La juez cuestiona la denuncia por violación de tres hermanas estadounidenses en Murcia
Las mujeres no han ratificado la denuncia e incurrieron en contradicciones
El caso de las tres jóvenes hermanas estadounidenses que denunciaron haber sufrido sendas agresiones sexuales en Nochevieja en Murcia despierta, dos semanas después de haberse cometido las supuestas violaciones, numerosos interrogantes. Las contradicciones en las que incurrieron en su declaración y la circunstancia de que ninguna haya ratificado su denuncia en el juzgado ni aclarado lagunas del caso ha generado dudas sobre la autenticidad de su denuncia entre los investigadores, la juez y el fiscal.
Las chicas, de 18, 20 y 23 años, explicaron a los agentes que habían conocido a sus presuntos agresores, tres jóvenes de nacionalidad afgana, en una fiesta de Nochevieja en un pub, donde los chicos las habían primero acorralado y besado en contra de su voluntad. La juez en funciones de guardia que asumió el caso decretó el 4 de enero la libertad con cargos para los tres acusados en un auto al que ha tenido acceso EL PAÍS y en el que manifestó su sorpresa por el hecho de que tras haber sido supuestamente besadas a la fuerza, dos de las chicas se fueran más tarde a casa de los jóvenes "sin que conste violencia o forzamiento alguno". Y que la tercera se marchara con el último de los acusados al domicilio en el que ella residía desde hacía tres meses, pues estaba estudiando un cuatrimestre en la Universidad de Murcia. Sus hermanas habían viajado desde Ohio a visitarla.
Es los dos pisos se produjeron supuestamente las agresiones. Pero según el auto, las tres mujeres y los tres hombres se reunieron después en el piso de la hermana que estudiaba en Murcia, donde permanecieron unas horas más. En ese tiempo, prosigue, no pidieron auxilio ni comentaron entre sí haber sido agredidas.
Cámaras de vigilancia
Según el testimonio de las mujeres, que consta en el atestado policial al que también ha tenido acceso este periódico, una de las hermanas se encerró al final de la noche en el cuarto de baño, mientras que las otras se dirigieron, acompañadas por dos de los hombres, a la estación de autobuses de Murcia. Las mujeres declararon que se inventaron ante sus presuntos agresores la historia de que tenían que ir allí para coger un autobús al aeropuerto, desde donde iban a tomar un avión de vuelta a su país, y que con tal fin hicieron el equipaje. Pero no era cierto, sino solo una estrategia para librarse de ellos, añadieron ante los agentes. Las cámaras de seguridad de la estación recogieron que las dos mujeres y los dos hombres llegaron juntos a la estación. Y allí, según el atestado policial, se despidieron en la puerta de los aseos "con un beso o un abrazo", sin que se aprecien signos de "violencia física", sino "un acompañamiento cordial de los varones".
Las mujeres permanecieron allí unos 15 minutos antes de regresar a la casa que tenía alquilada una de ellas. Al llegar, según su declaración, descubrieron que había desaparecido una tableta y un frasco de perfume Ralph Lauren. Y fue entonces, pese a haber tenido el teléfono toda la noche, cuando una de ellas llamó a la policía y denunció las supuestas agresiones sexuales.
La juez señaló en el auto que las explicaciones que las mujeres dieron a la policía por un lado y a los médicos que las examinaron por otro presentaban diferencias. Y consideró "necesario una mayor explicación" por parte de las denunciantes que no se ha podido obtener por su "ausencia voluntaria" de España, ya que las tres hermanas abandonaron el país, viajando a Viena y después supuestamente a Estados Unidos a pesar de que la juez les había requerido que se quedaran en el país. Solo una, además, dijo estar dispuesta a colaborar con la justicia a través del teléfono o por correo electrónico.
El seguro
La policía explica en su atestado que a esta mujer le preguntaron por teléfono "si estaba siendo asistida por algún seguro para este tipo de incidentes", en referencia a una agresión sexual, pero que la comunicación se cortó en ese punto y a partir de entonces "no atienden las llamadas". Las fuentes policiales consultadas por EL PAÍS desconocen qué tipo de cobertura contemplaba este seguro, es decir, si incluía una indemnización o se centraba en la cobertura de cuidados sanitarios, repatriación o desplazamientos de familiares, similares a los previstos en caso de lesión o enfermedad. Cuatro fuentes del sector de los seguros —entre ellas el corredor Aon y Santalucía— y otra de las agencias de viaje han asegurado a este periódico que la indemnización económica por haber sido víctima de una agresión sexual no existe en España. Tampoco tienen constancia de que exista en los seguros de viaje que se contratan en ningún país de la Unión Europea o Estados Unidos. Ni de que se hayan denunciado o investigado en España fraudes relacionados con este tipo de supuestos, a diferencia de lo que sí ha ocurrido, por ejemplo, con las coberturas por intoxicación alimentaria.
Amenazas ultras
A los investigados, que son asilados políticos, se les retiró el pasaporte, están obligados a permanecer en España (uno estudia en Noruega y otro reside en Dinamarca) y a comparecer semanalmente en el juzgado. Los tres guardaron silencio ante la juez a la espera de conocer los detalles de la acusación, según su abogado Melecio Castaño, que asegura que defienden su inocencia. Los tres han recibido, añade, amenazas a través de Facebook desde perfiles vinculados a la ultraderecha que tienen previsto denunciar.
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