El ‘me too’ irrumpe en el teatro
Los indicios de acoso sexual y de abuso de poder en el Institut del Teatre revelan conductas toleradas durante años
El machismo y los malos hábitos del pasado continúan vivos en plena época de lucha por erradicar la violencia de género. Señales de posibles conductas de abuso de poder y de acoso sexual se han repetido durante años, siendo ignoradas o incluso toleradas, en el Institut del Teatre. La principal escuela de dramaturgia de Cataluña ha sido el epicentro del primer gran caso en el teatro español del movimiento me too, un fenómeno global en el que mujeres de todos los ámbitos han denunciado el maltrato que han recibido por parte de hombres con posición de superioridad.
La tormenta se desencadenó el pasado domingo después de que el diario Ara publicara una detallada información, a partir de múltiples testimonios, que apuntaban a que en el Institut del Teatre se mantenían vigentes actitudes que deberían haberse erradicado hace mucho tiempo. Tres son los profesores especialmente interpelados, dos de ellos ya jubilados y un tercero, sobre el que han recaído la mayoría de las acusaciones, que ha sido apartado de forma cautelar de la docencia. Se trata del conocido director teatral Joan Ollé. Fue él en 2016 el objeto de la primera denuncia presentada internamente, por la alumna Juliana Acevedo.
Según la declaración escrita que Acevedo presentó por entonces a la jefa de estudios, Ollé le hizo comentarios obscenos, manifestaciones que incluso se produjeron en reuniones de la escuela en las que Ollé consumía alcohol. Acevedo ha enumerado en Twitter todos los encuentros que mantuvo con diferentes representantes de la dirección y del profesorado para exponer sus quejas. Estas reclamaciones fueron desestimadas, alegando que no habían sido debidamente presentadas y que ya se había hablado con Ollé para que modificara su conducta.
La que fuera hasta este viernes directora general del Institut del Teatre, Magda Puyo, añadió en TV3 que Ollé sufría una adicción al alcohol que debería ser tratada por expertos. “Cada día llegaba a los ensayos con el vaso de whiskey e incluso se quedaba dormido, roncando”, explicó en La 2 otra alumna, Carla Berrocal. “Si una mujer se aparta así el pelo antes de hacerme una mamada, es que es una profesional”, expresó Ollé en clase, según el testimonio de Berrocal. Ollé ha rechazado responder a las preguntas de EL PAÍS. El director teatral ha apelado a su presunción de inocencia y asegura que dará explicaciones ante el Institut del Teatre y la Diputación de Barcelona –la titular del centro– cuando se le planteen las acusaciones concretas.
El Institut del Teatre aprobó en 2018 un protocolo de prevención del acoso sexual, un documento que fija los mecanismos para que los alumnos y alumnas puedan presentar “denuncias de acoso sexual, por identidad de género y por orientación sexual”. La norma establece el funcionamiento de la comisión que estudia estas denuncias, pero también subraya que los propios responsables del centro deben velar “por la seguridad y la salud de su alumnado, a iniciar procesos que permitan prevenir, detectar y actuar ante conductas que puedan comportar acoso sexual”. Más en concreto, el protocolo especifica que “los cargos académicos y el personal que ocupe puestos de responsabilidad tienen la obligación de velar por reducir y eliminar los factores de riesgo que generen la aparición de situaciones de acoso sexual”. Igualmente explicita que estos responsables deben poner “cualquier indicio” en conocimiento de la comisión de prevención e investigación de acosos.
La directora general y el equipo directivo de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) –la entidad bajo el paraguas del Institut del Teatre donde se habrían producido los hechos– dimitieron este viernes tras una semana de movilizaciones por parte del alumnado, que les acusaban de haber encubierto los indicios. Una portavoz del Institut asegura a EL PAÍS que no tienen un registro de las posibles quejas informales recibidas desde 2016. La alumna Blanca García ha explicado que, en una ocasión, en un bar, Ollé se abalanzó sobre ella para besarla y manosearla. En los ensayos de una obra, los actores se plantaron por su actitud, según García, y el director la amenazó con marginarla en el sector teatral si continuaba oponiéndose a sus métodos. El actor Ignasi Guasch ya escribió en las redes sociales hace dos años, sin mencionarlo, que Ollé era un problema para el Institut del Teatre: “A los directores alcohólicos que se presentan a las clases apestando a alcohol, que actúan con abuso de poder, que acosan a actrices, que son, en definitiva, malas personas, no se les debería dar voz en ninguna tribuna”.
Siete alumnos del Institut del Teatre presentaron esta semana la primera demanda formal interna desde que se aprobó en 2018 el protocolo contra acosos sexuales. Uno de los firmantes, Èric Pons, hizo pública una explicación de los indicios que han denunciado, y que se produjeron entre octubre y diciembre de 2020. Pons asegura que era habitual que Ollé bebiera durante las clases, algo que fue transmitido a la directora de la ESAD, Montse Vellvehí. “Qué me contáis, ya sabéis cómo es Joan”, fue la respuesta de Vellvehí, según el testimonio de Pons: “Las clases seguían con todo tipo de maltrato, violencia verbal continua, gritos cuando no hacíamos las cosas como él quería”.
En las quejas contra Ollé se expone también un sistema de enseñanza agresivo que ya ha sido cuestionado en los últimos años, sobre todo a raíz de la dimisión en 2018 de Lluís Pasqual al frente del Teatre Lliure de Barcelona. Pasqual fue objeto de una agria polémica después de que la actriz Andrea Ros asegurara que la había sometido a acoso laboral. “Pasqual me ha gritado, me ha ridiculizado, me ha puesto en evidencia y le he visto hacerlo impunemente porque es un genio y los genios gritan y tratan mal a la gente”, escribió Ros. Pasqual, a diferencia de Ollé, recibió el apoyo de numerosos referentes del sector como Núria Espert, Emma Vilarasau o la fallecida Rosa Maria Sardà.
“Actitudes emocionalmente violentas”
Colectivos de alumnos de diferentes escuelas artísticas y de formación superior de Barcelona han puesto en marcha procesos de compilación de casos de acoso y abuso de poder. “Que el miedo cambie de bando” es uno de los mensajes más repetidos. Las alumnas del Conservatorio Superior de Danza publicaron el viernes un manifiesto en el que pedían a la dirección “hacer una revisión crítica de lo que sucede en el centro”. El manifiesto pide que en el Conservatorio se acabe con “las actitudes emocionalmente violentas, la vulnerabilidad forzada, las intrusiones en la vida privada de los alumnos y el uso de estas como método de persuasión, las reuniones a puerta cerrada en forma de terapia individual o grupal que no tengan el consentimiento del alumno”.
La abogada Carla Vall, experta en violencia de género, opina que lo sucedido en el Institut del Teatre puede ser “un punto de inflexión para que se rompa el silencio”. Vall está atendiendo estos días varios casos de posibles abusos en el mundo de las artes escénicas. “Lo que ha cambiado sobre todo es el momento social. En los últimos cinco años, con movimientos como me too, cuéntalo o yo te creo se ha revertido el estigma de haber sido víctima”, apunta la letrada.
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