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España se dirige a un confinamiento ‘de facto’

Valencia cierra los bares en vísperas de que se debata este miércoles el adelanto del toque de queda

El encargado de un bar del centro de Valencia cierra las puertas, el martes.
El encargado de un bar del centro de Valencia cierra las puertas, el martes.Mònica Torres

España se encamina a un pseudoconfinamiento. Menos agresivo que en primavera, pero muy limitante. El goteo de contagios por covid-19 no cesa y la mayoría de las comunidades siguen endureciendo las restricciones mientras continúa la disputa política para modificar —o no— el decreto de estado de alarma. En el aire está, a la espera de un acuerdo este miércoles en el Consejo Interterritorial de Salud, una eventual ampliación del toque de queda y la posibilidad de aplicar un confinamiento domiciliario, como en la primera ola. Hasta que las partes no se decidan —el Gobierno se aviene a endurecer las restricciones nocturnas, pero rechaza el cierre total—, las autonomías continúan recortando la interacción social. La Comunidad Valenciana, por ejemplo, ordenó este martes el cierre completo de la hostelería durante dos semanas, una medida que también ha entrado ya en vigor en Castilla-La Mancha.

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Varias autonomías empiezan a cuestionar que las herramientas del actual decreto de estado de alarma sean suficientes para superar la tercera ola y reclaman más margen de maniobra. Por ejemplo, el adelanto del toque de queda a las ocho de la tarde —ahora empieza, como muy pronto, a las 22.00—, una demanda que cuenta con el favor de Gobiernos regionales de signo contrario, como Andalucía (dirigido por el PP) o la Comunidad Valenciana (PSOE), e incluso se ha aplicado ya en Castilla y León (aunque el Gobierno la ha recurrido).

El Ejecutivo mantiene que el estado de alarma deja suficiente margen de actuación, pero se ha abierto a estudiar una ampliación del toque de queda. En lo que es más tajante, sin embargo, es en su negativa a permitir un confinamiento domiciliario, como piden Andalucía, Castilla y León o Murcia, entre otras. “Vemos un aumento de los casos fruto de las Navidades y eso provoca que queramos más instrumentos de respuesta. Pero es que con los que tenemos ahora, si se aplican bien, creemos que son suficientes si esperamos 14 días”, insistió este martes el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en SER Catalunya.

En cualquier caso, las comunidades avanzan, de facto, a una especie de confinamiento. No es domiciliario, como en marzo, pero con las restricciones actuales en algunas autonomías poco más se puede hacer que salir a trabajar, ir al colegio, dar un paseo o hacer deporte en la calle. Por ejemplo, el presidente valenciano, Ximo Puig, anunció el martes que, además de cerrar la hostelería (solo se puede servir comida para llevar), también clausurará las instalaciones deportivas y adelantará el cierre del comercio a las seis de la tarde, salvo alimentación y farmacias.

En esta misma línea, Galicia, que ya mantiene restricciones severas en el 70% de su territorio (los bares solo pueden servir en la terraza y cierran a las 18.00), clausura también por completo la hostelería a partir de jueves y todas las actividades no esenciales en las ciudades de Arteixo (A Coruña), Viveiro (Lugo) y Xinzo (Ourense) y restringe el deporte federado autonómico. Asturias, por su parte, aislará a partir del jueves Oviedo, Llanes y Cangas de Narcea, como ya están otras tres localidades del Principado.

España se enfrenta a la tercera ola con medidas restrictivas muy diversas según la comunidad autónoma. Con una curva epidémica al alza —la incidencia a 14 días es de más de 714 casos por 100.000 habitantes—, las autonomías coinciden en limitar la movilidad y la interacción social, los dos factores determinantes de la expansión del virus, pero el nivel de intensidad en cada una de ellas es diferente. De hecho, no necesariamente hay medidas más duras donde la incidencia es más alta. Por ejemplo, Navarra, con 404 casos por 100.000 habitantes, cerrará de nuevo, a partir del sábado 23 de enero, el interior de los establecimientos de hostelería y limitará de nuevo a una sola unidad convivencial las reuniones en el ámbito privado. Madrid, en cambio, que tiene el doble de incidencia (804 casos por 100.000 habitantes) mantiene abiertos los bares (el interior al 50% y el exterior, al 75%) hasta las 22.00.

Madrid es, de hecho, una de las comunidades que menos ha restringido su actividad, pese a las malas cifras epidémicas que arrastra. En contra de la línea de otros líderes regionales del PP, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, volvió a rechazar este martes adelantar más la hora de inicio del toque de queda en Madrid: “Para arruinar más a la hostelería en España, conmigo que no cuenten”, zanjó.

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