Boda en la UCI: la novia de blanco EPI y el novio en camilla
Una pareja con covid se casó de urgencia en la habitación del Hospital HLA Universitario Moncloa, en Madrid, ante la gravedad del estado de él. La jueza realizó el trámite por vía telemática. Ambos están ya recuperados
Tras más de 20 años de relación y con tres hijos en común, la boda de Javier Díez y Pilar García, de 50 y 47 años, no se pareció en nada a lo que podrían haber imaginado. El enlace tuvo lugar en la habitación 9 de la UCI del Hospital HLA Universitario Moncloa, en Madrid. Díez, desnudo, apenas estaba tapado con una sábana, tras pasar la noche anterior boca abajo con un aporte extra de oxígeno, a causa de una neumonía bilateral provocada por la covid. García vestía “de blanco radiante EPI”, cuenta él, ya que también estaba ingresada en el mismo centro, aunque con síntomas más leves. La ceremonia la ofició una jueza de paz por vía telemática desde el registro civil. “No fue una boda de etiqueta, precisamente”, bromea Díez, ya restablecido.
Ambos habían pensado ya en la posibilidad de casarse para no tener problemas “en casos como el reparto de la herencia, la propiedad de la vivienda en común o las pensiones de viudedad”. Pero lo fueron postergando hasta que el virus lo precipitó todo. El pasado 27 de febrero, Díez dio positivo. El 4 de marzo ingresó en el hospital y al día siguiente lo trasladaron a la UCI. Su pronóstico era grave. Por eso iniciaron los trámites para poder contraer matrimonio de urgencia. “Le vimos las orejas al lobo”, rememora él.
García fue asesorada por un abogado. “Se trata de un procedimiento especial que permite acelerar los trámites”, continúa Pilar García. Una posibilidad poco conocida, señala, “que puede dar una salida a personas que se encuentren en una situación similar”. Tiene dos requisitos, explica, “que esté justificado por riesgo de muerte de alguno de los contrayentes” y que “disponga del consentimiento consciente de los dos”, según queda recogido en el artículo 52 del Código Civil. La burocracia se relaja y todo el papeleo se realiza a posteriori.
Desde la habitación 123 del hospital madrileño, de titularidad privada, García permaneció en contacto con su abogado desde que su futuro marido ingresó en la UCI. Primero, acudieron a una notaría, donde no les dieron ninguna solución. Después, “a un tribunal de la plaza Castilla que estaba de guardia”, recuerda Díez, “donde no apreciaron tanta gravedad en mi caso”, continúa. El domingo 7, su situación empeoró. “Fue mi día más crítico”, señala, “me tuve que pasar 16 horas boca abajo”, en mínimos de saturación y con un aporte de “60 litros de oxígeno por minuto, el máximo permitido sin intubación”, unas condiciones que pudo soportar por su edad y porque practica deporte habitualmente. No sabía que su futura esposa estaba ingresada. “No habían querido añadirme más preocupaciones”, cuenta Díez. “La boda llegó tras una noche muy dura, en la que estuve dando vueltas a la posibilidad de que me fueran a dormir o a que luego no me despertara”, declara.
Al día siguiente, lunes 8 de marzo, la doctora que le atendía, Adoración Bueno, tras comprobar su mejoría, le preguntó “si tenía un móvil a mano”. “Pues vas a recibir una llamada del Registro Civil”, le avanzó. “En ese momento, apareció Pili”, continúa Díez, “vestida de radiante blanco EPI” y transportada en silla de ruedas por un celador. La llamada entró por WhatsApp o por Zoom, la flamante pareja no se pone de acuerdo, ya que el momento era tan “emocionalmente potente” que ni siquiera lo inmortalizaron con una foto. “Allí estaba nuestro abogado junto a una jueza que sí aceptó hacer el trámite por vía telemática”, tras consultar los informes facilitados por el hospital. En otra habitación del Registro Civil, y en otra pantalla de la videoconferencia, estaban los testigos. “Mi mujer y yo nos cogimos de la mano”, relata Díez, “demostré que, a efectos de consciencia, estaba perfecto y orientado y la jueza ofició la boda”.
García pasó cuatro días ingresada en planta. Díez permaneció una semana más en UCI y otra en una habitación covid hasta que le dieron el alta. Ambos se han recuperado y volverán a sus trabajos, ella como funcionaria de la Comunidad de Madrid y él, como ingeniero aeronáutico en el Ministerio de Transportes. Sus hijos también cayeron infectados, pero con sintomatología leve, y pasaron la enfermedad en casa. Los cinco, en cuanto puedan, se irán de viaje para celebrar la luna de miel. “Volaremos en avión, a donde sea, probablemente Irlanda”, adelanta el recién casado.
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