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Los casos de covid en la UCI caen a los niveles de octubre

La bajada de las entradas en cuidados intensivos ha precipitado que los hospitales desmonten un millar de camas desde febrero

Covid España
Una enfermera atiende a un paciente con covid en la UCI del Hospital Vall d'Hebron de BarcelonaMASSIMILIANO MINOCRI
Jessica Mouzo

Las unidades de cuidados intensivos (UCI) empiezan a ver la luz al final del túnel. Los casos de infección por coronavirus han caído este mes un 28% y el global de ingresados en estado crítico se sitúa en niveles de octubre: hay 1.655 enfermos de covid. Es decir, un 16,8% de las camas de críticos que hay en España están ocupadas por personas con coronavirus. Aunque el panorama es muy desigual por comunidades: en Galicia es el 3% y en Madrid, el 35%. En cualquier caso, la caída de ingresos ya ha propiciado que se desmonten camas: hay un millar de plazas menos que el 1 de febrero, cuando se alcanzó el pico de ingresos en UCI este año con cerca de 5.000 hospitalizados.

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Antes de la pandemia, la sanidad española contaba con unas 4.400 camas de críticos, según la última estadística del Ministerio de Sanidad, con datos de 2017. Con el azote de la crisis sanitaria, esta infraestructura se quedó corta y ya a finales de marzo las UCI se habían expandido por los hospitales, en las unidades de reanimación, en los quirófanos, en salas habilitadas ad hoc con tomas de oxígeno y respiradores. Las cifras de entonces son más confusas porque no había un reporte de los ingresados críticos en el momento, sino un cómputo de casos acumulados, pero incluso este dato cristaliza el aluvión de pacientes: unos 5.800 pacientes con covid, a finales de marzo de 2020, habían pasado ya por la UCI. Madrid, una de las pocas comunidades que reportaba la prevalencia, casi triplicaba por esas fechas su ocupación estructural: tenía unos 1.500 casos de covid en cuidados intensivos.

Tras ese primer momento de crisis, la presión en las UCI ha ido fluctuando al ritmo de las olas epidémicas, pero con un matiz: la situación de partida en las unidades de críticos en cada oleada era peor que la anterior, porque la curva epidémica subía antes de que la presión en intensivos se hubiese relajado del todo. El punto álgido este año se alcanzó en pleno pico de la tercera ola: entonces había instaladas unas 10.800 camas y 4.894 llegaron a estar ocupadas por pacientes con covid. A partir de ahí, la presión ha ido bajando, se estancó en la cuarta ola y ahora, con el empuje de la vacunación y la caída de transmisión, encara un nuevo descenso.

La ocupación actual es similar a la del 14 de octubre, cuando había 1.652 enfermos críticos con covid, pero la situación epidemiológica es completamente distinta: entonces, España encaraba el segundo gran envite del virus y ahora, en cambio, la transmisión del virus en el país va de bajada (135 casos por 100.000 habitantes) y la vacunación, que protege contra las formas graves de la enfermedad, se ha disparado. Con cerca del 35% de la población española (16,3 millones de personas) inmunizada con al menos una dosis y, sobre todo, protegidos los colectivos más vulnerables —el 93% de los mayores de 60 ya han recibido un pinchazo—, el riesgo de otro colapso de las UCI es mucho menor.

“Hemos estado tan mal, que cualquier mejoría nos da mucho respeto”, apunta Joan Ramon Masclans, jefe de UCI del Hospital del Mar de Barcelona. “Estamos mejorando, llevamos dos días sin ingresos y los pacientes que hay son de larga estancia, pero viendo el comportamiento social generalizado, nos preocupa mucho lo que pueda pasar. Sobre todo, nos preocupa la franja de entre 40 y 60 años, que son los padres de los chavales que salen y no están aún vacunados”, añade el intensivista. En su hospital había antes de la pandemia 18 camas estructurales de UCI, pero llegaron a tener 90 enfermos críticos hospitalizados a la vez. Y todavía no han vuelto a la normalidad: “Tenemos 30 pacientes críticos, 18 con covid. Así que tenemos una ocupación del 170% de nuestra capacidad estructural. Seguimos teniendo pacientes ocupando unidades de semicríticos y reanimación postquirúrgica”, explica el especialista.

Aglomeraciones en los bares cercanos a la Puerta del Sol de Madrid el pasado marzo.
Aglomeraciones en los bares cercanos a la Puerta del Sol de Madrid el pasado marzo. Olmo Calvo

La situación global en España apunta a un respiro para las UCI, pero la situación es muy desigual entre las autonomías. La ocupación de pacientes con covid en estado crítico de la Comunidad Valenciana o Galicia, dos de los territorios con la incidencia más baja, apenas supera el 3%. En Baleares y Murcia es el 5% y en Extremadura, el 6%. “La gran mayoría de los pacientes que tenemos son los críticos habituales: personas con infartos, shocks sépticos o cardiogénicos, pancreatitis… Tenemos las 38 camas de siempre dedicadas a no covid y una UCI habilitada con 20 camas para covid, pero, por suerte, solo tenemos siete ocupadas. Y a ver si estos días seguimos disminuyendo”, apunta David Freire, jefe de UCI del Hospital de A Coruña.

En la otra cara de la moneda, con la presión asistencial más alta a causa de los pacientes con covid, están Aragón, Cataluña y País Vasco, con ocupaciones de pacientes covid por encima del 25% y Madrid, que supera el 35%. “En Madrid, en la cuarta ola, llegamos a tener 600 pacientes críticos. Ahora estamos en 460. Observamos una caída lenta desde finales de abril, pero necesitamos unas semanas más para tener un margen de seguridad. De camas de referencia prepandemia estamos al 100% y con las zonas extendidas, al 40% de covid”, sostiene Alfonso Canabal, jefe de UCI del Hospital Princesa de Madrid. La comunidad lleva desde el verano pasado con incidencias por encima de los 200 casos por 100.000 habitantes.

Cuesta bajar la presión sobre las UCI, coinciden los especialistas. No hay tantas nuevas entradas como antes, pero los pacientes ingresados actualmente tardan también más en salir. “Ahora tenemos pacientes más jóvenes y parece que cuando están en planta su proceso inflamatorio va más rápido: antes tardaban 10 días en entrar a la UCI desde el ingreso y ahora tardan tres”, apunta Masclans. Canabal coincide en la descripción del perfil y añade que “también resisten mejor la fase crítica, pero las estancias se alargan mucho más y por eso tarda en liberarse la UCI”.

Más camas estructurales

En conjunto, no obstante, el descenso de casos de covid en las UCI queda patente en la vuelta de los hospitales a una cierta normalidad. Para hacer hueco a las UCI, en los peores momentos de la pandemia se tuvieron que parar intervenciones complejas que requerían cuidados intensivos posteriores o cerrar quirófanos para reconvertilos en UCI. “Como ha bajado la transmisión, eso ha hecho que lleguen pacientes de otro tipo. Pero seguimos al borde del colapso porque hemos cerrado las salas extendidas. Pero intentar volver a la normalidad es bueno”, valora Virginia Fraile, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y especialista de UCI en el Hospital Río Hortega de Valladolid. Masclans coincide: “Tener la unidad de semicríticos y la reanimación posquirúrgica como una UCI significa tener bloqueadas camas para pacientes que tendrían que ser intervenidos. Priorizamos pacientes oncológicos y de urgencias, pero queda un remanente que debería operarse”. De las 10.800 camas totales de críticos que había a principios de febrero, en plena tercera ola, ahora quedan algo más de 9.800, pero aún suponen el doble de las que había antes de la pandemia.

Las UCI están acostumbradas a trabajar con poco margen de maniobra y escasas camas libres, pero los intensivistas reclaman más plazas estructurales. “La mayor parte de las veces se trabaja con un índice de ocupación alto: los pacientes críticos consumen demasiados recursos y el hospital no tiene muchas camas de UCI. Pero seguramente deberíamos tener más camas y trabajar de forma más holgada. Lo ideal es que haya un porcentaje de camas, entre un 5% o un 6%, que estén libres siempre por si surge algún paciente crítico y no tengas que ponerte a buscar cama. Estas no son consultas que se puedan retrasar”, avisa Freire. Coincide Canabal: “El enfermo con covid va a convivir con nosotros, habrá más variantes y esto conllevará más presión de enfermos respiratorios”.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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