Los republicanos bloquean el intento demócrata de convertir el derecho al aborto en ley en EE UU
Chuck Schumer, líder de la mayoría en el Senado, convoca una votación condenada al fracaso (49-51) para que sus oponentes tomen posición ante la inminente derogación del precedente de ‘Roe contra Wade’
Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos, no comparte la vieja idea de Ortega y Gasset de que “todo esfuerzo inútil conduce a la melancolía”. Es más, no considera un esfuerzo inútil haber sometido el miércoles a votación de la Cámara alta una iniciativa que sabía condenada al fracaso y que aspiraba a convertir el derecho al aborto en una ley de alcance federal. Su partido, que tiene 50 de los 100 escaños, andaba muy lejos de los 60 que son necesarios en virtud de la tradición del filibusterismo, que obliga a mayorías cualificadas para asuntos de ese calado. Pero aun así puso a ambos partidos a votar. Y ni siquiera consiguió el apoyo de todos los suyos: Joe Manchin se pronunció en contra, y dejó el marcador en 49-51.
Tampoco eso fue una sorpresa: ya están acostumbrados en el Capitolio al verso suelto de Manchin, representante por Virginia Occidental, que ha torpedeado algunas de las iniciativas estrella de la agenda del presidente Joe Biden en sus primeros 15 meses en la Casa Blanca. Para Schumer (Nueva York) lo importante era que los senadores se retrataran ante la inminente derogación, por parte del Tribunal Supremo, de la sentencia Roe contra Wade, que consagró constitucionalmente hace medio siglo ese derecho de las mujeres. Así lo hizo saber al principio de la sesión, que se ha desarrollado a cámara lenta (y semivacía, con los miembros saliendo y entrando a votar): “Ya es hora de que los republicanos dejen de ocultar sus puntos de vista sobre el tema”. Mitch McConnell (senador por Kentucky y líder de la minoría republicana, criticó, con su característica impávida expresión, un proyecto de ley “radical” y que los demócratas “hayan permitido que el activismo marginal los aleje de donde están las preocupaciones de los estadounidenses”.
Schumer decidió actuar con rapidez cuando el lunes 2 de mayo supo, gracias a una inédita filtración a la web Politico, que cinco de los nueve jueces conservadores estaban dispuestos a votar a favor de tumbar un fallo de 1973, seguramente el más famoso de la historia del alto tribunal. Su reacción fue provocar una votación sobre la Ley de protección de la Salud de la Mujer, que ya se estudió en la Cámara en febrero. El aborto es tal vez el tema que más enfrenta a los estadounidenses, y los demócratas quieren que los votantes (y especialmente las votantes) sepan exactamente cómo piensan sus políticos ahora que se acercan las elecciones legislativas que en noviembre servirán para renovar a la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Las perspectivas demócratas para esa cita electoral no son buenas.
Lo que se filtró en Politico es un borrador del Supremo, redactado en febrero para reflejar la opinión mayoritaria de los jueces. Según publicó el martes la misma web, el conocido la semana pasada es el único texto que el órgano judicial ha producido sobre el caso que enfrenta a la clínica Dobbs, de Jackson, contra el Estado de Misisipi, que promulgó una ley que recorta el límite para la interrupción legal del embarazo de las 23 semanas establecidas por Roe contra Wade, hasta las 15 semanas. Los argumentos y la redacción del texto podrían cambiar hasta que el Supremo se pronuncie definitivamente en junio o principios de julio, pero parece muy poco probable que el resultado sea otro que el previsto. El fallo tendría como consecuencia inmediata que la capacidad para legislar sobre la materia regresaría a los Estados. Cuando eso suceda, se prevé que 26 de los 50 territorios que componen el país tomen medidas que restrinjan en extremo o prohíban el aborto.
La iniciativa que se sometió el miércoles a votación, en presencia de la vicepresidenta Kamala Harris, lo que subraya el apoyo de la Casa Blanca, va mucho más lejos que el precedente de Roe. La ley prohibiría algunas de las condiciones impuestas en los últimos años por algunos Estados. En la práctica, entorpecen al acceso a sus derechos de las estadounidenses, e incluyen la práctica de ecografías obligatorias, períodos de espera entre la consulta y la intervención quirúrgica o fuertes requisitos que tienen que cumplir los proveedores de los servicios abortivos.
Desde febrero, los demócratas han adaptado el texto. Han eliminado pasajes que se referían a las restricciones al aborto como “una herramienta de opresión de género” o la referencia a “toda persona capaz de quedar embarazada”, que incluía a los hombres transgénero y las personas no binarias. La intención era cortejar a algunos de los republicanos más proclives a su posición. Estos son fundamentalmente dos: las senadoras Susan Collins, de Maine, y Lisa Murkowski, de Alaska. También hay demócratas que no apoyan a ciegas el derecho, como Bob Casey, de Pensilvania, que anunció el martes que votaría a favor de la ley (y así lo hizo), y Manchin, que votó en contra.
Collins y Murkowski han presentado su propio proyecto de ley, que persigue “codificar Roe contra Wade”. Se trata de un texto titulado Ley de Elección Reproductiva, de solo tres páginas, que impide a los Estados imponer “cargas indebidas” sobre la capacidad para interrumpir el embarazo antes de la viabilidad fetal, límite que se fija en torno a las 24 semanas. Esa previsión ya estaba contemplada en la sentencia Planned Parenthood contra Casey, fallo del alto tribunal de 1992 que reafirmó el derecho constitucional al aborto establecido por Roe. Como este, está a punto de sucumbir ante el mazo del Supremo más conservador en ocho décadas.
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