Explosión de infecciones de transmisión sexual: “Se ha normalizado salir de fiesta y tener sexo sin preservativo con desconocidos”
Más de la mitad de las personas de entre 15 y 29 años practican conductas de riesgo. Miles de casos de sífilis, clamidia y gonorrea marcan el pico más alto en 30 años
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) se han disparado en España. La gonorrea, la sífilis y la clamidia han registrado el pico más alto en las últimas tres décadas. Así lo recoge el Informe de Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual de 2022, publicado a finales de este enero de 2024 y elaborado por el Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos III. Los expertos perciben cada vez con mayor frecuencia el rechazo al uso del preservativo y media docena de testimonios lo corroboran. “Me ha pasado tantas veces que no quisieran ponerse el condón que me replanteo la fe en el ser humano. Incluso, alguna vez, se lo quitaron sin consentimiento”, apunta una joven de 22 años, que prefiere no ser identificada, al igual que la mayoría de las voces recabadas.
El informe revela que los hombres se ven más afectados por todas las infecciones de transmisión sexual que las mujeres, aunque el incremento es común en ambos sexos. La franja de edad comprendida entre los 25 y los 34 años es la que mayor número de casos presenta en las tres infecciones venéreas mencionadas.
La gonorrea registra un gran auge, con 23.333 casos notificados en 2022, y duplica las cifras de 2020. La clamidia también aumenta hasta las 26.518 infecciones contabilizadas, lo que supone un incremento del 266% respecto a 2016. Y los 734 casos de sífilis registrados en 2002 han ascendido en estas dos décadas hasta 8.141. Unas cifras que alejan el objetivo del Ministerio de Sanidad de eliminar el VIH y las infecciones de transmisión sexual como problemas de salud pública en 2030, recogido en el Plan Estratégico para la Prevención y Control de la Infección por el VIH y las ITS en España.
“Con 23 años me detectaron una infección de transmisión sexual. Rompí con mi expareja, que tomaba pastillas anticonceptivas, y tuve siete u ocho relaciones sin preservativo por decisión mutua”, cuenta un joven valenciano de 25 años. En su caso, las relaciones solían darse con “alcohol y drogas” de por medio. El contagio supuso “un punto de inflexión” en su vida para tomar conciencia, ya que los médicos han estado más de un año curándole las verrugas que le provocaba la infección. Aunque se ha recuperado, acude cada seis meses a una revisión médica.
Las prácticas de riesgo como la no utilización del preservativo son habituales entre la población más joven. Más de la mitad de las personas de entre 15 y 29 años han mantenido conductas de riesgo alguna vez en los últimos seis meses y el 19% lo ha hecho con mucha frecuencia, según el barómetro Juventud, salud y bienestar 2023, elaborado por la Fundación Fad Juventud. Además, el 27,7% asegura que le compensa tener este tipo de relaciones íntimas.
Desigualdad de género
Cristina Epalza, pediatra infectóloga en el hospital 12 de Octubre de Madrid, ha detectado en su consulta que algunas adolescentes tienen dificultades para fijar barreras cuando las relaciones se mantienen con personas de su entorno. “Si se topan con un desconocido en un callejón y son agredidas sexualmente, saben que no hay consentimiento. Las cosas se les empiezan a complicar en su cabeza cuando sí que conocen a la otra persona, pero se ven forzadas a sobrepasar sus límites”, razona.
La joven de 22 años del inicio del reportaje asegura que la mayoría de las chicas que conoce se han sentido presionadas en sus relaciones sexuales “hasta el punto de tener que ceder”. Sara, valenciana de 25 años que prefiere no facilitar su apellido, coincide. “Conoces a alguien una noche y, si dice que le aprieta el preservativo o que no lleva, aceptas no utilizarlo porque piensas que por una vez no pasará nada”, explica.
No saber negociar en las relaciones sexuales es una posible consecuencia de la desigualdad de género, según la subdirectora de Sedra-Federación de Planificación Familiar, Raquel Hurtado, que trabaja con jóvenes en talleres grupales y espacios de atención individualizada. Los hombres siguen situados en una situación de poder frente a las mujeres. Ellas, en ocasiones, no saben poner límites porque “no quieren defraudar, temen una bronca o se sienten culpables”. Ha escuchado más de una vez una frase que refleja esta desigualdad: “Algo habré hecho yo para que hayamos llegado hasta ahí”.
Baja percepción del riesgo
En la franja de edad de mayor incidencia de gonorrea, sífilis y clamidia, comprendida entre los 25 y los 34 años, hay un sentimiento de inmunidad. Epalza insiste en que es algo característico de una etapa vital en la que no se es tan consciente de los riesgos. Una visión con la que coincide Hurtado, que opina que “hay una despreocupación generalizada porque piensan que las infecciones están controladas y el VIH ya no ocupa portadas o grandes campañas”.
La referente de salud sexual en Cruz Roja Española, Cristina Ferrero Camacho, considera que la cronificación de ciertas infecciones como el VIH ha bajado la guardia entre la población más joven. En un banco de Ciudad Universitaria, en Madrid, dos chicas de 19 años conversan sobre la relajación de su generación en el uso del preservativo:
—Se le ha perdido un poco el respeto al tema del sexo, parece que lo normal es hacerlo sin condón.
—El mayor miedo es el embarazo, pero como está la pastilla del día después, piensas que no te puede pasar nada. Se ha normalizado salir de fiesta, tener sexo con alguien que no conoces y hacerlo sin precaución.
—Igual llega el momento, no tienes condón e igualmente acabas haciéndolo.
Las infecciones venéreas con un diagnóstico tardío o sin tratar pueden causar infertilidad, incluso en casos asintomáticos. Por ejemplo, cáncer o verrugas, y en caso de mujeres que contraigan sífilis y se queden embarazadas, este puede transmitirse al feto. En el caso de contraer el VIH y que desemboque en el sida, las consecuencias pueden llegar a ser mortales si no se controlan a tiempo.
Algunos jóvenes vinculan la petición del uso del preservativo a un síntoma de desconfianza, un argumento que rebate Hurtado: “Puedes confiar en mí, pero cuando te acuestas conmigo, te acuestas también con todo mi historial erótico”. Además, advierte sobre los mitos del amor romántico, que están todavía muy presentes en las relaciones sexuales. La directora de investigación de Fad Juventud, Anna Sanmartín, explica que, en muchas ocasiones, en los vínculos estables “entra en juego la lógica de la confianza para abandonar el uso de medidas de protección”.
Influencia de la pornografía
De entre los distintos factores que explican el aumento de las infecciones de transmisión sexual, el sexólogo José Luis García destaca la “hipersexualización de la sociedad” y la influencia de la pornografía, donde “el condón es invisible”. “El porno es el referente educativo en materia sexual de la mayor parte de los menores y el mensaje que se transmite es que mantener relaciones a pelo es lo mejor”, espeta. Hurtado aboga por erotizar el uso del preservativo y conectar la prevención con el bienestar y con el placer.
La educación sexual en los colegios, que se limita, en ocasiones, a enseñar qué es un preservativo y cómo se coloca, es insuficiente. Así lo considera Sanmartín, para quien es necesario “dar otras herramientas integrales”. La doctora Epalza reitera que “esto va de respetarse a sí mismo y al de enfrente, de salud mental y corporal y de consentimiento”.
La ley de salud sexual y reproductiva, cuya reforma fue aprobada en febrero de 2023, incide en mejorar la educación sexual en los centros educativos y menciona explícitamente la prevención de enfermedades e infecciones venéreas. “Hay que abordar este asunto desde la infancia, igual que la alimentación saludable”, señala Epalza.
Acudir al centro hospitalario para realizarse una prueba puede suponer una barrera por el estigma existente alrededor de las infecciones de transmisión sexual. Es por ello que el Ministerio de Sanidad pretende implantar las muestras autónomas para que las personas que dudan de una posible infección aceleren el proceso, es decir, que en lugar de ir dos veces al centro, una para contar sus sospechas y otra para que le tomen muestras, puedan acudir directamente con la muestra desde casa. Epalza recuerda además que la ley recoge el concepto de menor maduro, por el que, a partir de los 12 años, el sanitario debe valorar la madurez del paciente para poder abordar con él una situación concreta de forma autónoma, sin validación de sus progenitores, teniendo en cuenta siempre el mayor beneficio para el adolescente.
El coste de los preservativos es otra de las barreras que argumentan algunos de los jóvenes entrevistados. Fernando, madrileño de 20 años, explica que tiene amigos que, “por querer ahorrarse dinero”, no los utilizan. La doctora propone un mayor número de puntos de dispensación gratuita. En Francia abogan por esta iniciativa entre las personas de 18 a 25 años.
La idea de que el preservativo molesta o resta satisfacción está muy asumida. Alberto, de 33 años, reconoce que mantiene desde hace mucho tiempo relaciones sexuales sin protección por una cuestión de placer, una postura con la que coinciden la mayor parte de los entrevistados. Se elimina así la principal barrera para impedir la transmisión de infecciones de transmisión sexual. La doctora advierte: “Nadie se pone el cinturón de seguridad en el coche porque piensa que es más cómodo, se lo pone porque sabe que se está jugando la vida”.
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