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Polémica en Países Bajos por la apertura de dos iglesias calvinistas a cientos de fieles sin mascarilla

Cuatro parroquianos han sido detenidos, uno de ellos por haber intentado atropellar a un reportero de los que cubrían la noticia en sendas localidades del Cinturón Bíblico, de estricta tradición religiosa

Isabel Ferrer
Feligreses a la entrada de la iglesia Sionkerk en Urk, en Países Bajos, el pasado 28 de marzo de 2021.
Feligreses a la entrada de la iglesia Sionkerk en Urk, en Países Bajos, el pasado 28 de marzo de 2021.ANP (EFE)

Dos iglesias protestantes calvinistas de Países Bajos reunieron el domingo en su interior a centenares de feligreses contraviniendo la recomendación del Gobierno para todos los credos de seguir el culto de forma telemática durante la pandemia. El primer ministro en funciones, Mark Rutte, ha mostrado su repulsa y se han sucedido las muestras de rechazo social del resto de la ciudadanía. Y cuatro parroquianos han sido detenidos, uno de ellos por haber intentado atropellar a un reportero de la televisión. La madrugada de este martes, una explosión ha dañado los cristales de uno de los templos, y la situación ha reavivado el debate sobre la actitud ante la crisis mostrada por la comunidad más conservadora del denominado Cinturón Bíblico: una zona que cruza el país de suroeste a noreste y reúne a unos 300.000 cristianos de las distintas ramas de la Iglesia Protestante Reformada. Unas comunidades regidas por las enseñanzas de la Biblia y una tradición calvinista estricta, y donde el rechazo a las vacunas ha favorecido brotes de polio (1971, 1978, 1992) y sarampión (2013-2014).

La iglesia de Mieras, en la localidad de Krimpen aan den Ijssel, situada junto a Róterdam, es la que ha sufrido el asalto. No hubo heridos, y las cámaras de seguridad muestran a un encapuchado con un petardo similar a los usados en los fuegos artificiales, según las primeras investigaciones policiales. La otra iglesia que abrió el domingo a cientos de fieles es la de Sion, situada en Urk, en el centro del país. Ambas comunidades religiosas son representativas de los grupos más conservadores del Cinturón Bíblico holandés, que consideran que la sociedad “se ha secularizado demasiado y temen perder por ello su identidad”, explica por teléfono el historiador holandés Fred van Lieburg, especialista en el protestantismo. El experto añade que estas comunidades son minoría porque hay grupos liberales y menos extremos en el seno del protestantismo holandés, pero la espiritualidad de los radicales “está más cerca de las tradiciones del Siglo de Oro, del calvinismo anterior a la Ilustración, que de nuestros días”. El caso de Urk es especial, porque con unos 20.000 habitantes “cuenta con 15 iglesias de diferentes denominaciones muy conservadoras”, indica Van Lieburg.

La Constitución holandesa protege la libertad de culto. El Gobierno ha recortado las libertades individuales para evitar contagios pero en el caso de los templos que descarten la vía telemática solo puede pedir que no haya en su interior más de 30 fieles de cualquier credo. El uso de mascarilla y mantener la distancia de 1,5 metros, además de evitar cánticos completan los consejos de las autoridades sanitarias. Otros lugares de rezo respetan estas normas, si bien hubo desalojos en iglesias católicas por exceso de aforo al principio de la pandemia.

En la iglesia de Mieras, los hechos tuvieron lugar el pasado domingo por la mañana, cuando varios periodistas fueron increpados y recibieron patadas por parte de un grupo de feligreses por hacer preguntas y filmar con sus cámaras en las inmediaciones. Al oficio religioso acudieron entre 600 y 700 fieles sin mascarilla. Aseguraron que respetarían en el interior la distancia de seguridad. Los choques fueron recogidos por los medios nacionales. El consejo de la Iglesia se disculpó en su página web diciendo que “no tenía que haber pasado algo así”. En su sermón de la tarde, el reverendo Anthonie Kort señaló que la reacción de los feligreses era comprensible “cuando somos acosados y atormentados de este modo”.

A las puertas de la iglesia de Sion, en Urk, que abrió para unos 500 fieles sin mascarilla, un reportero de la televisión sufrió un amago de atropello por parte de un parroquiano que fue detenido luego por la policía. “Los miembros de las SS fueron más amables durante la II Guerra Mundial: no son periodistas sino terroristas”, declaró el lunes Hessel Snoek, portavoz y consejero parroquial, al rotativo regional Stentor, para ilustrar lo ocurrido. El consejo de la Iglesia se excusó en un mensaje publicado en el sitio web de la iglesia diciendo que Snoek “estaba bajo presión de los medios y exhausto” cuando habló. Los mismos responsables religiosos calificaron a su vez el comportamiento de los reporteros de agresivo e intimidatorio. Gert-Jan Segers, líder del partido Unión Cristiana, de inspiración protestante, criticó “las vergonzosas” agresiones a la prensa en su cuenta de Twitter. En otros tuits, añadió que “esta es la amarga cosecha de hablar de forma consistente y negativa del Gobierno y del mundo”. El partido calvinista SGP tiene tres de los 150 escaños del Parlamento, y es el mayor partido de Urk y la segunda fuerza en Krimpen aan den Ijssel.

El capítulo de las vacunas también preocupa al Gobierno. Si bien no son obligatorias, el 70% del Cinturón Bíblico está vacunado según el calendario oficial, mientras que el resto no, según los datos presentados en 2012 por la Universidad Libre, de Ámsterdam (VU, en sus siglas en neerlandés). Van Lieburg explica que estas cifras son difíciles de reunir, y aunque dicho porcentaje ha aumentado con el tiempo -en Urk no llega al 50%- hay grandes diferencias. “El rechazo a las vacunas deriva en estas comunidades de un problema teológico sobre la Providencia. Si llega el contagio acuden al médico, pero no se actúa con carácter preventivo para no contradecir la voluntad de Dios”, señala.

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