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España tiene un problema de sueño: hasta la mitad de la población duerme mal y la venta de somníferos está disparada

El Congreso aprueba una proposición no de ley para instar al Gobierno a tomar medidas contra los problemas para conciliar el sueño y formar a los sanitarios para hacerles frente

Un paciente era atendido en una clínica del sueño.
Un paciente era atendido en una clínica del sueño.picture alliance (Getty)
Pablo Linde

El mal sueño de los españoles ha llegado este miércoles al Congreso de los Diputados. La Comisión de Sanidad ha aprobado una Proposición no de Ley (PNL) que insta al Gobierno a tomar medidas en torno a la formación y la acreditación de los sanitarios, las guías clínicas y la promoción de hábitos saludables entre la población.

Una buena referencia para saber cómo evoluciona el problema es la venta en las farmacias de remedios para dormir. Y esos datos indican que va a peor: entre octubre de 2021 y septiembre de 2022 se vendieron 11,8 millones de cajas (de compuestos sin receta, que van desde fármacos como la Dormidina hasta complementos con melatonina), según la consultora Health Market Research (HMR). Son 100.000 más que el año anterior y 800.000 más que el previo, en un mercado que ha movido 130,2 millones de euros en los últimos 12 meses.

La Sociedad Española del Sueño calcula que entre un 20% y un 48% de la población tiene en algún momento problemas para dormir, lo que llega a convertirse en un insomnio crónico en alrededor del 10% de los ciudadanos: 4,7 millones de personas.

La pandemia, concluyen diversas encuestas y estudios, ha contribuido a empeorar la situación y, a tenor de los datos de las farmacias (que no incluyen lo que se vende en otro tipo de comercios), el problema no remite al mismo ritmo que la gravedad de la covid y de las medidas para frenarla. España, indican varios especialistas consultados, está en la línea de países de su entorno, pero con una agravante: los horarios atípicamente tardíos de ir a la cama restan más sueño a los ciudadanos.

Los trastornos de sueño son a menudo el chivato que indica que algo en la salud no funciona bien. Y es, a su vez, causante de un buen número de dolencias. Las investigaciones científicas cada vez encuentran nuevas, que van desde problemas cardiovasculares a cognitivos, pasando por un aumento en la siniestralidad y una bajada del rendimiento escolar y laboral.

“Resulta, por tanto, importante estudiar las necesidades formativas de los especialistas en ciencias de la salud sobre los trastornos del sueño, para dar respuesta a los avances del conocimiento científico que requieren de una formación adecuada, y que pondrían solución al impacto en la calidad de vida que los trastornos del sueño generan en la población, redundando en mejorar la calidad asistencial, la salud de los pacientes y revirtiendo los efectos y consecuencias negativas que están teniendo sobre el Sistema Nacional de Salud”, ha expuesto el diputado socialista Julio Navalpotro, que ha presentado la PNL.

El texto, aprobado con los votos favorables de todos los grupos, excepto las abstenciones de Vox y Unidas Podemos, insta al Gobierno a “analizar y proponer soluciones a las necesidades formativas de los especialistas en ciencias de la salud en relación con los trastornos del sueño y desarrollar los contenidos formativos necesarios para posibilitar la prevención y una atención integral, multidisciplinar y personalizada de este problema de salud. Estudiar [...] la formación y acreditación en Medicina del Sueño. Actualizar la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia en Atención Primaria. Promocionar hábitos de sueño saludables y la actividad física y deportiva desde la infancia y en todas las edades, incluyendo propuestas con perspectiva de género”.

Hasta ahora, la formación en problemas de sueño se va adquiriendo en las especialidades que tienen relación con estos trastornos, pero a diferencia de otros países, no es una especialidad en sí misma ni tiene apenas peso en la carrera. Los médicos de familia están “cada vez mejor formados”, según Eduard Estivill, pediatra y neurofisiólogo especializado en sueño. Pero más bien porque “se han preocupado de hacer cursos y asistir a conferencias”, ya que en la carrera “no se estudia prácticamente nada”. “Debería haber al menos una asignatura que hablara solo de alteraciones del sueño”, subraya.

La acreditación tanto de los profesionales como de las clínicas está en manos de las sociedades médicas. La Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMS) tiene acreditados 24 centros públicos y privados que prestan una atención integral en toda España.

El abordaje a los problemas del sueño en la sanidad pública

La atención primaria es, como para casi todo problema de salud, la puerta de entrada al sistema de los pacientes con trastornos de sueño. Y, como para muchas otras enfermedades, el sistema está saturado. “La terapia de elección para el insomnio es la psicológica, pero como hay muy pocos recursos, normalmente se recurren a los fármacos, como las benzodiacepinas, que son los más comunes”, explica Elena Urrestarazu, vicepresidenta de la Sociedad Española del Sueño (SES).

Ante la falta de tiempo y recursos, no es extraño que los médicos de familia acaban recetando este tipo de fármacos, que están indicados para casos concretos y cuya duración debe estar entre las cuatro y las 10 semanas, pero que a menudo “se cronifican”, asegura Urrestarazu. Esto contribuye a situar a España como el país con mayor consumo de benzodiacepinas del mundo.

Los pacientes que acaban con una cita en el psicólogo a menudo se encuentran con sesiones que se demoran meses. Carlos Losada, de la Sociedad Española de Psicología Clínica, explica que en la mayoría de los pacientes que pasan por sus consultas hay un abordaje del sueño, porque es uno de los trastornos que surgen con casi cualquier problema de salud mental. “Lo atendemos casi siempre, porque suelen ser secundarios a otros problemas. Sobre todo con higiene del sueño y tratamientos conductuales más específicos; en algunos casos puntuales como los fármacos, pero no como primera opción”, señala.

La última escala para los problemas más graves son las unidades del sueño que, en los mejores casos, dan una atención multidisciplinar con todas las especialidades médicas que pueden estar implicadas en estos trastornos: neurología, neumología, psicología, psiquiatría, neurofisiología, especialistas maxilofaciales y otorrinos. La mayoría de los hospitales públicos cuentan con unidades de este tipo, pero lo más frecuente es que estén integradas en el servicio de neumología y se limiten a atender las apneas y ronquidos y no dan un tratamiento integral, “que tiene una demanda muy superior a la oferta”, según Estivill, que cree que solo una minoría de las personas con trastornos del sueño recurre a atención médica.

Con sus limitaciones, el sistema ha avanzado mucho en los últimos años, coinciden los consultados: tanto en formación como en crecimiento de unidades especializadas de una ciencia relativamente joven que está en pleno crecimiento. La PNL aprobada en el Congreso, que no tiene un carácter vinculante, debería contribuir, en opinión de Carlos Egea, presidente de la FESMS, a que tanto los gobiernos como los ciudadanos se conciencien de “la importancia que dormir tiene para vivir”.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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