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Instrucciones para evitar agresiones sexuales en ‘Gran Hermano’

Un año después de la suspensión del programa en pleno escándalo por el caso sufrido por Carlota Prado, y de cara a su regreso, la productora emite un protocolo de actuación ante delitos sexuales

Jorge Javier Vázquez, en el plató de 'Gran Hermano VIP', de Telecinco, en 2019
Jorge Javier Vázquez, en el plató de 'Gran Hermano VIP', de Telecinco, en 2019

Zeppelin TV ha presentado el mayor protocolo hecho ad hoc para los casos de abuso sexual ante las cámaras de la televisión española. La empresa productora de Gran Hermano ―el principal reality español, desaparecido de la parrilla el año pasado, cuando se conocieron los detalles del presunto abuso sexual que había sufrido una participante bajo la mirada del equipo― ha armado un documento ante el regreso del programa, que prepara para 2021. El texto, de 13 páginas, prevé medidas como: formar al equipo sobre sexismo y machismo, evitar situaciones con alta ingesta de alcohol y reunir a los concursantes específicamente para establecer “de forma inequívoca” cuál es el marco de actuación y la política de “tolerancia cero” ante los abusos. El protocolo llega casi un año después de que el programa estrella de Telecinco, uno de los más vistos de la televisión española, fuera suspendido indefinidamente a pesar de sus espectaculares datos de audiencia (un 36% de cuota en algunas galas, cuando un 40% se considera paralizar el país). La decisión se tomó tras el estallido del escándalo, que conllevó una gran fuga de anunciantes. Hasta 40 marcas pidieron a Mediaset no anunciarse durante Gran Hermano.

El caso en cuestión, al que el documento no hace ninguna referencia directa, es el de Carlota Prado, malagueña de 25 años que en noviembre de 2017 concursaba en GH: Dúo. Un viernes noche en el que los concursantes fueron premiados con alcohol, ella, que no había tenido acceso a la suficiente comida, perdió la consciencia. José María López, otro concursante con el que ella había tenido relaciones sexuales previamente, la llevó a la cama y abusó presuntamente de ella bajo las sábanas (el caso está pendiente de que se fije una fecha para el juicio; la fiscalía pide para López dos años y seis meses de prisión). El acto fue visto por una supervisora de guardia, que no supo cómo reaccionar y no paró el delito a tiempo. Al día siguiente, después de desayunar y actuar con normalidad con su presunto abusador, que no le había dicho nada de lo sucedido, Prado fue llevada a un aparte. La plana mayor de Zeppelin TV le mostraba, sin más contexto, las imágenes de lo sucedido. Había cámaras filmando su reacción, que fue un ataque de pánico. Solo pararon cuando los ejecutivos consintieron que pasara un rato con López para gritarle. Ni la cadena ni la productora han sido denunciados, solo López. La productora también presentó una demanda.

Si aquello fue un ejemplo sangrante de cómo no se debe gestionar un caso de abuso sexual en un entorno profesional y televisivo, el documento parece a veces una retahíla de lecciones aprendidas. “No se recomienda grabar la conversación” cuando se comunique a la posible víctima lo sucedido, dice uno de sus puntos; se pedirá que cada concursante dé un nombre de una persona de confianza con la que contactar en caso de posible abuso.

Miguel Lorente, forense y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, fue consultado sobre cómo debe de ser la comunicación en este tipo de casos. El protocolo resultante, según este especialista, “es un documento de cuestiones básicas que ya deberían saberse”. “Lo que llama la atención es que aún tengamos que tener protocolos para este tipo de hechos y conductas. Eso demuestra que la normalidad es machista y que no avanzaremos sin medidas para deshacer esa normalidad. Las mujeres no solo no encuentran respuestas adecuadas cuando sufren estas violencias, sino que, además, sufren consecuencias derivadas de los hechos”.

Si la agresión se ha grabado, prosigue el protocolo, “no se deben visionar las imágenes sin haber preparado antes a la persona para la recepción del contenido”. Si el incidente se produce dentro de una relación, se deberá actuar de forma inmediata para evitar momentos de “normalidad” de pareja, ya que cuando el agresor es la pareja, el impacto emocional puede ser mayor. “Las agresiones y abusos sexuales pueden producirse bien con consciencia de la víctima o sin que esta sea consciente”, advierte el documento, que anima por ese motivo a que la organización reaccione “rápidamente” para que no se normalicen esos comportamientos. “Hay que ser especialmente cuidadoso” ante un caso o vivencia “traumática”.

En grupos cerrados como un programa tipo reality, donde apenas hay contacto con el exterior “las emociones y sentimientos se potencian y tiene más intensidad”. Cuando un abuso o maltrato se produce en entornos “de alta visibilidad” los efectos “pueden ser más perjudiciales, pues es la intimidad de la persona la que queda expuesta”. Si lo ocurrido se divulga, “aparece el señalamiento y la estigmatización social”, prosigue el documento. Es lo que se conoce como la revictimización de la mujer agredida, un efecto que dificulta su recuperación.

Aquella fue precisamente una de las cosas que denunció Carlota Prado en su declaración ante la juez en 2018: que empezó a oír su trauma en boca de los demás. “¡De toda España! De gente en el metro, gente en la calle, gente en el autobús… De gente que incluso era conocida mía…", lamentó entonces. "Han llegado a amenazarme, a decirme que soy escoria, hasta que tuve la sanísima idea de dejar todas las redes sociales. Era por todas las vías que usted pueda imaginarse. A mi madre han llegado a meterle cartas por debajo de la puerta, a mi hermana le han hecho la vida imposible en el trabajo. Que me he vendido a Telecinco, que es todo mentira, que estoy dejando una imagen nefasta a las mujeres a las que les pasa eso”.

Tres líneas de acción

De hecho, si algo bueno tiene el documento es que deja por escrito conceptos sobre respeto, victimización y derechos individuales que no suelen manejarse en los platós, mucho menos en los de telerrealidad. Se plantea en tres líneas de acción: antes del programa, durante y después. Antes del programa, destaca la formación del equipo “sobre igualdad, género, sexismo, machismo y violencia de género”. Y subraya que “ante una situación de abuso cierta no puede haber neutralidad entre agresor y víctima. Todo lo que no sea posicionarse con la víctima y su situación personal es hacerlo del lado del agresor”.

Durante el programa, recalca que las denuncias deben hacerse “a la mayor brevedad”, se recomienda “empatizar profundamente” con quien sufre el abuso o la agresión. “No se debe abordar el hecho como un problema para la organización”, advierte. Se recomienda situarse en el mismo plano que la víctima, “no por encima o adoptando una posición paternalista o impositiva”. No se recomienda grabar la conversación. Es un tema confidencial y como tal deberá quedarse de esta manera. Después del programa, se comprometen a ofrecer apoyo psicoterapéutico a la víctima: “Es recomendable tratar de mantener el seguimiento”.

Las recomendaciones “son válidas independientemente del género de los implicados”, señalan en el documento. El grueso de las violaciones y abusos se cometen sobre las mujeres, según los datos oficiales. La macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019, elaborada por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, recoge que un 13,7% de la población femenina de 16 años o más han soportado violencia sexual a lo largo de su vida de cualquier persona ―pareja actual, parejas pasadas o personas con las que no se tiene relación―.

La propia productora admite cuánto necesitaba estas reglas: “Nuestra experiencia en la gestión de este tipo de asuntos nos ha mostrado la necesidad de revisar continuamente los actuales procedimientos, realizar una reflexión honesta y constructiva, y proponer mejoras sobre cuantos aprendizajes se han realizado”, se lee en el documento. Gran Hermano volverá a la parrilla de Telecinco, su cadena desde el año 2000, en 2021.

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