La eterna provisionalidad de los sanitarios: “Llevo 19 años en urgencias y no ha salido ni una oposición para hacerme fija”
El real decreto ley que aprueba este martes el Gobierno prohibirá que una plaza esté durante más de tres años como temporal. Los profesionales en esta situación cobran menos que los fijos y no pueden planificar su carrera
Cuando Itziar Fortuny empezó a trabajar como médico de urgencias en el Hospital de la Paz de Madrid, en 2003, le hicieron un contrato de media jornada. La otra media la cubría haciendo guardias. Después de unos cuantos contratos cubriendo huecos, consiguió una plaza de interina en el Infanta Sofía, cinco años después. Desde entonces sigue en el mismo sitio. “Llevo 19 años en urgencias y ni siquiera ha salido una oposición para optar a un puesto fijo”, se queja.
En realidad salieron dos convocatorias: ambas se cancelaron. “Estudié y pagué tasas para nada”, asegura. Su trayectoria no es una excepción en el ámbito sanitario, donde la temporalidad es del 40%, según un informe de Comisiones Obreras de diciembre de 2021. Comenzar cubriendo bajas, maternidades, haciendo suplencias de verano para luego acabar en un puesto de interino durante lustros es frecuente; tanto como no conseguir una plaza en propiedad hasta superada la cincuentena, aunque también hay quien se jubila sin tomar posesión. Esa provisionalidad tiene consecuencias: cobrar menos que los fijos y no poder planificar la carrera ni los traslados.
Esto es lo que quiere solucionar el Gobierno con un real decreto ley que tiene previsto aprobar este martes el Consejo de Ministros. Con él calcula que 67.300 plazas de interinos pasarán a ser fijas y pretende evitar que se vuelvan a generar semejantes bolsas de eventuales. Para ello se prohibirá por ley que una plaza se mantenga con interinidades más de tres años. Las comunidades autónomas deberán cubrirlas con personal fijo después de ese tiempo. Esto, explican fuentes del Ministerio de Sanidad, no quiere decir que una persona no pueda estar ese tiempo de interino si se va cambiando de destino. Lo que se convierte en fijas son las plazas, no las personas, aunque lo más frecuente será que la norma beneficie a quien la esté ocupando.
Hay dos fórmulas: las que están ocupadas con carácter temporal e ininterrumpidamente con anterioridad al 1 de enero de 2016 saldrán a concurso de méritos. Y las que estén en esta situación al menos en los tres años anteriores al 31 de diciembre de 2020 saldrán a concurso-oposición. Esto no solo incluye las plazas teóricamente estructurales o las que estén en la relación de puestos de trabajo, sino todas las que estén efectivamente ocupadas.
El decreto pondrá orden en una situación completamente anómala, permitirá el mejor desarrollo profesional de los sanitarios y les quitará incertidumbre a los que ocupen las plazas fijas y, en cierta medida, también a sus pacientes. Pero, como insisten algunos sindicatos del sector, no viene a resolver problemas estructurales del Sistema Nacional de Salud (SNS), como la falta de médicos de primaria o las estrecheces a las que están abocados los hospitales y centros de salud este verano.
Tomás Cobo, presidente de la Organización Médica Colegial, explica que la fórmula está consensuada con el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y con los sindicatos. “Aunque bien es cierto que es la Unión Europea la que nos obliga [el organismo reprochó a España la temporalidad que tenían en el empleo público, lo que llevó a una profunda reforma para reducir los interinos], el real decreto es realista y viene a tratar de solucionar una de las graves quiebras de nuestro Sistema Nacional de Salud, la precariedad. Las otras dos son los salarios, inferiores a los de la UE, y la formación médica continuada. Pero, en mi opinión, este es el más importante de los tres. Permitirá a muchos profesionales establecer proyectos de futuro y de familia”, subraya.
Aunque puede parecer una buena noticia para el sector, algunos sanitarios que después de muchos años han conseguido plaza por medio de oposiciones miran con recelo esta regularización, que en muchos casos pasará a hacer directamente indefinidos a los profesionales sin pasar por ningún examen.
Sonia Melantuche, de 49 años, ha seguido la misma trayectoria que muchos de los que ahora se van a ver beneficiados por la regularización. Con la diferencia de que, en la última oferta pública de empleo a la que se presentó, en 2019, quedó la número 50. Aunque todavía no se ha resuelto la convocatoria, tiene prácticamente asegurado que se quedará en posesión de la plaza de celadora que lleva ocupando más de 13 años en el hospital de Móstoles. Antes de eso, lo habitual: contratos de sustitución, bajas. “El ambiente está molesto. No creemos que sea justo que hace tres años te tuvieses que presentar a plaza y ahora la vayan a regalar solo por el tiempo trabajado, que va a valer casi el 90% del baremo. Los que estamos en mi situación nos sentimos súper indignados”, protesta.
Elia Fernández, otra celadora que trabaja en Asturias y que muy probablemente se va a beneficiar de la medida del Gobierno, es comprensiva con la queja: “Entiendo que haya detractores. Me pongo en su lugar: estaban en bolsas y aprobaron una oposición. Pero tienen que entender que nosotros llevamos muchos años ahí y que la experiencia es un grado, estuvimos ahí a las duras y las maduras. Es una compensación a todos los años que llevamos”.
A ella le ha pillado al borde de la jubilación. Tiene 62 años y, con los ritmos que manejan las administraciones públicas, ni siquiera tiene claro que llegue a tomar posesión de su plaza antes de retirarse. La ocupa desde 2008 en el Hospital Valle de Nalón y suma casi tres décadas trabajando en el SNS. “Lo que sucede es que pasa el tiempo y las vacantes no salen. Y la gente que ocupa las plazas al final se acomoda. Transcurren los años y ya no tienes mucha energía para preparar las oposiciones, si es que se convocan”, justifica.
Inconvenientes de no tener la plaza
La interinidad, sin embargo, tiene más inconvenientes del simple hecho de que la plaza no esté en propiedad. No existe para ellos carrera profesional, lo que redunda en menos sueldo y ninguna posibilidad de moverse o progresar en su puesto de trabajo. Eduardo Jara, enfermero del Puerta de Hierro de Madrid, calcula que cobra 700 euros brutos mensuales menos de los que percibiría si tuviera la plaza en posesión, después de 24 años como interino.
Las razones detrás de que estos profesionales no hayan logrado plazas fijas es variada. Desde el caso de Fortuny, el primer testimonio de este reportaje, que no ha tenido posibilidad por falta de convocatorias, hasta el de Jara, que cuenta que en las sucesivas oposiciones no le ha sido posible conseguir la plaza: “La primera era muy fácil, pero estaba pensada para que se hicieran con ella los que llevaban más de 15 años. Yo saqué un 10, pero como no tenía suficiente antigüedad, me quedé fuera. En otra aprobé con un seis y pico, y me quedé a las puertas. Luego pasaron años sin convocatoria. Y la última, de 2019, no se ha resuelto todavía”.
Alejandro Cruz, enfermero almeriense de 30 años, todavía no ha llegado a esa situación. Está en la fase previa, la de encadenar contratos de sustituciones o bajas. Lleva 17 desde que en 2018 regresó de Manchester. “Me han llegado a hacer un contrato del 1 al 15 de diciembre y otro del 16 al 31″, asegura. Cuando terminó la carrera se fue al Reino Unido, atraído por mejores condiciones laborales de las que había en España. Y las encontró: más sueldo y mejor formación. Pero tras tres años decidió volver por razones familiares.
“Allí, cuando te cambiaban de puesto, te daban un mes de entrenamiento para adaptarte al nuevo. Porque no es lo mismo trabajar, por ejemplo, en un hospital de día de oncología que en una planta de cardiología o en una UCI. En España igual te van moviendo de semana en semana y llegas sin saber tus labores. Las acabas aprendiendo, pero al final esto también perjudica la atención a los pacientes”.
La nueva norma tratará de evitar que esto se repita. Quiere disminuir la temporalidad al 8% y que este tipo de contratos se produzcan en los casos en los que realmente existe una razón. “Por ejemplo, si se contratan personas de laboratorio para analizar la viruela del mono, es normal que sean temporales”, explica una fuente de Sanidad. “Pero si a los tres años siguen esos puestos activos o se han reconvertido en otra función dentro del hospital, tendrán que pasar a ser fijos”, añade.
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