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Las farmacéuticas trabajan ya para adaptar sus vacunas a la variante ómicron del coronavirus

La Agencia Europea del Medicamento calcula que la aprobación llevaría entre tres y cuatro meses, aunque todavía no se sabe si será necesaria

Un empleado de Pfizer, en los laboratorios de la filial Neusentis.
Un empleado de Pfizer, en los laboratorios de la filial Neusentis.Chris Ratcliffe (Bloomberg)
Pablo Linde

Las grandes farmacéuticas que comercializan las principales vacunas contra la covid están ya trabajando para adaptarlas a la variante ómicron. Pese a que todavía es una incógnita si las mutaciones del virus que se detectaron la semana pasada en Sudáfrica harán necesaria una nueva inyección, las compañías empiezan a estudiarla para crear versiones más efectivas frente a este linaje, en caso de que fueran necesarias. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha anunciado este martes que tiene planes para acelerar esta adaptación, un proceso que calcula que llevará entre tres y cuatro meses.

Por ahora, hay muchas más incertidumbres que certezas sobre la nueva mutación. Aunque existen indicios de su mayor contagiosidad, ni siquiera esto está confirmado. Tampoco que sea más grave o que pueda escapar a la protección de las actuales vacunas. Pero el gran número de mutaciones hace pensar a los expertos que el sistema inmunitario puede tener más problemas para reconocer y neutralizar esta versión de la covid que las anteriores.

Según esta hipótesis, las vacunas perderían algo de eficacia: probablemente a la hora de reducir contagios, como ya sucedió con la delta. Es más incierto si también a la hora de proteger frente a la enfermedad más grave y la muerte. “El pronóstico siempre va a ser más favorable para las personas vacunadas que para las que no lo están, tienen más probabilidades de poder defenderse”, resume José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas.

En esta misma línea se ha manifestado en el Parlamento Europeo la directora ejecutiva de la EMA, Emer Cooke, quien ha asegurado que, incluso si la nueva variante se expande, las vacunas disponibles continuarían protegiendo, según recoge Europa Press. “No sabemos todavía si necesitaremos adaptarlas, pero en todo caso tenemos preparados planes de contingencia. Trabajamos con los reguladores porque esperamos lo mejor, pero estamos preparados para lo peor”, ha afirmado.

Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunología (SEV), dibuja dos escenarios: “Puede pasar que las vacunas que tenemos sean absolutamente potentes ante esta nueva cepa o que, en función de esas mutaciones, pierdan algo de efectividad, aunque no dejen de protegernos, que es lo que creo más probable. Por eso debemos estar ocupados, no alarmados”.

Ante este panorama, Federico Martinón, asesor de vacunas de la Organización Mundial de la Salud, advierte de que es importante diferenciar infección y enfermedad. “Sabemos que los anticuerpos neutralizantes se reducen in vitro frente a muchas de estas variantes y eso condiciona peor eficacia frente a la infección, sea sintomática o asintomática. Sin embargo, cuando hablamos de enfermedad clínica que condiciona hospitalización y muerte, la ausencia de anticuerpos no parece relacionarse negativamente: es decir, nuestra protección está mucho más condicionada por otras partes de la repuesta inmune”, explica.

Este especialista lo ejemplifica así: “No sé qué va a pasar con ómicron, pero esto es una cerradura que se va modificando, que es el virus, y la llave, que es la vacuna puede ir cada vez más recia, pero no va a llegar un día en que de repente no podamos abrir. Y la llave es en cierto modo maestra, porque cuando estimulamos el sistema inmune es mucho más amplia de lo que pueda parecer”.

Mientras todo esto se dilucida, las farmacéuticas ya trabajan en nuevas versiones. Es algo que figura incluso en los contratos que la Unión Europea tiene con estas empresas. Tal y como sucede con la vacuna de la gripe, tendrán que adaptarla a nuevas características del virus, si es que finalmente resulta necesario. Una portavoz de Pfizer explica a este periódico que la compañía sigue atenta a cualquier variante emergente que potencialmente pueda escapar a la protección de su fármaco. “Estamos comenzando a realizar pruebas de neutralización con la ómicron y esperamos tener datos iniciales en las próximas semanas. Esperamos poder desarrollar y producir una vacuna a medida contra esa variante en aproximadamente 100 días, siempre que se obtenga la aprobación de las autoridades reguladoras”, señala.

El consejero delegado de la empresa Moderna, Stéphane Bancel, ha afirmado en una entrevista en el Financial Times este martes que las vacunas actuales probablemente sean “mucho menos eficaces” contra la variante ómicron. Es una declaración demasiado aventurada, en opinión de los expertos consultados. “Son declaraciones económicas. Todavía no se sabe si habrá pérdida de eficacia y cuánta, si la hay”, afirma Vicente Larraga, investigador del CSIC que trabaja en una vacuna contra la covid.

Antonio Gutiérrez, doctor en Farmacia y epidemiólogo del Hospital Universitario de Valme (Sevilla), cree que es difícil discernir qué declaraciones atienden a un criterio “asépticamente científico” y cuáles “están barnizadas con otros esmaltes”. “A día de hoy, quien diga cualquier cosa acerca de ómicron, literalmente está elucubrando. Yo no sé qué ocurrirá en un sentido o en otro. Muchas mutaciones no implican unívocamente que sea una variante más peligrosa. Me parece extraordinario que estemos preparados para reformular las vacunas. No sabemos la suerte que tenemos con eso. Pero decir que hará falta, hoy, es mucho decir”, apostilla Gutiérrez.

Misma base

En caso de que fuera necesario reformular la vacuna, el proceso sería similar al de la gripe, según explica Jaime Jesús Pérez, de la SEV. “Bastaría con que muestren buenos datos de inmunogenicidad”, sentencia. Esto quiere decir que no sería necesario realizar largos ensayos clínicos con grupos de población vacunada y otra que no lo está. Al tratarse con una base ya probada de seguridad y eficacia, solo haría falta comprobar que las nuevas fórmulas producen fuerte reacción inmune en las personas. Esta es la razón por la que el proceso total puede durar apenas tres meses, en comparación con los 10 que se necesitaron para tener los primeros remedios.

Aunque es un escenario para el que conviene estar preparados, está todavía lejos de ser realidad. Como ha señalado la responsable de la EMA, primero debe estudiarse la situación epidemiológica en Europa, el nivel de circulación de la variante y factores de la población europea como la edad o la vacunación en la expansión de la variante. Todos estos factores difieren mucho de la situación de Sudáfrica, donde se detectó la variante ómicron por primera vez, ha recalcado Cooke, quien ha reiterado que la agencia ya trabaja en esta dirección en coordinación con otras instituciones europeas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y compañías farmacéuticas. “Es algo para lo que estamos preparados”, ha resumido ante los eurodiputados.

García Rojas cree que esta variante debe de servir para ser conscientes de que hay que potenciar la vacunación en los países en desarrollo: “Que solo tengan un 20% de las dosis frente al 80% de Estados ricos no solo muestra una falta total de solidaridad, sino, como estamos viendo, un problema epidemiológico, porque el virus se expande más y tiene más capacidad de mutación”. Rojas insiste en que lo que puede hacer ahora la población es mantener las medidas de protección: mascarilla, ventilación y distancia.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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