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El espíritu que promete evitar que el mal tiempo arruine un show en Brasil y firma contratos oficiales

Los organizadores de eventos como el Carnaval o Rock in Río recurren a la fundación Cacique Cobra Coral para evitar que llueva en fechas clave

Un hombre reza durante una ceremonia para Yemanjá, que forma parte de las tradiciones en Río de Janeiro, Brasil.
Un hombre reza durante una ceremonia para Yemanjá, que forma parte de las tradiciones en Río de Janeiro (Brasil).Leo Correa (AP)

Recientemente se celebró en São Paulo el festival de música The Town, de los mismos organizadores del Rock in Río. La noche de la puesta de largo, con cerca de 100.000 personas ansiosas por ver a Iggy Azalea, Post Malone o Demi Lovato, quedó deslucida por una persistente lluvia que provocó colas y aglomeraciones. Rápidamente surgieron algunas voces que achacaron el caos a la falta de un acuerdo de colaboración con la Fundación Cacique Cobra Coral, que representa a un espíritu a través del que promete controlar la meteorología. Es uno de los ejemplos de realismo mágico más conocidos entre los brasileños: si quieres que tu evento sea un éxito hay que contactar con Cobra Coral para garantizar que no llueva. Y no se trata de una curiosa superstición para parejas ansiosas porque luzca el sol el día de su boda. Detrás de esta creencia popular hay contratos, algo opacos, con empresas, Ayuntamientos y hasta ministerios.

El cacique Cobra Coral es un espíritu de la umbanda, una religión brasileña que mezcla elementos religiosos de tradición africana, indígena y católica. Quien la incorpora en sus carnes es Adelaide Scritori, que actúa como médium desde niña. Su marido y mano derecha, Osmar Santos, recibe peticiones de Gobiernos o empresas para promover cambios meteorológicos.

Una vez se firma el acuerdo, la médium recibe en su cuerpo a este indígena que, a pesar de ser norteamericano, se expresa en perfecto portugués. “Habla poco, va al grano. Cuando termina, ella [Scritori] no sabe nada de lo que ha dicho, no está consciente cuando habla”, explica su marido por teléfono. El también portavoz de la fundación resalta que el espíritu puede cambiar el tiempo, pero siempre que perciba que se debe a “un bien mayor”, no a un capricho. Si evita que llueva durante un festival, tendrá que desviar esas precipitaciones hacia algún lugar relativamente cercano que las necesite, por ejemplo.

El Ayuntamiento de Río está entre sus clientes más conocidos, sobre todo para asegurar el cielo limpio en las dos fechas marcadas en rojo en el calendario local: el fin de año, que congrega a cientos de miles de personas en la playa de Copacabana, y el aún más masivo Carnaval.

La colaboración entre el Ayuntamiento y la fundación Cobra Coral es pública y notoria, y de vez en cuando aparece en el Diario Oficial del municipio. El Ministerio de Minas y Energía recurrió hace dos años al cacique en medio de una grave sequía que llegó a poner en riesgo el suministro eléctrico en todo el país.

La mayoría de acuerdos se dan entre bambalinas y no queda muy claro cómo funcionan ni cuánto cuestan. Santos asegura tajantemente que no aceptan un céntimo de dinero público. Lo que se exige como contrapartida, dice, son obras de prevención de inundaciones, recuperación de manantiales, reforestación de la ribera de los ríos, etc. “El [espíritu del] cacique suele decir que no podemos ayudar a los hombres de manera permanente si hacemos por ellos lo que pueden hacer por sí mismos”, recalca. El espíritu tiene mucha conciencia ambiental y lleva décadas alertando, sin éxito, de los peligros del calentamiento global, lamenta Santos.

Con las empresas privadas los acuerdos funcionan de otra forma. La fundación se mantiene a través de Tunikito, un conglomerado familiar de seguros. Santos suele ofrecer asegurar a las empresas que buscan la actuación del cacique. En Río es conocida la fe que tiene en sus poderes Roberto Medina, el magnate creador del festival Rock in Río, aunque en los últimos años, con la empresa en manos de su hija Roberta, la colaboración espiritual parece haber quedado en un segundo plano.

Aun así, la fama del cacique permanece imbatible entre los organizadores de eventos al aire libre. Desde una de las principales productoras de la ciudad afirman de forma anónima: “Todos protegen a la entidad. Son muchos años de acuerdos. Los grandes productores de eventos no renuncian a su ayuda, es casi omnipresente”.

Santos confirma que prácticamente tiene el don de la ubicuidad. Explica que él, como interlocutor con el espíritu del cacique, se desplaza por Brasil y por medio mundo al encuentro de quienes requieren de su actuación. Con perfil discreto y escondido tras unas gafas oscuras, se posiciona en el lugar del evento y mira al cielo. Identifica las condiciones meteorológicas (presión atmosférica, humedad, viento, etc) y dialoga con los asesores científicos de la fundación para elaborar un informe para el espíritu, para que sepa cuál es el panorama y decida cómo actuar.

Los asesores de Cobra Coral incluyen a un técnico del estatal Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) y Rubens Villela, meteorólogo y profesor de la Universidad de São Paulo (USP). Esta colaboración entre la ciencia y una supuesta entidad sobrenatural, que quizá pondría los pelos de punta a muchos académicos del norte global, se vive en Brasil sin estridencias, más allá de alguna polémica puntual.

Hace 30 años, la Sociedad Brasileña de Meteorología procesó a la fundación por ejercicio ilegal de la profesión, pero la causa fue archivada. Al final, para evitar más problemas, Santos y Scritori crearon la agencia La Niña, inscrita en el consejo profesional y con permiso para firmar contratos.

Para Renzo Taddei, antropólogo de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y autor del libro Meteorólogos y profetas de la lluvia, en estas latitudes la dicotomía ciencia versus religión se queda pequeña. “A Brasil le gusta imaginarse y pensarse a sí mismo de una forma que no refleja mucho la realidad, sobre todo en eso de verse como un país occidental”, dice.

Taddei recuerda la huella que dejaron millones de africanos esclavizados y la fusión o convivencia de sus prácticas con creencias chamánicas, católicas, kardecistas o espíritas. “La espiritualidad brasileña no tiene nada que ver con la manera en que el mundo europeo imagina la religión. La pelea entre religión y ciencia de la época de Darwin en Inglaterra no se replica en Brasil. Quizá ahora está empezando un poco porque los evangélicos están creciendo muy rápido”, señala por teléfono.

El trabajo del cacique Cobra Coral es el caso más conocido por haber dado el salto al mundo empresarial e institucional, pero este especialista resalta que en la cosmovisión indígena, por ejemplo, es común dialogar con los espíritus para dominar las fuerzas de la naturaleza. En 1998 un incendio devastador devoraba la selva amazónica en el estado de Roraima. Brasil incluso recibió ayuda internacional, pero al final, las autoridades, desesperadas, recurrieron a dos chamanes de la etnia Kayapó. Tras dos días de rituales, casualidad o no, una lluvia torrencial logró frenar las llamas.

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