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Bruselas insta a los Veintisiete a afrontar los retos demográficos para que una UE cada vez más vieja no se quede atrás

La Comisión Europea presenta su “caja de herramientas” para ayudar a los gobiernos a afrontar los diferentes retos demográficos que, subraya Bruselas, son también económicos, ecológicos y hasta democráticos

Jubilados
Dos personas mayores pasean por el parque del Retiro, en Madrid.Samuel Sánchez
Silvia Ayuso

Europa envejece rápidamente y Bruselas quiere que la UE esté preparada para afrontar todas sus consecuencias y mitigar sus múltiples riesgos. La Comisión Europea ha presentado este miércoles una comunicación sobre el “cambio demográfico en Europa”. Se trata de una especie de guía —no vinculante— para los Estados miembros con propuestas y “herramientas” para afrontar un desafío demográfico que amenaza con transformar para siempre la sociedad y afectar profundamente al peso económico y hasta geo estratégico de la Unión Europea en el mundo. En juego está, incluso, la supervivencia de la democracia, advierte la vicepresidenta de la Comisión para Democracia y Demografía, Dubravka Suica, en conversación con EL PAÍS.

“Hay un sentido de urgencia” para actuar ahora, afirma Suica. “Tasas de nacimientos a la baja, una población activa que se reduce rápidamente, padres incapaces de conciliar trabajo y familia, escasez de trabajadores cualificados en niveles récord… Hay una gigantesca presión sobre los presupuestos públicos, una fuga de cerebros y despoblación en toda Europa”, enumera los retos. Todo ello, agrega, en medio de “grandes disparidades territoriales que minan la cohesión social”.

Y ahí está el peligro para la democracia, que define como una “geografía del descontento” que acaba repercutiendo en la confianza en las instituciones: “Esta geografía del descontento crea patrones de voto, la gente empieza a votar populista, o no se siente vinculada ya a procesos democráticos, rechazan participar en las elecciones (…) Tenemos que pensar en esta gente que achaca su situación a la democracia, pero la democracia no es la culpable, sino el cambio democrático”, señala la comisaria croata, a quien la presidenta del Ejecutivo europeo, Ursula von der Leyen, acabó agregando a su cartera de democracia la de demografía, un vínculo que, insiste, no debe ser nunca minusvalorado.

La baja tasa de natalidad, unida a una mayor longevidad, harán que la población europea alcance su máximo en torno a 2026 y que, a partir de entonces, se “encoja gradualmente” durante las próximas décadas, recuerda Bruselas. La población en edad laboral de la UE caerá (hasta 57,4 millones en 2100) y, a la par, la tasa de dependencia de personas mayores aumentará de 33 a 60% hasta esa misma fecha. Una realidad demográfica que puede ser fuente de oportunidades pero, también, y esto es lo que más preocupa a los responsables europeos, de una creciente presión económica provocada por la tensión presupuestaria que supone mantener a una población cada vez más mayor con menos trabajadores activos, unida a una potencial pérdida de competitividad y, consecuentemente, de peso económico y hasta político de la UE en el mundo: la proporción de la población de la UE en el mundo bajará de 6 a 4% en 2070, “potencialmente reduciendo el peso relativo del Mercado Interior en la economía global y disminuyendo la influencia geopolítica de la UE”, constata el informe.

“4% es casi el margen de error estadístico”, ironiza Suica. Así que, agrega ya más seria, Europa tiene que “encontrar la forma de compensar la cantidad por la calidad para seguir siendo influyentes” en el mundo.

Según el documento preparado por el equipo de la comisaria Suica, el cambio demográfico incluso tendrá efectos en la transición ecológica que persigue Europa, en vista de que las emisiones de carbono están estrechamente ligadas no solo al nivel de ingresos sino, recuerda el documento, al perfil de edad de los consumidores: “Aunque en términos absolutos consumen menos, la gente mayor tiende a vivir en hogares más pequeños y tiene mayores necesidades de consumo energético, resultando en más emisiones per cápita”, señalan al respecto. Según los datos que maneja Bruselas, para 2060, hasta el 39% de las emisiones en la UE serán generadas por personas mayores de 65 años. Además, “la crisis climática y la degradación del medio ambiente también pueden tener un papel a la hora de decidir tener o no hijos”, apunta el estudio.

La comunicación presentada este miércoles propone trabajar en cuatro áreas —conciliación familiar, juventud, personas mayores e inmigración legal—, todas ellas, subraya, guiadas bajo los principios de igualdad de género y de justicia o ecuanimidad intergeneracional.

Para Bruselas, los Veintisiete deben aplicar políticas para facilitar la conciliación familiar, especialmente “garantizando el acceso a cuidados infantiles de calidad y a un equilibrio entre el trabajo y la vida, con una visión de impulsar la igualdad de género”.

“Es importante no tener que elegir entre familia y trabajo”, subraya Suica. En este sentido, entre otros, el informe valora la baja por paternidad de España o Finlandia, aunque apunta que el uso de este derecho “sigue siendo generalmente bajo”. Entre las propuestas que realiza la comunicación señala “reformas impositivas y de beneficios especialmente dirigidos” a sectores como las madres solteras para que trabajar les rente y no se les vaya el salario en pagar a quien cuide de sus hijos. “De media, una madre soltera con salario bajo que toma un empleo en la UE pierde unos dos tercios de sus ganancias brutas debido a una combinación de gastos de cuidado de los hijos, beneficios retirados e impuestos”, recuerda al respecto.

Un segundo pilar de trabajo es la juventud, para que los gobiernos faciliten que las generaciones más jóvenes puedan “progresar y desarrollar sus habilidades”, así como promover su “ingreso en el mercado laboral y el acceso a viviendas asequibles”.

De igual manera, se debe “empoderar a las generaciones más mayores” garantizando su bienestar, “mediante reformas combinadas con políticas de mercado laboral y del puesto de trabajo apropiadas”.

En momentos en que las negociaciones para lograr por fin un acuerdo migratorio en la UE están provocando fuertes tensiones, como se vio en la reciente cumbre de Granada, la Comisión Europea pide no perder de vista la importancia de favorecer vías para una inmigración “legal” y llama a “atraer e integrar talentos de fuera de la UE”.

Se trata, señala la comunicación, de que Europa sea capaz de construir una “sociedad de la longevidad que valore el mayor tiempo que se va a pasar en un periodo de edad más avanzada, empodere a ciudadanos mayores y alimente de igual manera el bienestar (económico y social) de generaciones presentes y futuras”.

Hay que impulsar, explica Suica, un “cambio de narrativa” porque hablar de sociedad envejecida tiene una connotación “negativa”, mientras que el término longevidad se asume con una nota más positiva. “Estamos intentando decir que vivimos vidas mucho más largas y que esto es un valor añadido de nuestra sociedad”, agrega.

El documento presentado este miércoles no es vinculante. “No podemos imponer nada a los Estados miembros. Solo podemos ofrecer las herramientas de que disponemos y ellos debe decidir si las usan o no”, subraya Suica. No obstante, la comunicación, recuerda, responde al mandato de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE que, en el Consejo Europeo de junio pasado en Bruselas, instaron a la Comisión a “presentar una caja de herramientas para afrontar los desafíos demográficos y, especialmente, su impacto en la competitividad europea”.

El envejecimiento poblacional y su impacto en toda la sociedad es algo que no solo preocupa a los gobiernos: según el Eurobarómetro, siete de cada 10 europeos están de acuerdo en que las tendencias demográficas ponen en riesgo la prosperidad y competitividad europeas a largo plazo, y el 51% considera que las políticas para afrontar estos cambios deberían ser una “prioridad”, destaca la comunicación.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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