Fundación CRIS contra el cáncer: la lucha de una superviviente por impulsar la investigación oncológica
La Universidad de Londres otorga el doctorado ‘honoris causa’ de Medicina a Lola Manterola por su liderazgo y esfuerzo en la recaudación de fondos para lograr la cura de la enfermedad
Los proyectos más altruistas nacen de un impacto seguido de un descubrimiento. Los dos son igual de importantes. El impacto es sufrir un cáncer especialmente raro —mieloma múltiple— cuando tienes 37 años, una vida familiar plena y una carrera profesional de éxito. El descubrimiento, después de salir adelante gracias al tesón de un esposo que mueve cielo y tierra hasta dar con la solución que te salvará la vida, consiste en entender que nunca somos el centro del universo, sino parte de una comunidad que necesita del esfuerzo de todos.
“Para nosotros fue una experiencia reveladora. Yo me iba a morir, porque no funcionaba el tratamiento convencional. Y de repente dimos con un ensayo clínico que nos cambió la vida. Nos preguntamos cómo podíamos ayudar, e hicimos un estudio en España y descubrimos que no existía ninguna fundación que se dedicara en exclusiva a la investigación contra el cáncer, como en muchos países de nuestro entorno”, cuenta 13 años después Lola Manterola, la presidenta de la Fundación CRIS contra el cáncer (Cancer Research & Innovation in Science, Investigación del Cáncer e Innovación científica), con sedes en España, Reino Unido y Francia. Este martes recibirá el doctorado honoris causa de Medicina de la Universidad de Londres, a propuesta del Instituto de Investigación del Cáncer.
Es fácil inundar este artículo de cifras, todas igual de impactantes, para explicar el trabajo de la fundación. Cincuenta millones de euros dedicados a financiar la investigación oncológica, y en torno a ochenta comprometidos ya para los próximos cinco años; 310 investigadores y científicos; 499 ensayos clínicos en unidades y proyectos de CRIS; beneficios para más de 8.300 pacientes directos y un impacto potencial que alcanza a once millones de personas.
Pero basta con recordar al pequeño Mathías, de siete años, cuya leucemia resistió a todos los tratamientos aprobados. Como contó EL PAÍS, el equipo de la Unidad CRIS de Terapias Avanzadas del Hospital La Paz dio con la tecla para que desapareciera en un mes el tumor secundario en que había desembocado el cáncer del niño.
“Tenemos tres vías de trabajo. Acompañamos al investigador a lo largo de su vida profesional. Creamos unidades en hospitales públicos, que es lo que queremos, para que el resultado de las investigaciones favorezca a todo el mundo”, explica Manterola, con una locuacidad desbordante, como si fuera incapaz de contener en su discurso los logros alcanzados por la fundación y los retos que le quedan por delante. “Y, en tercer lugar, la colaboración de los investigadores entre los distintos países. Al tener sedes en Reino Unido, Francia y España, intentamos siempre que se produzca esa colaboración. En el caso concreto del cáncer infantil, por ejemplo, al que se dedican menos recursos, esa cooperación es fundamental”, señala.
El desafío de recaudar
El modelo de filantropía impulsado por Manterola y su esposo, Diego Megía, tiene una clara inspiración anglosajona, que busca la solidaridad de la sociedad civil para rellenar aquellos huecos a los que no llegan los gobiernos y las administraciones públicas en algo como es la lucha contra el cáncer, que necesita de recursos casi ilimitados. La estrategia de desplegar esfuerzos permite recaudar por todas las vías. Son más de 77.000 socios en la fundación. En España, la mayoría de ellos contribuyen con una aportación mensual que ronda los 20 euros. Londres ofrece la oportunidad de alcanzar a los grandes donantes.
Y cualquier evento organizado para recabar ayudas funciona con el mismo planteamiento: crear redes y provocar una toma de conciencia. Por ejemplo, para participar en la II Carrera CRIS Contra el Cáncer Infantil, bajo el lema “Hay que correr” (www.hayquecorrer.org), que se celebrará el 28 de septiembre en Las Rozas, Madrid, es necesario demostrar que los 200 euros que deben aportarse para la inscripción han sido recaudados entre amigos, familiares y colegas (100 euros si es menor de edad).
“La sociedad española es muy generosa, pero es muy de acción inmediata. Responde a las emergencias, ya sea un huracán o cualquier catástrofe. Los españoles son los primeros en poner dinero o en donar un órgano. La generosidad existe, pero poco a poco está adquiriendo esa toma de conciencia a largo plazo”, señala Manterola, para explicar la necesidad de sostener en el tiempo un proyecto diseñado para que los investigadores no se detengan a medio camino ni queden vías o tratamientos por explorar, a pesar de su coste. “La medicina de precisión, la inmunoterapia y las terapias celulares. Y especial énfasis, como está haciendo CRIS Cáncer, en todo lo que tiene que ver con las vacunas. Nosotros estamos ahora investigando en la Universidad de Oxford para desarrollar una vacuna contra el cáncer de pulmón”, recita con entusiasmo Manterola en la pequeña oficina que la fundación tiene en Londres.
Sus hijos, ahora con 18 y 20 años, ya no recuerdan nada de los días angustiosos de la enfermedad. Apenas la anécdota de que a veces, al jugar con su madre, se quedaban con la peluca en la mano. Ella, sin embargo, rememora una lección fundamental: “Yo no podía tomar las riendas de mi enfermedad en ese momento. Fue Diego quien agarró el toro por los cuernos. Cuando tienes cáncer, resulta fundamental tener alguien a tu lado, que no tiene por qué ser tu pareja. Puede ser un amigo, o un hermano, o los padres cuando se trata de un niño. El paciente está centrado en seguir vivo, pero es importante tener alguien al lado con la cabeza fría, que sea capaz de analizar la situación de la enfermedad”, explica.
La fundación que preside ha cumplido ese papel fundamental de apoyo para miles de pacientes. Y, sobre todo, para cientos de investigadores que resultan imprescindible en esa batalla.
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