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Más allá de Depardieu: cuando el culto a los grandes artistas se derrumba en Francia

Una tribuna firmada por más de 50 artistas denuncia un “linchamiento” contra el actor, acusado de violencia sexual por 13 mujeres y con tres denuncias por agresión y violación. El texto reabre el debate de la separación entre la obra y el artista

Gerard Depardieu posa para los medios gráficos en Cannes el 22 de mayo de 2015.
Gerard Depardieu posa para los medios gráficos en Cannes el 22 de mayo de 2015.Thibault Camus (AP)
Sara González

“Cuando se ataca así a Gérard Depardieu, lo que se ataca es el arte”. La frase es parte de una polémica tribuna de apoyo firmada esta semana por 56 artistas, entre ellos Carla Bruni y Victoria Abril, en la que denuncian un “linchamiento” contra el actor, acusado de violación y otras agresiones sexuales por más de una docena de mujeres. El texto, que ha desatado una nueva ola de indignación en Francia, defiende también el trabajo de la justicia como argumento para atajar las críticas al actor y pone de relieve un viejo debate: ¿hay que separar la obra del artista? ¿El arte lo justifica todo?

La columna, titulada No borren a Depardieu, se publicó en el diario conservador Le Figaro algunos días después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, defendiera la presunción de inocencia del intérprete. El dirigente también afirmó que nunca participará en “cacerías al hombre” y descartó la posibilidad de retirar la Legión de Honor al artista, como había sugerido la ministra de Cultura, Rima Abdul Malak, mientras no haya una condena judicial. Esa distinción, la máxima del país, “no está para hacer la moral”, subrayó el mandatario.

Tanto la reacción de Macron como la columna de apoyo a Depardieu echaron más leña al fuego. El actor, de 75 años, está en el centro del torbellino mediático por la reciente difusión de un video inédito en el que realiza comentarios de carácter sexual hacia mujeres, durante un viaje a Corea del Norte en 2018. Sus declaraciones han tenido una resonancia particular a la luz de las acusaciones que existen contra él y llevaron a la provincia de Québec, en Canadá, a retirarle la medalla de honor y a la comuna belga de Estaimpuis a retirarle el título de ciudadano de honor. El museo de cera de París también decidió retirar la figura del artista.

Icono del séptimo arte y protagonista de más de 200 películas, Depardieu ha sido denunciado ante las autoridades por tres mujeres, una de ellas una periodista española. Las denuncias son por agresión sexual y violación. Un tribunal lo acusó formalmente en 2020 por uno de esos casos, que en un primer momento fue archivado. Otras 13 mujeres lo han acusado —sin llegar a formalizar una denuncia— de violencia sexual durante rodajes de películas entre 2004 y 2022. Delitos que el intérprete niega.

División

El caso divide. Por un lado, están los que defienden su legado y que pueda seguir actuando, ya que aún no ha sido juzgado. “Pase lo que pase, nadie podrá borrar jamás la huella indeleble de su obra, que ha dejado una marca imborrable en nuestra época. El resto, todo el resto, concierne a la justicia, solo a la justicia”, dice el escrito, firmado por figuras destacadas del mundo cultural francés. “Prescindir de este gran actor sería una tragedia, una derrota. La muerte del arte”, insisten.

Por otro están los que consideran que es la gota que colma el vaso y que tanto Macron como los firmantes de la misiva desprecian a las víctimas. “Es una tribuna muy pedagógica. Lo que vemos es cómo un entorno va a organizarse y usar argumentos como ‘es un monstruo sagrado, es un genio’ para proteger a alguien”, reaccionó Anne-Cécile Mailfert, presidenta de la Fundación de las Mujeres, a la agencia France Presse.

Emmanuel Macron, presidente de Francia, se posicionaba a favor de Depardieu en un programa de televisión, el 20 de diciembre.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, se posicionaba a favor de Depardieu en un programa de televisión, el 20 de diciembre.LUDOVIC MARIN (AFP)

Murielle Reus, vicepresidente de MeToo Media, una asociación que lucha contra el sexismo y la violencia sexual en los medios, recordó por su parte a Franceinfo que “hay un cambio social muy fuerte hacia las violencias sexuales y de género” y que existe “una generación que todavía no entiende estos cambios sociales”.

Tras la publicación de la columna se sucedieron las explicaciones de varios de los firmantes. Algunos, como la expareja del actor, Carole Bouquet, expresaron su malestar después de que saliera a la luz la identidad del que la redactó. Se trata de un actor muy poco conocido, que escribe para la revista de ultraderecha Causeur, es amigo de la hija de Depardieu, Julie, y cercano a Éric Zemmour, excandidato ultra en las presidenciales. La realizadora Nadine Trintignant decidió retirar su firma tras conocerse su identidad, según reveló el semanario Le Point el viernes.

Depardieu conocido entre otros por sus roles en Cyrano de Bergerac (1990) o la saga Astérix y Obélix (1999-2012) tuvo conocimiento de la misiva antes de su publicación, pero insistió en que no pidió ayuda de los firmantes, según recogen los medios locales. Varias personalidades rechazaron firmar la tribuna, añadió el actor, según las mismas fuentes.

El actor y cantante Michel Fau, uno de los signatarios, señaló en una entrevista con BFMTV: “Intentan decirnos que el artista debe ser razonable, un modelo para la sociedad. Es completamente aterrador. Pienso que el artista debe seguir siendo extravagante, escandaloso, obsceno e ingobernable”. Otro de los firmantes, Jean-Marie Rouart, miembro de la academia francesa de 80 años, añadió: “La opinión [pública] va por mal camino. Al moralizar tontamente a estos grandes artistas, está en vías de ver suprimida una libertad fundamental y, sobre todo, lo que hace feliz a Francia, el humor que podíamos tener y la complacencia que teníamos con la vida de los grandes artistas”.

La carta y sus reacciones recuerdan a otros casos y a la compleja respuesta en Francia al movimiento #MeToo. En 2018, una tribuna firmada por 100 artistas e intelectuales francesas, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, reivindicaban la “libertad de importunar” indispensable para la libertad sexual y alertaban sobre las repercusiones que el nuevo clima podía tener en la producción cultural.

“Las luchas por la autonomía del arte que se remontan al siglo XIX explican en parte las reacciones de los círculos intelectuales y artísticos al #MeToo. Pero la autonomía del arte también sirve de pretexto a quienes quieren mantener la dominación masculina”, señala a este diario la socióloga francesa Gisèle Sapiro, autora de ¿Se puede separar la obra del autor? [traducido al español en ediciones Clave Intelectual]. Y añade: “La sacralización de la creación, muy fuerte en Francia, y las relaciones de reverencia y dependencia que rodean a los creadores e intérpretes, permiten a algunos de ellos abusar de su posición y beneficiarse de la ley del silencio y de la connivencia de quienes les rodean, así como de la tolerancia de la justicia”.

Los casos del director de cine Roman Polanski, condenado por violar a una menor hace 50 años, del escritor Gabriel Matzneff, señalado por pederastia, y del cantante Bertrand Cantat, condenado por asesinar a su pareja, aunque muy distintos, “muestran distintas facetas de esta impunidad de los artistas”, resalta Sapiro.

Polanski, a pesar de ser perseguido en Estados Unidos desde finales de los setenta, triunfó en la gala de los César. Matzneff aún recibió un premio literario. Y Cantat, condenado a ocho años de prisión por el asesinato de Marie Trintignant, no desapareció del todo de la escena pública durante muchos años. Un aura hacia el artista que, a través de los avances sociales y la expansión del movimiento feminista, se cuestiona cada vez más. Y se tolera cada vez menos.

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