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El presidente de los obispos portugueses: “Los testimonios públicos de abusos son necesarios por los negacionistas”

José Ornelas abre la puerta a negociar indemnizaciones individuales con las víctimas: “Tengo dificultad para fijar un precio al sufrimiento”

El presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa y obispo de Fátima-Leiría, José Ornelas, el viernes 10 de marzo en la sede de la institución en Lisboa.
El presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa y obispo de Fátima-Leiría, José Ornelas, el viernes 10 de marzo en la sede de la institución en Lisboa.JOAO HENRIQUES (JOAO HENRIQUES / EL PAIS )
Tereixa Constenla

Después de una semana en el ojo del huracán por la respuesta al informe sobre abusos sexuales, el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP), José Ornelas Carvalho (Madeira, 69 años), sostiene que no trasladó bien el mensaje. También opina que los críticos, incluido el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, desconocen las decisiones tomadas por los obispos para responder al estudio que desveló la existencia de 4.815 víctimas. En esta entrevista realizada el pasado viernes en la CEP, deja abierta la puerta a negociar, individualmente, indemnizaciones. Ornelas, que entró con 10 años en el seminario y que fue misionero durante los últimos días del colonialismo en Mozambique, sintoniza con el reformismo del Papa Francisco, que hace un año le colocó al frente de la diócesis lusa más simbólica, Fátima-Leiría.

Pregunta. La respuesta de la Conferencia Episcopal ha decepcionado a muchos, incluido el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. ¿Qué explicación da a los decepcionados?

Respuesta. La primera es que no leyeron nuestro comunicado. La CEP tenía que tomar conciencia y presentar un programa estratégico, que propone continuar centrando la atención sobre las víctimas. Un equipo nacional seguirá recibiendo denuncias y acompañando a estas víctimas. Segundo, pedir perdón que no es solo una formalidad, es asumir el repudio por el trato que tuvieron de los abusadores porque eso fue la negación de aquello que somos como Iglesia. Tercero, una afirmación clara de tolerancia cero, que se traduce en medidas concretas hacia los abusadores. De hecho algunas diócesis, tras los datos que han recibido, ya han suspendido sacerdotes. Eso puede ocurrir en otras. Otra medida importante es la revisión de nuestras normas y de la formación en seminarios y de quienes trabajan con menores para crear un ambiente de seguridad. No se puede decir que es una mano llena de nada, es una mano llena de muchas cosas. E intentaremos hacer esto en diálogo con otras instituciones. El objetivo común es cambiar la cultura y que no vuelva a ocurrir.

P. ¿Le molestaron las palabras del presidente de la República?

R. Diría lo mismo. No ha sido tomado en serio nuestro comunicado, pero asumo que no fue un buen acto de comunicación el que tuvimos el viernes 3 de marzo. Yo no conseguí pasar el mensaje que llevaba. Nosotros vamos a insistir en este proceso, que es el camino correcto y necesario para la Iglesia en Portugal. Hemos recibido una lista de nombres de sacerdotes abusadores de la comisión, pero la caracterización de personas y abusos que cometieron no está completa. Nosotros ahora tenemos que hacer el trabajo en casa. Algunos ya lo han completado, otros están en proceso.

P. Apoyó la investigación independiente y fue de los primeros en pedir perdón. Sorprendió que pareciese que no era partidario de apartar a los sacerdotes abusadores en activo.

R. Nunca nadie me escuchó decir que estaba contra el apartamiento de sacerdotes. Siempre ha sido una línea de mi pensamiento la tolerancia cero y el afirmar que en la Iglesia no hay lugar para abusadores. Lo que dije es que para suspender a alguien se necesita su identificación y saber qué hizo. Los datos de la lista de la comisión iban destinados al estudio. Lo que tenemos es una descripción de casos, con siglas de las personas que dan testimonio. Ahora lo importante es saber quién es y qué hizo para que constituya una base concreta de actuación. Es el mismo problema de la Procuradoría General de la República, que solo consigue abrir procesos en pocos casos.

P. Parecen existir dos visiones en la CEP: una defensora de la tolerancia cero y otra que cuida más del prestigio de la Iglesia y de los abusadores que de las víctimas.

R. Una cuestión de estas no es pacífica. Este es un crimen de lesa majestad, nadie tiene derecho a decir que esto es algo entre el abusador y la víctima, no lo es. En la ley portuguesa es un crimen público y por tanto es deber de todos combatirlo. Es una ofensa también a la Iglesia porque contradice lo que es. Muchas personas consideraron que la exposición pública de los testimonios, que algunos tildaron de obscena, fue un atentado a las propias víctimas. Yo los escuché en primera fila, para nadie es agradable y para las víctimas es muy desasosegante. Pero es necesario para los negacionistas, para que tomen conciencia cruda del drama devastador del abuso. Esto no puede resolverse pasando una esponja por encima con un lavado superficial. También hay quien afirma que la misericordia de Dios cubre los pecados, es verdad, pero la misericordia de Dios es para todos. Es necesario hacer justicia a las víctimas, muchas tienen sentimiento de culpabilidad y viven con heridas que todavía sangran.

P. ¿Hay negacionistas en la CEP?

R. No. Todas las decisiones que hemos tomado han sido por consenso. La comisión de investigación o el acceso a los archivos se hizo con la colaboración de los obispos. No somos unánimes en todo, a mí me gusta que seamos diferentes, pero en lo esencial todos juzgamos que era necesario actuar y actuamos.

El obispo Jose Ornelas, de pie, en la conferencia de prensa del 3 de marzo en Fátima (Portugal) para informar de la respuesta de la Iglesia al informe sobre abusos sexuales.
El obispo Jose Ornelas, de pie, en la conferencia de prensa del 3 de marzo en Fátima (Portugal) para informar de la respuesta de la Iglesia al informe sobre abusos sexuales. PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)

P. Hay otro aspecto controvertido que es el rechazo a indemnizar a las víctimas. ¿Van a cambiar de decisión o es firme?

R. Está también en nuestro comunicado, que dice que la Iglesia no va a rechazar su responsabilidad. En términos penales, la responsabilidad es individual, pero las personas que fueron abusadas tendrán apoyo para recuperar su paz en la medida de lo posible. Cuando se habla de eso se habla de un apoyo que comienza por lo psicológico, psiquiátrico o espiritual para quienes lo deseen y como lo deseen. Ya asumimos ese gasto en algunos casos. Sobre las indemnizaciones tenemos que hablarlo con las propias víctimas. No es adecuado que yo establezca un precio.

P. Entiendo que hay una vía abierta para indemnizar a las víctimas si lo solicitan.

R. Hay una disposición para ir al encuentro de las personas. Además de la terapia, algunas tendrán otras necesidades, lo que decimos es que nunca dejaremos a una víctima sola.

P. ¿Eso incluye apoyo económico no solo para tratamiento psicológico?

R. Sí, no solo es para eso. No está cerrado que nosotros solo paguemos las consultas y basta. Hay personas que pueden decir que tienen que escoger entre comprar medicamentos y comprar comida.

P. ¿Por qué no secundaron a otras iglesias como la francesa que indemnizó de forma general?

R. No está contemplado ni excluido. Yo tengo mucha dificultad en fijar un precio. Sé de otros casos y no deja a nadie contento. Yo creo que debe ser una cosa personalizada, no mandar a las personas simplemente a buscar una limosna a la Iglesia, necesitan un acto de justicia. Yo no puedo decidir darles 15.000 o 20.000 euros y que las cosas queden arregladas. Las ayudas nunca van a cubrir el sufrimiento, pero pueden servir para decir yo ya no soy el culpable de esto y no estoy solo.

P. ¿Considera que son un insulto para las víctimas?

R. Nunca dije que fueran un insulto ni lo voy a decir. Lo que digo es que tengo dificultad en poner precio al sufrimiento.

P. ¿Tuvo encuentros con víctimas?

R. Tuve. En Portugal y en otros contextos.

P. ¿Cuál ha sido el aspecto más doloroso de este proceso?

R. Sentir el sufrimiento de las víctimas y percibir lo devastador que es, aunque por mucho que pueda sentirlo es solo una comprensión. Un hermano mío de congregación fue abusado cuando estaba en el seminario. El abusador continuó y a él le dijeron que se callase y lo enviaron fuera. Pasados 40 años vino a verme a Roma y me lo contó por primera vez con muchas lágrimas. Esto no es pacificador, pero genera esperanza.

P. Hay dos casos antiguos de su etapa en la congregación de los dehonianos que investiga el Ministerio Público. ¿Cómo está su conciencia?

R. No me afectan particularmente, mi conciencia no tiene problema. Nunca fui llamado por la Procuradoría General de la República. Son casos que ya habían sido investigados antes y siempre han sido archivados. No sé si hay alguna evolución nueva. Aquello fue inmediatamente comunicado a la policía. El caso de Portugal fue juzgado y resuelto. Yo tomé las medidas que debían ser tomadas.

P. España es uno de los países donde los obispos se han resistido y han retrasado más la investigación de los abusos. ¿Alguna recomendación?

R. Estuve ahora con el cardenal Omella en Praga y conversamos mucho, también sobre esto. Pero el ejemplo de un país no puede ser inmediatamente aplicado en otro porque son culturas e historias diferentes. Nosotros encontramos nuestro propio camino y fue acordado con consenso en sus grandes líneas.

P. En Portugal la mayoría de los abusadores fueron párrocos. ¿Debería llevar a la Iglesia a reflexionar sobre el tratamiento de la sexualidad de los sacerdotes?

R. No solo de los sacerdotes, es importante para todos. En mi infancia estos temas se trataban solo en términos morales y de pecado, con un fetichismo que llevaban a un contexto muy turbio y no ayudaban. En mi adolescencia ya empezó a cambiar, después del Concilio Vaticano II. Se ha hecho un camino en estos temas. Ahora es necesario reflexionar porque se dejó de hablar abiertamente de esto. En la Iglesia, si queremos ser proactivos, tenemos que tener de hecho otra visión de estas cosas y transmitirla. Una vez me confesé porque tenía malos pensamientos y me admiró la respuesta del confesor. Me dijo eso es porque tu cabeza piensa, no te preocupes tanto porque eso no es el gran problema.

P. ¿Es partidario de que haya sacerdotes casados?

R. A mí me gustaría mucho ver lo que tiene la Iglesia católica griega. En la conferencia sinodal de Praga se habló mucho de esto y de por qué la Iglesia latina tiene miedo de acabar con la obligatoriedad del celibato para los curas.

P. ¿Y por qué tiene miedo?

R. Da ventajas. La gente tiene disponibilidad plena. Ahora no pensemos que esto disminuiría los abusos porque, como sabemos, en la familia ocurren la mayor parte de los casos. No es esa la cuestión. Y tampoco servirá para resolver el problema de las vocaciones porque las iglesias anglicanas y presbiteranas que tienen hombres y mujeres casados tienen los mismos problemas que nosotros. No es una cuestión funcional, es una cuestión de principios. A mí me gustaría mucho tener sacerdotes casados y célibes, aunque soy consciente de que eso causará otros problemas. No se desplazará igual a un sacerdote si lleva a su familia. Es importante que se debata, no se puede decir que algo está fuera de la discusión. La teoría del siempre se ha hecho así es un atraso.

P. ¿Es partidario de la ordenación de mujeres?

R. El papel de la mujer dentro de la Iglesia tiene que ser diferente. El Papa Francisco comenzó a dar ejemplos de esto. Está encima de la mesa. La Iglesia debe madurar esto. Son cuestiones que hay que tomar en serio, igual que el matrimonio de los sacerdotes. Lo que no podemos es dormirnos y decir vamos a dejarlo que eso da mucho trabajo.

P. El gasto para organizar la Jornada Mundial de la Juventud, aunque ahora se ha recortado, levantó mucha polémica. ¿No contradice el mensaje del Papa?

R. Se prevén un millón de personas en un país de diez millones. Esto tiene que ser pensado a lo grande. El país nunca tuvo algo de esta dimensión, ni siquiera la Expo, en tan poco tiempo. La Expo también fue una ocasión para urbanizar una parte de la ciudad. Lisboa y Loures acogen esto como una oportunidad. ¿Se puede hacer la JMJ con un altar más pequeño? Sí. Ahora si me dicen que no es solo un altar, sino que será un equipamiento para el futuro, algo que también contestan algunos, no lo discuto. Sé que las cosas ya fueron algo redimensionadas, pero algunas motivaciones todavía no las he entendido bien.


Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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