El padre de las jóvenes de Terrassa asesinadas en Pakistán: “Tengo a las hijas muertas y a los hijos en la cárcel”
Las víctimas, Arooj y Anisa, habían abandonado el domicilio presionadas por su hermano, que ha confesado ante la policía el doble crimen
Ghulam Abbas arrastra su triste figura hasta la tienda de alimentación donde trabaja desde hace años. Allí le espera su jefe, Ulfad Raja, que intenta echarle una mano en la peor tragedia de su vida. Es la noche del lunes y Ghulam, de 52 años, regresa de la comisaría de los Mossos enTerrassa (Barcelona), donde no ha podido declarar porque no había traductor de urdu. Es el padre de Arooj y Aneesa Abbas, las jóvenes de 24 y 21 años asesinadas en Pakistán tras negarse a continuar con sus matrimonios de conveniencia. Pero también es el padre de dos de las personas que participaron en el feminicidio: los hermanos Shehryar y Asfandyar Abbas. Ghulam, que apenas ha comido ni dormido desde el viernes, está confundido. No expresa pena por las muertas ni rencor hacia los verdugos: “Tengo dos hijas muertas y dos hijos en la cárcel; no sé qué pensar”.
Arooj y Aneesa fueron brutalmente asesinadas supuestamente por sus maridos, sus hermanos y otros parientes en un pequeño pueblo del Gujrat, en la provincia oriental del Punjab, de donde procede la mayoría de los paquistaníes residentes en Cataluña. Hay seis detenidos por un doble asesinato cometido con el pretexto de preservar el buen nombre de la familia. Los dos principales arrestados son Mohammad Harif -tío de ambos y suegro de Aneesa- y Shehryar, el hermano de las chicas. Según fuentes policiales citadas por Efe, estos dos detenidos han confesado que las estrangularon y las mataron “por honor”. En los llamados crímenes de honor —uno de los rostros de la violencia machista— suelen estar implicados varones de una familia que consideran que otro miembro, por lo general una mujer, les ha deshonrado.
Ghulam se tapa el rostro con las manos. No puede verbalizar cómo se siente, qué piensa o qué decisiones va a tomar. Se acuerda de otro hijo, su primogénito, que murió ahogado hace años en un río de Pakistán. Desde su país, el viernes por la tarde recibió la peor de las llamadas: sus hijas habían sido asesinadas y dos de sus hijos habían sido detenidos por ello. De lo que ocurrió en el pueblo de Mouza Nothia solo sabe lo que le han contado los familiares. También, lo que la policía del Punjab ha explicado de forma oficial: que la familia tendió una trampa a las jóvenes con la intención de que regresaran a España de la mano de sus maridos, que ellas se negaron y que por ese motivo fueron golpeadas y asesinadas, de un disparo, mientras dormían.
La historia de la familia Abbas no ha sido plácida. Hace 13 años, Ghulam llegó a España y empezó a trabajar de lo que pudo con la intención de reunir, poco a poco, a su familia. Trabaja en una tienda de alimentación en la Rambla Francesc Macià de Terrassa, a cinco minutos a pie de su domicilio. “Siempre pedía más horas para cobrar más. Aquí le decimos que es como un burro, porque no para de trabajar”, cuenta el jefe. Compagina ese empleo con la venta de flores en Barcelona, adonde se desplaza en tren. Con un contrato de trabajo falso por el que pagó una fortuna, logró traer a su hija Arooj, que se había casado con un primo suyo (Hassan) en Pakistán. Más tarde, por reagrupación familiar, logró que llegara a Cataluña Aneesa, la otra hija, que entonces era menor de edad. Al cumplir los 18 años, la joven viajó también a su país para casarse con otro primo (Atiq).
Bajo el control del hermano
Aquellos matrimonios de conveniencia, pactados en el seno de la familia, eran más formales que otra cosa. En Terrassa, a miles de kilómetros de sus maridos, Arooj y Aneesa empezaron a llevar una vida que no gustó a uno de los hermanos, Shehryar, que entre tanto se había instalado también en la localidad. “Los tres se querían con locura. Ellas a él, y él a ellas. Para su boda, Aneesa quería unos zapatos de 40 euros, pero el padre, que es un poco tacaño, le dijo que no. Shehryar me pidió que me llevara al padre a dar una vuelta para que él se los pudiera comprar. Ahora, de repente, se ha destruido todo”, recuerda el jefe de la tienda, que hace también de intérprete porque Ghulam apenas habla castellano.
Con el pretexto de proteger a sus hermanas, Shehryar trató en realidad de controlar sus vidas. Aneesa empezó a vivir la suya propia de un modo que su familia interpretó como un desaire. Se marchó de casa en un par de ocasiones y empezó a salir, en Barcelona, con un chico paquistaní. Shehryar se enfrentó con él y llegó a agredirle. Poco después, también Arooj se marchó de casa. “Ghulam quería evitar que su hijo acabara matando a alguien, así que le pidió que las dejara en paz, que hicieran su propia vida”, asegura el jefe del padre.
Ghulam, el padre, asegura que llevaba muchos meses sin ningún tipo de contacto con sus dos hijas, aunque escondía los problemas domésticos a su jefe. “Cuando le preguntaba por ellas, me decía que estaban bien, en casa”, cuenta Ulfad, que notó cómo también el hermano controlador dejó de pasarse por la tienda, donde había trabajado ayudando a su padre. “Siempre le hacía bromas con su pelo, porque tiene una melena larguísima. Para él lo más importante eran sus hermanas, su pelo y el voleibol, estaba loco por ese deporte”, cuenta sobre el hombre al que la policía de Punjab considera uno de los principales autores del doble asesinato.
El viaje final a Pakistán
La tensión en la familia Abbas se había desbordado en los últimos meses. Hace unas semanas, la madre y dos hijos (Shehryar y Asfandyar) viajaron a Pakistán, presuntamente para pasar unas vacaciones. Las motivaciones de ese viaje no han sido aclaradas por ahora por las autoridades. Tampoco está claro en qué momento ni por qué llegaron las hijas al país, o si fueron forzadas a viajar. En conversación con EL PAÍS, un jefe de policía del Punjab ha explicado que, “de acuerdo con las investigaciones iniciales”, las mujeres fueron víctimas de una “trampa”. Cuando llegaron al pueblo, los familiares insistieron en que debían regresar a Europa con sus maridos porque su condición de residentes en España les ayudaría a ellos a obtener los visados.
Pese a enfrentarse a un contexto de enorme presión social, Arooj y Aneesa se negaron a someterse a esas peticiones. No solo no querían regresar con ellos, sino que “pidieron el divorcio” para seguir con sus vidas (y sus relaciones) en España, según el jefe policial. Aquella rebelión fue intolerable para el hermano Shehryar, que además tenía otros planes para ellas. Su intención era que toda la familia —Arooj, Aneesa, la madre y el padre— vivieran en Pakistán, mientras que él y Asfandyar regresarían a España. Ellos trabajarían y enviarían el dinero necesario para mantenerlos a todos. Las hermanas rechazaron, presuntamente, el guion escrito para sus vidas.
La discusión derivó en un grave enfrentamiento en el que se involucraron varios familiares, según la policía, que ahora descarta que haya indicios de que las mujeres fueran torturadas antes de ser asesinadas, como habían informado inicialmente. Algunos de los seis detenidos “pueden afrontar la pena capital”, según el jefe policial, a pesar de que la madre no ha interpuesto denuncia. El mismo portavoz asegura que la madre está “en shock” y descarta que participara en el asedio a las jóvenes. La policía del Punjab no descarta nuevas detenciones y confía en aclarar las circunstancias de un suceso que también investigan, en paralelo y de oficio, los Mossos d’Esquadra.
La policía catalana trata de averiguar, entre otras cosas, si las chicas fueron “engañadas” para viajar a Pakistán y si alguno de sus familiares en Cataluña pudo haber cometido un delito. Los agentes tomaron declaración a diversos familiares; entre ellos, Ghulam Abbas, que finalmente declaró este martes por la mañana, ya con intérprete de urdu. Según La Vanguardia, el hombre insistió ante los policías en que no tenía contacto con sus hijas desde el día en el que se marcharon de casa.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.