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La Fiscalía de Nueva York acusa de tráfico sexual a Ghislaine Maxwell por participar en la red pedófila de Epstein

El testimonio de la víctima, que tenía 14 años cuando fue captada, se añade a la denuncia de otras tres menores contra la socia del magnate

María Antonia Sánchez-Vallejo
Audrey Strauss anuncia los cargos contra Ghislaine Maxwell en julio de 2020
La entonces fiscal del distrito sur de New York, Audrey Strauss, anuncia los cargos contra Maxwell en julio de 2020.JOHANNES EISELE (AFP)

Ghislaine Maxwell, la dama de la alta sociedad internacional detenida por supuestamente facilitar menores a la trama pedófila de Jeffrey Epstein, ha sufrido un nuevo revés judicial. Tras ver denegada repetidamente la petición de libertad bajo fianza, la mujer, en prisión preventiva desde julio en una cárcel de máxima seguridad de Brooklyn (Nueva York), afronta una acusación por tráfico de menores, la más grave formulada en su contra hasta la fecha. La fiscalía del distrito sur de Nueva York la considera responsable de convencer a una menor de 14 años para mantener relaciones sexuales con el magnate y de pagarle por ello. Es la cuarta menor que afirma haber sido captada por Maxwell, de 59 años.

La acusación sostiene que entre 2001 y 2004, y en repetidas ocasiones, la menor dio masajes desnuda a Epstein en la residencia de este en Palm Beach (Florida), ocasiones que el pedófilo, que se suicidó en su celda en agosto de 2019 mientras esperaba ser juzgado, aprovechó para mantener relaciones sexuales con ella. Los fiscales consideran que, tras el encuentro sexual, Maxwell u otros colaboradores de Epstein pagaron a la chica cientos de dólares y la animaron a reclutar a otras adolescentes, lo que esta supuestamente habría hecho. En la acusación inicial contra Maxwell, en junio de 2020, constaba el testimonio de tres menores.

Hasta ahora, sobre la británica pendían los cargos de instigación y transporte de menores, es decir, de gestionar la red, además de dos delitos de conspiración y otros dos de perjurio, pero no el de tráfico sexual. Ahora afronta en total ocho cargos por los que podría ser condenada a cadena perpetua. Los fiscales creen también que la actividad delictiva de Maxwell, hija del magnate de la prensa Robert Maxwell, se prolongó hasta 2004, en vez de 1997 como sostenía el pliego inicial.

La británica Maxwell, en su día pareja sentimental del magnate Epstein y luego socia y mano derecha en la intendencia doméstica, está en prisión provisional a la espera de ser juzgada el próximo 12 de julio, en una vista en la que se escuchará el testimonio de 250 testigos. En octubre pasado se hizo pública su declaración inicial, de 2016, en la que dijo no haber presenciado nunca “actividades inapropiadas con menores” por parte de Epstein, según la transcripción del testimonio, en el que no desveló el nombre de otros implicados. La trama ha salpicado a miembros de la alta sociedad internacional, entre ellos presuntamente el príncipe Andrés de Inglaterra, que no ha logrado dar explicaciones convincentes sobre sus vínculos con Epstein.

Cuando fue detenida, tras meses eludiendo la acción de la justicia, Maxwell dijo que el trabajo que hacía para el empresario y filántropo consistía en contratar a asistentes, decoradores, cocineros, jardineros o encargados de mantener las seis mansiones que poseía. “Una mínima parte de mi cometido era buscar de vez en cuando profesionales de masajes terapéuticos para Jeffrey”, explicó en 2016, “pero cuando digo contratar, no es en el sentido que ustedes se refieren [captar o reclutar]; simplemente iba a spas y conocía a gente, si luego iban a casa de Jeffrey era este el que los contrataba. Yo no he contratado a nadie”.

La juez del caso, Alison Nathan, ha denegado a Maxwell la libertad bajo fianza alegando que tiene muchos medios para huir, por la considerable fortuna familiar, y por contar con tres pasaportes, entre ellos uno francés. Francia no tiene tratado de extradición con EEUU.

Epstein fue detenido en julio de 2019 y se suicidó en la celda de la prisión de Manhattan en la que permanecía en agosto de ese mismo año, justo un mes después de ser acusado formalmente de abusar de decenas de adolescentes tanto en su mansión de Manhattan como en su residencia de Palm Beach y su propiedad de las Islas Vírgenes. El escándalo provocado tenía todos los ingredientes necesarios para captar la atención mediática: un depredador sexual rico y famoso -entre su círculo de amigos se contaban Donald Trump y Bill Clinton-, personajes de alcurnia implicados como el príncipe Andrés y un rosario de esclavas sexuales, menores explotadas y abusadas, con el concurso necesario de Maxwell.

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