dos proyectos españoles han recibido menciones de honor: Casas tristes, de Derivart y Oiga.me, de Alabs.
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