Miles de brasileños siguen la decisión final sobre la vacuna en directo por YouTube
Una enfermera negra recibe en São Paulo la primera dosis de inmunizante minutos después de que las dos inyecciones candidatas fueran aprobadas
Como si fuera la final de un concurso de telerrealidad, cientos de miles de brasileños han seguido este domingo la retransmisión por YouTube de las cuatro horas de deliberaciones sobre la vacuna del coronavirus de la cúpula de la Agencia de Vigilancia Sanitaria. Era la sesión clave de un proceso que ha generado una expectación inédita porque los casos y muertes siguen aumentando. Y porque la vacuna es la protagonista de un culebrón político que dura semanas. Tras cuatro horas de reunión, las dos inyecciones candidatas (Sinovac y Astra Zeneca/Oxford) han sido aprobadas por unanimidad. Pocos minutos después, una enfermera negra de 54 años que combate el coronavirus en un hospital de São Paulo se ha convertido en la primera persona vacunada en Brasil.
La inmunización a escala nacional empezará, si nada se tuerce, el próximo miércoles. Bolsonaro, que padeció la enfermedad, ha sido muy claro. Él no piensa ponérsela.
Resulta llamativo que Brasil, que tiene un amplio y potente sistema nacional de inmunización, vaya por detrás no solo de los países ricos sino de países como Indonesia, Turquía o la India, que ya están vacunando. Todo en esta pandemia ha sido burdamente politizado pese a que es el segundo país del mundo con más muertos y el tercero con más contagios. Manaos, donde la falta de oxígeno en algunos hospitales ha causado muertes, es un recordatorio de lo aguda que es la crisis sanitaria.
Ambas vacunas han recibido autorización provisional de emergencia por cinco votos a favor y ninguno en contra. La decisión, adoptada en una reunión seguida por unas 350.000 personas con picos de 20.000 simultáneamente en este domingo del verano brasileño, ha sido adoptada por la dirección de la agencia reguladora en un ambiente plagado de suspicacias. Nombrada por el Gobierno Bolsonaro, existía la sospecha de que la cúpula del organismo pudiera favorecer la vacuna apadrinada por el presidente en detrimento de la que impulsada por el gobernador de São Paulo, João Doria. Al final han seguido el criterio de los informes técnicos. Lo novedoso no es que, en aras de la transparencia, la agencia retransmita sus reuniones por Internet, cosa que hace desde hace una década, sino la expectación que ha levantado esta. (Las deliberaciones del Tribunal Supremo también se pueden seguir por YouTube).
La foto protagonizada por la enfermera Mónica Calazans —obesa, hipertensa y diabética— era el botín más preciado de la disputa en la que están enzarzados el presidente, Jair Bolsonaro, y el gobernador de São Paulo, João Doria, que sueña con disputarle la presidencia dentro de dos años. Este asalto lo ha ganado el gobernador porque la primera vacunación se ha hecho en su estado, São Paulo, y con el compuesto que importó hace meses a la china Sinovac. Doria tenía desde diciembre almacenadas seis millones de dosis a la espera de que recibieran autorización.
Para mayor humillación de Bolsonaro, por ahora la única vacuna disponible en el arranque de la campaña es la china. La misma que él pretendió excluir en el programa federal de inmunización. Los dos millones de dosis de la inyección de AstraZeneca/Oxford que su Gobierno compró a una farmacéutica de India no han llegado. Pese a las intensas gestiones brasileñas, el Gobierno de Narendra Modi ha vetado la exportación porque quiere administrarlas a su propia población, a la que empezó a vacunar este fin de semana.
El ministerio de Salud brasileño ha anunciado el inicio de la vacunación para el miércoles en centros repartidos por todos los Estados pero las incógnitas proliferan. Primero tiene que lograr que São Paulo le ceda dosis de la vacuna china y después organizar la logística del despliegue. La escasez de jeringuillas de hace unas semanas ha sido aparentemente resuelta.
El órgano decisorio de la agencia de vigilancia sanitaria levantaba suspicacias por la cercanía de varios de ellos al presidente y a sus tesis sobre la enfermedad. Son un médico contraalmirante de la Marina amigo de Bolsonaro que participó con él y sin mascarilla en varias protestas, una médica que en redes sociales ha defendido la cloroquina para la covid, aunque su eficacia no está demostrada, un excolaborador del ministro de Sanidad al que Bolsonaro le cortó la cabeza y dos veteranos funcionaros de la agencia reguladora.
El plan es que más adelante el Instituto Butantan de São Paulo fabrique en sus instalaciones la inyección de Sinovac y que el Instituto Fiocruz, de Río de Janeiro, fabrique la de AstraZeneca/Oxford. Brasil ha sido escenario de varios ensayos clínicos y quisiera convertirse en el gran fabricante y exportador de vacunas del coronavirus en la región. Por ahora va retrasado.
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