El Gobierno de Johnson refuerza los controles policiales para evitar el éxodo masivo de Londres
Desde este domingo, los residentes en la capital y en las regiones del sur de Inglaterra tienen prohibido viajar. Varios países europeos anuncian la restricción de vuelos procedentes del Reino Unido
Miles de personas se agolpaban desde la media tarde del sábado en las principales estaciones de tren y en los aeropuertos londinenses para intentar escapar del confinamiento impuesto sobre la capital británica tras la detección de una nueva cepa de coronavirus, que ha arruinado los planes navideños de millones de ciudadanos. “Es totalmente irresponsable”, ha declarado, con desesperación, el ministro de Sanidad, Matt Hancock, cuando la presentadora Sophy Ridge le mostraba las imágenes del tumulto en la estación de St. Pancras, una de las más congestionadas habitualmente y de donde parten los trenes de Eurostar que comunican la isla con el continente europeo. “Es un comportamiento absolutamente irresponsable. El director médico jefe del Gobierno [Chris Whitty] ya dejó claro ayer [por este sábado] mismo que la gente debe comenzar a desempaquetar sus maletas”.
St. Pancras, Paddington, Victoria... La multitud de personas que en las diversas estaciones londinenses ha intentado esquivar las restricciones de última hora ha provocado un intenso debate nacional en el que se mezcla irritación hacia el Gobierno, reproches contra los que intentan huir y miedo ante el camino que queda por delante durante los próximos meses. “La nueva variante del virus estaba totalmente fuera de control, y la única manera de volver a controlarla era reduciendo los contactos sociales”, explicaba Hancock. “La vacuna está comenzando a desplegarse, y podemos ver la luz al final del túnel, pero nos quedan unos meses muy difíciles por delante”. Las palabras del ministro, uno de los personajes políticos más desgastados ante la opinión pública por su papel durante toda esta crisis, apenas han servido para templar los ánimos. Mucho menos cuando, al mismo tiempo, el Gobierno se apresuraba a advertir de que pondrá en marcha un despliegue policial extraordinario para evitar que la gente incumpla las reglas de aislamiento. “Sigan las normas establecidas y no acudan a una estación, a menos que tengan permiso para viajar. Hemos desplegado un número extra de agentes policiales para comprobar que solo aquellos que deben desplazarse por motivos esenciales puedan hacerlo de un modo seguro”, ha asegurado el ministro de Transportes, Grant Shapps.
Desde la medianoche de este domingo, los habitantes de Londres y de amplias zonas del sur y sureste de Inglaterra se encuentran bajo un nuevo nivel de alerta, el 4. “Si usted reside en una zona de nivel 4, no puede viajar al extranjero a no ser que disponga de un permiso. Debe además tomar en consideración las guías sanitarias del país que vaya a visitar”, establecen las normas publicadas por el Gobierno británico en la misma tarde del sábado. Horas después, algunos países como los Países Bajos, Italia o Alemania anunciaban su decisión de prohibir los vuelos procedentes del Reino Unido. La compañía Eurostar ha dejado claro que a partir del lunes ya no habrá trenes que comuniquen Londres con Amsterdam o Bruselas.
Boris Johnson presidirá este mismo lunes una reunión del gabinete de crisis COBRA (Sala de Reuniones “A” de la Oficina del Gabinete, en sus siglas en inglés), después de que las actividades del Eurotúnel quedaran en suspenso, y con ellas las del puerto británico de Dover. “El primer ministro discutirá la situación, en lo que hace referencia al transporte internacional. Especialmente todo lo que concierne al transporte por camión”, ha dicho un portavoz de Downing Street.
El caos de las primeras horas era evidente, con escasos controles en estaciones, aeropuertos y carreteras, y vuelos que han seguido despegando hacia destinos europeos. Las líneas aéreas no habían cancelado sus vuelos y la única opción que ofrecían a los viajeros que se replanteaban sus planes era cambiar el billete para otra fecha.
El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, ha dado el respaldo de su partido a las nuevas restricciones, pero acusa al Gobierno de Johnson, que apenas tres días antes del brusco giro estaba animando a los ciudadanos a salir de compras y celebrar las Navidades con precaución, de “negligencia burda” y de añadir una innecesaria confusión en un momento muy delicado.
El alcalde de Londres, el también laborista Sadiq Khan, ha cargado también con dureza contra el Gobierno por sus “irresponsables promesas” de que no iba a haber problemas durante las Navidades. “Londres se enfrenta ahora a las Navidades más duras desde la guerra y toda la ciudad necesitará tirar en la misma dirección para salir de este terrible periodo”, ha dicho.
Las mismas colas para viajar se veían por toda la capital este sábado por la tarde para realizar compras de última hora. A partir de la medianoche del domingo, todos los comercios han cerrado de nuevo sus puertas y abandonado cualquier esperanza de remontar las pérdidas acumuladas en un año aciago. La Confederación Británica de Comerciantes (BRC, en sus siglas en inglés) ha culpado al Gobierno de una estrategia de “marcha adelante y marcha atrás” que ha resultado “enormemente contraproducente”. El ministro Hancock ha reconocido que las nuevas normas de confinamiento permanecerán vigentes al menos durante los próximos dos meses.
Información sobre el coronavirus
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