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Martín Caparrós: “El periodista tiene que dar dos pasos atrás, sacudirse los prejuicios y mirar de nuevo”

El escritor y cronista argentino es galardonado con Ortega y Gasset a la Trayectoria Profesional

Martín Caparrós, posa en la sede de Alfaguara de Madrid.
Martín Caparrós, posa en la sede de Alfaguara de Madrid.© Luis Sevillano
Rosario G. Gómez

Cuando era joven, el periodista y escritor argentino Martín Caparrós (Buenos Aires, 65 años) quería ser fotógrafo, pero la casualidad le condujo hacia el periodismo escrito. Aún recuerda su primera nota: una historia publicada en el diario argentino Noticias —“bastante crítico e izquierdista”, dirigido por Miguel Bonasso— sobre un cable de agencia que daba cuenta del hallazgo de un pie de un montañista que se había perdido diez años antes en el Aconcagua. Era el 16 de febrero de 1971 y el cadete contaba 16 años. “Aquella pieza seguramente estaba escrita con los pies”, ha recordado este miércoles al echar la vista atrás y evocar algunos pasajes de 49 años de un oficio que le ha llevado por la crónica, el reportaje, el ensayo, las columnas de opinión e incluso la fotografía. “Soy aún peor como fotógrafo que como periodista”, comenta entre risas tras conocer que el jurado de los Ortega y Gasset le ha concedido el Premio a la Trayectoria Profesional.

Considerado uno los mayores exponentes de la mejor crónica latinoamericana, un entrevistador sagaz y un observador dotado de una fina ironía y una cultura enciclopédica, Caparrós encarna la figura del “periodista total”. Ha recorrido el continente americano para contarlo con “mucho interés y mucha intensidad”, un vasto trabajo que sintetizó en el libro Ñamérica, una palabra inventada que nace de la yuxtaposición de la letra más característica del idioma español y América. “La idea general”, comenta, “era tratar de entender qué es ahora América Latina. Tenemos muchas ideas erróneas y lugares comunes cuando pensamos en el continente”.

De América Latina dio el salto al mundo. “Hay algo que siempre me inquietó en el periodismo en castellano. Parece que tenemos que limitarnos a hablar de nuestros lugares y que para hablar del mundo están los americanos, los ingleses, los franceses y algún alemán. Nosotros también podemos hablar del mundo. Es necesario pensar el mundo”. Inquietudes que ha plasmado en libros como Contra el cambio o El hambre y en la serie de artículos El mundo entonces, un original y cautivador ensayo periodístico concebido como un manual de historia escrito en 2120 sobre este planeta y quienes lo habitan. “Es una excusa narrativa para hacer una síntesis de lo que es nuestra sociedad y nuestras formas de vida. Se trata de mirar con distancia aquello que estás acostumbrado a ver. Es uno de los trabajos más interesantes que puede hacer un periodista: dar dos pasos hacia atrás, sacudirse los prejuicios y mirar de nuevo. Verá cosas muy distintas”.

Caparrós sostiene que “técnicamente” el periodismo es un oficio simple: “Consiste en ir, mirar pensar y contarlo. Lo complejo es no complicarse. Parece que complicarse es ser más astuto, pero las cosas se entienden mejor cuando uno se limita a examinar y contar lo que ha visto”. Y remarca que “en general” siempre ha trabajado en libertad. Admite que dejó hace dos años de escribir para la cabecera estadounidense The New York Times porque estaba cansado de que le explicaran qué era lo que él mismo opinaba. En EL PAÍS publica de forma habitual desde 2011 aunque aún recuerda su debú en estas páginas. “La primera vez que me propuse hacer una crónica periodística fue en 1985. Vivía en Madrid y era un ferviente lector de EL PAÍS. Después de un viaje a Egipto se me ocurrió hacer una crónica y vendérsela a El País Semanal. Al tiempo, les ofrecí una entrevista con Daniel Barenboim”. Le publicaron la conversación con el director de orquesta pero no su periplo por el país africano. “Fracasé como cronista”, comenta con sorna.

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