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Venecia activa por primera vez su nuevo dique y logra frenar la temida ‘acqua alta’

La infraestructura, que ha costado unos 7.000 milllones y ha tardado décadas en terminarse, ha conseguido proteger la isla, incluida la plaza de San Marcos, de las inundaciones

Las esclusas del sistema Mose, levantadas este sábado por primera vez en Venecia.Vídeo: ANDREA MEOLA / EFE | REUTERS
Daniel Verdú

Venecia ha levantado este sábado por primera vez su enorme sistema de diques mecánicos y ha conseguido proteger la isla y la laguna de la subida del nivel del mar, evitando así la temida acqua alta que tantos daños ha provocado a lo largo de la historia. El Mose (acrónimo de Módulo Sperimentale Elettromeccanico, que juega con el nombre en italiano de Moisés, el profeta que separó las aguas del mar Rojo) levantó sus brazos y la laguna de Venecia quedó separada del mar Adriático. Un día histórico que marca para siempre el futuro de una ciudad amenazada, entre otras tantas cosas, por el agua y el cambio climático. Las 78 compuertas de acero amarillo instaladas bajo el mar se elevaron por la mañana sin problemas en lo que ha sido la primera prueba de fuego.

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“Ha salido muy bien. Estamos muy satisfechos. Me han insultado porque creía en esta obra, pero hoy hemos frenado el mar, que tiene un nivel más alto fuera de la laguna. Hoy celebramos algo histórico”, ha señalado el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, en la cadena Sky. La obra no se encontrará completamente terminada hasta diciembre de 2021, pero ya da muestras de eficacia y tranquiliza a sus promotores.

La cita con el agua estaba prevista para este sábado por la mañana. Una primera llegada de acqua alta, sumada a un fuerte viento siroco con velocidades de 30 a 40 kilómetros por hora y un pico de pleamar al mediodía de 125 centímetros, convertían el reto en algo más que un simulacro. En condiciones normales, el fenómeno habría causado una inundación de algunos centímetros en varias áreas de la ciudad, incluida la Plaza de San Marcos, que hace pocos meses quedó completamente inundada, con daños a su patrimonio histórico. La acción del Mose, sin embargo, la ha mantenido completamente seca.

Las pasarelas instaladas en la Plaza de San Marcos no han sido necesarias este sábado gracias al Mose.
Las pasarelas instaladas en la Plaza de San Marcos no han sido necesarias este sábado gracias al Mose. Andrea Merola (EFE)

La obra es una gran barrera compuesta por 78 esclusas móviles de casi 300 toneladas y 60 metros de longitud instaladas en las bocas del puerto de la laguna: Lido, Malamocco y Chiggia. La idea, criticada ampliamente por algunos grupos de ambientalistas por el impacto que puede tener en el fondo marino, es que durante las mareas bajas las compuertas permanezcan sumergidas. De este modo se permite que continúe existiendo el movimiento natural con la laguna. Cuando la marea suba más del 1,1 metros sobre el nivel del mar, se inyecta aire en los diques, que expulsa el agua que había en el interior y que las mantenía hundidas. Luego, se levantan y adquieren una inclinación de 45 grados y bloquean la entrada del agua que llega del Adriático a la laguna.

La gestación del Mose ha sido larga y costosa y ha provocado un gran desgaste político. La obra tenía un coste de unos 7.000 millones de euros y debía estar operativa en 2016, pero hasta ahora no había conseguido ponerse en marcha, pese a que se comenzó a construir en 2003, bajo la presidencia del Consejo de Ministros de Silvio Berlusconi. En 2014, el Consorcio Venecia Nuova (concesionario del Ministerio de las Infraestructuras para los trabajos) fue intervenido por el Gobierno. Varios de sus miembros estaban envueltos en una investigación judicial por haber recibido comisiones ilegales y haber llevado a cabo una gestión fraudulenta. Desde entonces ha habido distintos comisarios al frente de la infraestructura. El proyecto se cobró la carrera política de alcaldes y gestores.

Pero Venecia, cuyo tiempo empezaba a agotarse ―el siglo pasado se hundió 23 centímetros y está previsto que baje ocho centímetros en los próximos 20 años― ha vuelto a respirar tranquila esta mañana después de un año calamitoso en tantos aspectos.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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