Anatomía de Glass
Las gafas de Google todavía son poco útiles y con pocas aplicaciones, pero muy futuristas
Se esperaba mucho más de las gafas Glass en la conferencia I/O de San Francisco, pero apenas se citaron. La parte oficial de la conferencia de Google ha pasado por encima del producto estrella del año pasado. ¿Por qué? En gran parte para no generar decepción.
Google solo ha puesto en circulación alrededor de 4.000 unidades entre desarrolladores dispuestos a pagar 1.500 dólares por ellas. Esa es la barrera de entrada a este nuevo mundo. Después de usarlas parece una estrategia lógica. Son bonitas, está muy bien diseñadas, no resultan pesadas, pero sí dan sensación de quedarse cortas en cuanto a opciones y programas.
Ahí está la clave. Google se asegura que estos primeros aparatos sirvan para crear todo un mundo de aplicaciones. Al ponérselas, lo primero y muy importante es ajustarlas bien para tener el contraste y visualización correctos, de lo contrario pueden resultar incómodas. La batería dura entre 4 y 6 horas.
De momento solo se pueden ver correos, hacer fotos y vídeos, adjuntarlos o compartirlos en Google+, consultar mapas, con información de comercios cercanos, y ver información meteorológica.
¿Cómo se ve? Muy parecido a cuando se miran las pantallas de llegadas y salidas en los aeropuertos, basta con mirar un poquito hacía la parte superior derecha, para ver como se superpone una capa de información. El resto se ve perfectamente. Es como si la realidad se convirtiese en una pantalla sobre la que proyectar contenido. No molestan para caminar, aunque da la sensación de que quizá no sean tan cómodas al volante.
La patilla manda. Al final de la misma, tras la oreja se esconde la batería. En el lateral derecho, junto a la sien se encuentra el botón de disparo. Dos toques para cambiar en el menú, uno para confirmar; para cancelar o ir atrás deslizar el dedo de arriba a abajo. De delante a trás, para avanzar en el menú. No hace falta saber más.
Podrían ser interesantes no solo para ocio con películas y videojuegos (un campo que se puede explotar con gran creatividad en este formato), también para servicios públicos, dando información de lo que nos rodea. Incluso interesantes para turismo, aventura o visita a un museo. También para que un médico consulte información de un paciente mientras le reconoce, por ejemplo. Ofrecen todo un mundo abierto a la imaginación. Larry Page, consejero delegado de Google, se conforma con guardar vídeos y fotos de sus pequeños.
Los que las han usado de manera más intensiva aseguran que se tiene cierta fátiga en el ojo derecho por un movimiento poco habitual, pero muy repetitivo. ¿Harán falta ejercicios específicos para las gafas Glass? ¿Una nueva terapia visual quizá?
De momento, las gafas de Google arrastran más preguntas y expectativas que realidades. El periodo navideño, fecha que se daba para su comercialización, parece demasiado cercana.
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