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Sánchez anuncia que las mascarillas dejarán de ser obligatorias el 26 de junio al aire libre

La medida se aprobará en un Consejo de Ministros extraordinario el próximo jueves

Ambiente en una calle del centro de Girona, el 6 de junio. En el vídeo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncia el fin de las mascarillas en exteriores.Vídeo: CRISTÓBAL CASTRO / ATLAS

Este será el último fin de semana con uso obligatorio de mascarilla en el espacio público en España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado este viernes que la medida contra la pandemia decaerá el próximo día 26 de junio, tras su aprobación en un Consejo de Ministros extraordinario el próximo jueves. El anuncio lo ha hecho Sánchez al comienzo de su intervención en la clausura de las jornadas anuales del Círculo de Economía en Barcelona.

“Nos vamos acercando cada día a la normalidad a secas. Queremos que se recupere la economía y sea una recuperación justa y duradera”, ha dicho el presidente en su intervención en la reunión del lobby (grupo de presión) económico. España sigue así la senda marcada por Estados como Francia, que desde el pasado jueves ya no obliga a usar el tapabocas en la calle. “Este será el último fin de semana con mascarillas en los espacios al aire libre”, ha agregado.

Para que los españoles puedan pasear con la cara descubierta es necesario derogar el artículo 6 de la Ley 2/2021, de 29 de marzo, que establece la obligatoriedad de las mascarillas en exteriores e interiores, independientemente de la distancia, hasta que acabe la pandemia. Según los juristas consultados, el Gobierno tendrá que aprobar un real decreto-ley que anule la norma y que requerirá el refrendo del Congreso en los 30 días siguientes a su aprobación.

Aunque Sánchez no ha detallado las condiciones que regirán la nueva norma, los técnicos de las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad ya habían preparado un documento con las nuevas recomendaciones, según fuentes de los equipos que han trabajado en el informe. Si el Gobierno las sigue, desde el día 26 se podrá ir sin mascarilla en espacios exteriores siempre que se pueda mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros con personas ajenas a la burbuja social más cercana, en calles donde no se produzcan aglomeraciones.

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Las voces que venían pidiendo el fin de las mascarillas en exteriores eran crecientes. La medida, que de por sí es de dudosa utilidad cuando no hay personas alrededor, era cada vez más respondida a medida que aumenta la vacunación y se comprueba que la incidencia acumulada cae sin parar, incluso tras levantar el estado de alarma y relajar muchas restricciones sociales.

En opinión de Antoni Trilla, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Barcelona, “es un buen momento para retirarlas siempre que se explique bien”, dada la situación epidemiológica y las altas temperaturas. “Cuando vas en exteriores más o menos solo o paseando en burbujas se puede quitar, pero en una cola, por ejemplo, es mejor ponérsela. Tampoco conviene permanecer mucho tiempo en contacto con otras personas [si no se lleva puesta]. En interiores será importante seguir con ellas”, señala.

Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), es de la misma opinión que el catedrático, y cree que será una “alegría social” poder prescindir de esta protección en exteriores. “Es algo que había que hacer antes o después y que viene respaldado por una evidencia científica cada vez mayor que señala a los lugares cerrados como lugares de más riesgo de contagio”, concluye.

También hay voces contrarias a eliminar la obligatoriedad de los cubrebocas. El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, ha señalado que el Gobierno andaluz “va a seguir recomendando el uso de la mascarilla hasta que la situación sanitaria no mejore en términos absolutos”. Aunque fue su partido, Ciudadanos, quien presentó una propuesta para que la mascarilla dejara de ser obligatoria, Marín ha considerado que el anuncio de Pedro Sánchez obedece a una estrategia para amainar la oposición a los indultos, informa Eva Saiz. Jesús Aguirre, consejero de Salud de Andalucía, la comunidad con mayor incidencia de la pandemia, aseguró el jueves en una entrevista en Canal Sur que no contempla relajar su uso hasta mediados de julio o principios de agosto. “Es un debate que no me gusta porque creamos una falsa expectativa de relajación. No ganamos nada, solo bajar la guardia”, dijo.

En este sentido, Clara Prats, investigadora del grupo de biología computacional y sistemas complejos de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), señala que aunque la probabilidad de infectarse cuando se guarda la distancia en exteriores es “prácticamente nula”, ahora habrá que tener en cuenta que cuando nos cruzamos a hablar con alguien o entramos a un sitio cerrado hay que volvérsela a poner. “Si son obligatorias en todo momento es algo que no hace falta. En adelante necesitaremos mecanismos que garanticen que la llevamos siempre que es recomendable”, señala la investigadora, quien, con todo, se muestra partidaria de relajar la norma.

En principio, derogar la obligatoriedad de las mascarillas no supone que cada comunidad no pueda regular su uso y ser más restrictiva. Las medidas impuestas para todo el país siempre han sido de mínimos: los Gobiernos regionales en ocasiones no han podido ser más laxos, pero sí más exigentes. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, no respondió el pasado miércoles a los periodistas cuando le preguntaron por esta posibilidad. “Se hará [eliminar la obligatoriedad] de acuerdo al marco legal y en coordinación con las comunidades autónomas”, zanjó.

Cuando entre en vigor la nueva norma, habrán pasado más de 13 meses desde que se impuso la obligatoriedad de las mascarillas en todos los espacios públicos. Fue el 21 de mayo de 2020 cuando entró en vigor la norma de llevar la mascarilla siempre que no se pudiera respetar la distancia de seguridad. Se produjo una rápida escalada en su implementación que pasó desde el principio de la epidemia, cuando las autoridades sanitarias, con Fernando Simón a la cabeza, aseguraban que su uso en personas sanas podía ser incluso contraproducente, a su obligatoriedad total. Durante el verano del año pasado, las comunidades autónomas fueron prohibiendo ir por la calle sin mascarilla, incluso con distancia de seguridad, pero eran normas autonómicas fácilmente reversibles. El siguiente paso se produjo en marzo de 2021, cuando el Congreso aprobó de forma extemporánea que había que llevarlas en cualquier espacio público.

Todo cambió el 8 de abril de 2020, cuando el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) comenzó a recomendarlas como “medida complementaria”. Dos días después, el Ministerio de Sanidad tomó nota y también recomendó su uso en transporte público y en lugares donde se produjeran aglomeraciones. Pero era, por entonces, una recomendación. El 4 de mayo, durante el primer estado de alarma de esta pandemia, el Gobierno comenzó a exigir esta protección en los transportes públicos.

La mascarilla seguirá siendo obligatoria, previsiblemente, durante meses. Pero, si se respetan las recomendaciones de los técnicos de Sanidad y las comunidades, solo en espacios cerrados o calles con aglomeraciones.

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