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Una investigación de Sanidad descarta que España vaya a sufrir una crisis de salud pública por el fentanilo

El estudio, el primero de estas características, considera muy poco probable que la caída de la producción de opio en Afganistán catalice la irrupción de los opioides sintéticos en el país

Joseph, un consumidor habitual de fentanilo y crack, en San Francisco (California, Estados Unidos).
Joseph, un consumidor habitual de fentanilo y crack, en San Francisco (California, Estados Unidos).Carlos Rosillo
Oriol Güell

Las evidencias disponibles permiten augurar que España no sufrirá en el futuro próximo una crisis de salud pública relacionada con el fentanilo, un potente opioide sintético que cada año causa 70.000 muertes en Estados Unidos. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por Episteme Social, entidad especializada en investigaciones sociales, financiado por el Ministerio de Sanidad y que ha sido presentado este miércoles. Es el primer estudio de estas características realizado en España sobre la potencial amenaza que el fentanilo supone para el país. “El trabajo es importante porque aporta luz a una cuestión que nos preocupa y vigilamos de forma constante”, ha afirmado en el acto el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Joan Ramon Villalbí.

La investigación descarta que en España que pueda producirse por ahora el que ha sido en los últimos meses un motivo de preocupación entre los expertos: que la drástica caída del cultivo de la adormidera o amapola del opio en Afganistán —de la que se produce la heroína y se redujo en un 95% en 2023, según los autores— tras la prohibición impuesta por los talibanes deje sin heroína el mercado ilegal de esta droga. Esto, en lugar de tener efectos positivos por la menor disponibilidad de la sustancia, hace temer a los especialistas que suponga una ventana de oportunidad para que el fentanilo ocupe su lugar en España y países cercanos, según alertó en enero el Observatorio Europeo de la Droga.

“No es algo previsible que vaya a producirse en los próximos años″, ha explicado David Pere Martínez-Oró, director del Episteme Social y autor del estudio. Las razones que permiten descartar esta posibilidad son cuatro. La primera es que la previsiones son que la heroína de Afganistán, primer productor mundial, sigan llegando al menos hasta 2027 o 2028. “Existen unas reservas [de opio y heroína] importantes después de las buenas cosechas de los años anteriores, por lo que lo más probable es que el tráfico siga produciéndose. No se ha notado, por ejemplo, una caída de los decomisos”, ha explicado en la presentación Ernest Robelló, director del programa de la Unión Europea CADAP 7, de cooperación con los países de Asia Central para la reducción de la demanda de drogas.

Los expertos también consideran improbable que el descenso de la producción de opio en Afganistán sea sostenible en el tiempo por la precaria situación que vive el país y los elevados rendimientos económicos del cultivo de la adormidera. Un agricultor puede obtener hasta 24.000 dólares por hectárea con esta planta, cifra que se reduce a unos 700 dólares con cultivos alternativos como el trigo.

La segunda razón es la situación global del mercado ilegal de opioides sintéticos, donde los fentanilos (el opioide propiamente llamado así y otras moléculas muy similares) están en retroceso por los estrictos controles existentes sobre la producción de esta sustancia y las materias primas o precursores necesarios para fabricarlos. “Parece que hay un agotamiento de los fentanilos en los mercados internacionales”, ha afirmado Martínez-Oró.

En su lugar, los expertos alertan de que otros opioides sintéticos como los nitazenos —que son hasta 50 veces más potentes y ya han producido algunas muertes en el Reino Unido— están sustituyendo al fentanilo, en parte gracias a que aún no son una sustancia ilegal y sus precursores están disponibles en el mercado del sector químico, aunque esta amenaza aún no se vislumbra en el corto plazo para España.

Sin demanda

La tercera razón que el estudio concluye que permite prever que no habrá un aumento importante del consumo de fentanilo en España es la demanda “prácticamente nula” de esta sustancia en el país. “No hay que pensar que los consumidores abrazarán esta sustancia de una forma acrítica. Su perfil en España es muy distinto al de Estados Unidos en su manera de consumir, de actuar...”, afirman los autores, que consideran que en el caso de que la heroína fuera sustituida por opioides como el fentanilo, la “demanda existente es adaptable” y probablemente optaría por sustancias percibidas como de menor riesgo por los propios consumidores como “las benzodiacepinas”.

Este hecho se ve favorecido, como cuarta y última razón, por el “gran factor de protección” que supone el Sistema Nacional de Salud y la “robusta” red de dispositivos especializados en atención a las adicciones, que permite a los consumidores de drogas ilegales tener amplio acceso a fármacos sustitutivos (metadona, por ejemplo) y aquellos usados para atender los casos de sobredosis (naloxona). En Estados Unidos, por ejemplo, la presentación de naloxona en espray nasal (la más indicada para casos de riesgo vital) no fue autorizada hasta 2015, “cuando las muertes por sobredosis desde 1999 ya superaban las 300.000″. En España, en cambio, “la naloxona está autorizada desde 1978 y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha autorizado en 2024 doce presentaciones”.

Las conclusiones del estudio, hasta cierto punto tranquilizadoras, no deben frenar los trabajos de prevención e investigación en marcha, ha insistido Villalbí. En primer lugar, por los rápidos cambios que pueden producirse en el mercado internacional de sustancias ilegales y el crimen organizado. Y, también, porque deberá ser vigilada con atención “la evolución de los nitazenos y otras sustancias como la xilacina”, un potente sedante de uso veterinario que también ha sido detectado en los circuitos de tráfico de drogas.

Los autores destacan también que por ahora la presencia de fentanilo en España como sustancia ilegal sigue siendo testimonial, aunque pueden producirse algunos cambios. “Los flujos globales de los mercados de drogas ilegales pueden catalizar la aparición en España de algunos lotes de sustancias adulteradas con fentanilo, nitazenos o xilacina”, admiten los autores, que sin embargo consideran “bastante improbable” que esto alcance volúmenes elevados “porque los opioides sintéticos circulan por Europa desde hace más de 30 años y España siempre ha estado libre de estas sustancias”. La conclusión del estudio es que “mientras haya heroína afgana disponible, estos casos se producirían en situaciones puntuales que, efectivamente, pueden causar algunos casos puntuales de daños y sobredosis fatales, pero que no alcanzaría a provocar lo que sería considerable como una crisis de salud pública”.

Los autores centran todas sus afirmaciones en el fentanilo como sustancia de producción ilegal en los mercados controlados por el crimen organizado. En el caso de los medicamentos aprobados en España que contienen esta sustancia, indicada para el tratamiento del dolor intenso, estos afirman que “puede haber algunos casos de desvío” para su uso fuera de las indicaciones prescritas, pero que se trata de un problema muy minoritario y con otras problemáticas asociadas debido a los estrictos controles que la sanidad pública mantiene sobre estos fármacos.

Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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