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Un consumidor encuentra un diente humano en una napolitana de chocolate importada de Francia

España notifica el caso al sistema europeo de alertas alimentarias para que investigue el origen del producto, aunque descarta adoptar más medidas

Oriol Güell
Dulces en una pastelería de Barcelona.
Dulces en una pastelería de Barcelona.joan sánchez

Un consumidor residente en Castilla y León vivió hace unos días una experiencia inimaginable al comer una napolitana de chocolate y toparse con un “diente humano” incrustado en la masa. Así consta en una notificación del Sistema de Alertas Rápidas de Alimentación de la Unión Europea (RASFF, en sus siglas en inglés), fechada el pasado miércoles, y ha sido confirmado a EL PAÍS por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).

El caso, calificado de “absolutamente excepcional” por todas las fuentes consultadas, ha motivado la apertura de una investigación. Concluida en España al averiguar que el producto procedía de Francia, ahora son las autoridades de ese país las que deben comprobar el origen del bollo y lo ocurrido en la planta de producción.

“El caso empieza cuando un ciudadano se queja de que al comer una napolitana de chocolate se ha encontrado el diente de otra persona”, explica Paloma Cervera, subdirectora de alertas alimentarias de la AESAN. “Las autoridades competentes de Castilla y León se trasladaron a la empresa productora y comprobaron que esta se limita a hornear masas congeladas importadas de Francia, sin mayor manipulación del producto. El siguiente paso ha sido la notificación a Francia para que hagan los controles pertinentes”, detalla esta responsable de seguridad alimentaria.

Francia no ha ofrecido por ahora más información sobre la investigación abierta, pero la AESAN no considera necesario adoptar más medidas —como la retirada de productos— a la espera de la conclusión de las pesquisas. “No consideramos que haya un riesgo objetivo para otros consumidores que precise medidas adicionales. El caso no se ha tramitado como una alerta en el sistema RASFF, sino como una información de interés a seguir. Lo esperable es que sea un caso puntual y que el riesgo para el consumidor ya ha pasado con el hallazgo del diente”, añade Cervera.

La AESAN y los expertos en seguridad alimentaria consultados recuerdan la gran dificultad que supone descubrir con certeza el origen de los objetos extraños que en ocasiones se descubren en los alimentos. Del proceso de producción, la distribución, la venta minorista e incluso la manipulación que hace del producto el propio consumidor —sin dudar nunca de su versión de los hechos—, “hay tantas fases, momentos y razones por las que un cuerpo extraño puede haber llegado ahí que, si el problema no se repite o surge un vínculo claro, es muy probable que el caso quede sin resolver”, explica José Juan Rodríguez, profesor titular de Nutrición y Bromatología por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y con más de tres décadas de experiencia en el campo de la seguridad alimentaria.

“Tiene que ser algo muy excepcional lo que ha ocurrido porque los controles de calidad de las plantas de producción hacen prácticamente imposible lo que este caso puede dar a entender: que una persona a la que se le mueve un diente manipule la masa en preparación y se le caiga sin que nadie, ni él mismo, se dé cuenta o avise. Estos procesos están muy mecanizados y controlados”, explica Rodríguez.

En las fábricas de bollería industrial, cuenta este experto, todos los ingredientes son dosificados y pesados al detalle por máquinas específicas, introducidos mecánicamente en otra máquina amasadora, de la que a su vez sale la masa colocada sobre una banda que, en las últimas fases del proceso, será cortada a trocitos, se le añadirá el chocolate y pasará a ser ultracongelada tras ser enrollada.

“Todo esto se hace además en ambientes aséptico, con todo protegido con mallas o redes de acero... Y pese a todo esto, es cierto que a veces aparecen cuerpos extraños de difícil explicación. Cuando se ha descubierto lo ocurrido, las razones han ido desde incidentes casi inexplicables a trabajadores que querían perjudicar a la empresa, entre muchas otras”, informa Rodríguez.

Este experto explica que no es tan infrecuente que en productos cárnicos —algunos embutidos o hamburguesas— se encuentren dientes de cerdo “que a veces pueden confundirse con los humanos, aunque esto muy extraño en repostería industrial”. “Esto ya sería especular, pero una explicación muy poco plausible sería que se haya utilizado manteca de cerdo en lugar de mantequilla en la masa y que un diente del animal se haya introducido en la cadena de producción. Otra, que el producto provenga en realidad de un tercer país con menores controles... Es un hecho tan excepcional que da pie a todo tipo de especulaciones”, concluye Rodríguez.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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