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Javier Lambán: “La tentación de confinar se va a producir, pero arruinaría definitivamente a este país”

Aragón tiene 33 comarcas y en 30 de ellas, asegura el presidente autonómico, la situación es de absoluta normalidad

Elena G. Sevillano
El presidente de Aragón, Javier Lambán, este viernes junto a la sede del Gobierno regional, en Zaragoza.
El presidente de Aragón, Javier Lambán, este viernes junto a la sede del Gobierno regional, en Zaragoza.

La comunidad que preside Javier Lambán (Ejea de los Caballeros, Zaragoza, 62 años) lleva casi dos meses en el ojo del huracán. Fue la primera que, recién salido el país del estado de alarma, tuvo que hacer retroceder a fase 2 a tres comarcas que lindan con Cataluña por una serie de brotes descontrolados entre temporeros de la fruta. Tres semanas después tomó la misma decisión con la capital, Zaragoza, donde hay transmisión comunitaria, y Huesca. Con una incidencia de coronavirus que quintuplica la media española, Fernando Simón ha venido pronunciando juntas las palabras “Aragón” y “preocupación”. Hasta este jueves, cuando habló de “estabilización”. A ese concepto se aferra Lambán, dolido por cómo algunos medios de comunicación han contado una situación peor, dice, que la real. Aragón tiene 33 comarcas, y “en 30 de ellas la situación es de absoluta normalidad”. “Sigue siendo un destino turístico seguro y fiable”, añade, y deja caer que acaban de estar allí dos ministros de vacaciones: Salvador Illa y Arancha González Laya. La región tiene contagios en 55 residencias de mayores, un problema que no le es ajeno. Su padre vive en una de ellas y lleva días hablando con él por videoconferencia. “Es bastante penoso”.

Pregunta. Aragón es la región europea con más contagios. ¿Por qué?

Respuesta. No sé si somos la región con más casos pero me atrevería a decir que hay pocas regiones que hayan hecho tanto esfuerzo diagnóstico, tantas PCR por habitante y que tengan tantos rastreadores buscando posibles contagios. Eso da cifras altas, preocupantes, pero la mayor parte son asintomáticos, entre el 60 % y el 70%. Eso obliga a tomar muchas medidas y las hemos tomado desde el primer momento.

P. ¿Qué ha provocado esta situación, especialmente en Zaragoza?

R. Zaragoza aglutina más de la mitad de la población. Suelo decir que es una tormenta perfecta. El ocio nocturno, juvenil, ha sido origen de muchos contagios. Por otra parte, y esto es algo inusual en otras grandes capitales, aquí residen muchos miles de temporeros que trabajan en la recogida de la fruta, que se ha revelado como un foco de contagio absolutamente descomunal. La culpa no es de los temporeros, es de otras circunstancias que tendremos que corregir. Confluyen esas dos y ocurre en una gran ciudad donde la posibilidad de expansión es mayor y la posibilidad de controlarlo es menor. Tenemos identificadas las causas y el sistema está reaccionando de manera eficaz. Estamos en fase de meseta. En semanas anteriores teníamos entre 600 y 700 casos diarios y ahora entre 300 y 500. Vemos el futuro con cierto margen de esperanza.

“El virus no va a dar tregua y los problemas van a ser comunes”

P. Todos los años hay campaña de la fruta en verano. ¿No se pudo prever el problema?

R. En las videoconferencias con el presidente Sánchez, creo recordar que el 29 de marzo, advertí de este problema. Para recoger la fruta hace falta mucha gente, muchos son inmigrantes, y eso podía ocasionar problemas tanto en el transporte como en la habitabilidad. Empezamos a tomar medidas desde el primer momento y descubrimos la dificultad de tomarlas. En Aragón el sector de la fruta dulce está excesivamente atomizado. Para ocupar a 15.000 personas hay entre 3.000 y 3.500 empleadores. El control sobre esa actividad es infinitamente más complejo que en comunidades autónomas donde los empleadores son grandes cooperativas o empresas. Ello ha dificultado que las medidas tuvieran éxito. Hemos hecho declaraciones responsables obligando a los empresarios a contratar debidamente a la gente. Pero hemos sido incapaces de controlar la situación como hubiera sido debido. Muchos son responsables, pero en otros casos no. Ya estamos diseñando medidas para que en la próxima campaña esto no se vuelva a repetir.

La entrevista, en la sede del Gobierno, se desarrolla un par de horas antes de que el ministro Salvador Illa anuncie que ha acordado con las comunidades una serie de medidas de control, como el cierre del ocio nocturno y la prohibición de fumar en espacios abiertos. Para Lambán es crucial una respuesta coordinada. “Las comunidades necesitamos instrumentos jurídicos que no tenemos o no están suficientemente claros. No digo que tengamos que tener la capacidad de decretar el estado de alarma, sería una estupidez por mi parte, ni de confinar grandes ciudades, pero sí hay cuestiones que debemos concertar entre todos porque los problemas van a ser comunes. El virus no va a dar tregua. Tenemos que convivir con él y hay que concertar cómo atajar el problema del ocio nocturno o de los temporeros”.

P. ¿Cree que ha habido excesiva heterogeneidad en las medidas de las comunidades?

R. No lo creo. A veces ha habido más heterogeneidad en la decisión de los jueces que en las medidas. A nosotros los sindicatos médicos nos denunciaron por hacer trabajar a los profesionales sin mascarillas al principio. Hemos resultado condenados. Cuando no lo hicimos es porque no podíamos hacerlo. En Castilla y León esa misma denuncia fue rechazada por los jueces.

P. ¿Qué instrumentos jurídicos les han faltado?

R. Nos preocupa poder ser más eficaces en el control del ocio nocturno. Decidimos que en toda la comunidad la actividad se interrumpe a la una de la mañana y lo regulamos en una orden. El sector la recurrió y el juez atendió la petición, con lo que no la hemos podido aplicar. En otras comunidades sí. Es un ejemplo de que esto debería resolverse mediante directrices o decretos nacionales. Como tener la capacidad de hacer confinamientos parciales desde una posición de seguridad jurídica clara y no estar pendientes de los jueces.

“Veo tal dispersión en los datos, que me preocupa que lo solventemos”

P. ¿Por qué no se ha confinado Zaragoza?

R. El confinamiento de Zaragoza sería una medida a la que se recurriría en última instancia porque hacerlo sería prácticamente parar el motor económico de la comunidad autónoma. Hemos confiado en que las medidas al final reconducirían la situación y la harían manejable. Por desgracia, situaciones en las que se tenga la tentación de confinar, en Aragón y en toda España, se van a producir muchas. Esa posibilidad, como la de volver al estado de alarma, tiene que desaparecer de nuestra cabeza porque desde el punto de vista económico arruina definitivamente a este país.

P. ¿Qué otras medidas ha tomado?

R. En Zaragoza vamos aprendiendo sobre los errores sin recurrir a medidas extremas que serían letales. Hemos aumentado la capacidad diagnóstica. Podemos hacer 5.000 PCR al día. Estamos haciendo entre 3.000 y 4.000. Tenemos 268 rastreadores, uno por cada 5.000 habitantes. Acabamos de crear un nuevo call center atendido por personal sanitario jubilado. No lo hacemos en respuesta al momento actual, sino en previsión de lo que nos puede llegar después. No para un rebrote, sino para vivir prácticamente en situación de brote continuo. Así lo veo yo. El Ejército ha montado una carpa en el hospital Clínico para desahogar las urgencias. Durante la primera ola montamos un hospital de campaña de 400 camas que no llegamos a usar y no lo hemos desmontado. Hemos habilitado espacios para facilitar el aislamiento de personas que por sus condiciones de vida no lo pueden hacer y tenemos equipos de control domiciliario: asistentes sociales y voluntarios que van a las casas a comprobar de forma pacífica y amable que quien tiene que estar aislado lo esté. No lo hacemos pensando en lo que pasa ahora sino en lo que viene, que va a ser difícil. Y sin dejar de atender el resto de cuestiones del Gobierno, especialmente la recuperación económica. Trabajamos en el diseño de proyectos para captar los fondos de recuperación económica de la Unión Europea. Una cosa no puede dejar de lado la otra. Si no, estaremos todos sanos pero absolutamente arruinados.

P. Suele insistir en que Aragón es muy transparente con los datos, ¿sugiriendo tal vez que otros no lo son?

R. En absoluto digo que nadie opere con mala fe. Veo tal dispersión, tal heterogeneidad en los datos que me preocupa mucho que solventemos ese problema, pero no por establecer comparaciones, sino porque es fundamental saber lo que ocurre. Hacen falta datos de similar calidad, que respondan a cuestionarios idénticos. Todos tenemos que contar cuántas PCR hacemos, cuántos rastreadores tenemos, los casos asintomáticos… En los mismos términos.

P. Esos cuestionarios idénticos los pide el Gobierno desde el 15 de marzo. ¿Por qué cree que seguimos sin buenos datos de las comunidades?

R. Soy incapaz de dar una respuesta, pero es obvio que no existe concordancia clara entre los datos. Seguimos discutiendo hasta el número de muertos que ha habido a lo largo de la pandemia. Sin presumir la mala fe de nadie, creo que algo no estaremos haciendo bien, algún tipo de descoordinación existirá para que este asunto clave no funcione con la suficiente eficacia.

P. ¿Qué estamos haciendo mal en España para estar bastante peor que nuestros vecinos europeos?

R. No lo sé pero alguna razón existirá. Hemos visto que tanto al inicio de la pandemia como ahora se producen datos preocupantes en toda la zona noroeste: Navarra, País Vasco, Aragón, Cataluña. Ahora se incorpora Madrid. Una sanidad bien financiada y eficaz como la del País Vasco tiene problemas que otras comunidades con sistemas menos dotados no tienen. ¿Por qué? No lo sé. Deberíamos preguntárnoslo. Me resisto a pensar que en España todo sea atribuible a la mala gestión política y menos a la mala calidad de la sanidad pública española.

P. Atendiendo al exceso de muertes en España, muy superior al de otros países, ¿cree que el Gobierno gestionó mal la primera ola?

R. En esta gravísima crisis en la que estamos sumidos creo que todo el mundo, los franceses, los alemanes, todos, hemos hecho lo que hemos sabido, lo que hemos podido y cuando hemos podido hacerlo. Al Gobierno de España soy incapaz de hacerle ningún reproche. Tuvimos problemas horrorosos con el material de protección del personal sanitario y para dotar a las UCI de respiradores. Pero es que ese problema lo tuvieron también otros países, con sistemas sanitarios centralizados. Los problemas han sido similares y el momento de adopción de medidas ha sido parecido en todos los casos. Uno de los problemas para comprar respiradores en China era que competíamos con medio mundo. Los expertos podrán encontrar respuesta dentro de algún tiempo. Yo no soy capaz. La respuesta fácil de la oposición es responsabilizar a la negligencia del Gobierno. No creo que el Gobierno fuera negligente. ¿Lo hizo maravillosamente bien? Era imposible hacerlo maravillosamente bien. Hizo lo que pudo y supo. Es lo que seguimos haciendo todos.

“Decir a los colegios que no va a haber brotes es engañarlos”

P. Después de lo aprendido en la primera ola, ¿cómo es posible volver a tener tantos casos en las residencias?

R. Aragón tiene un número de personas institucionalizadas muy superior a la media española. Esto trajo como consecuencia que la inmensa mayoría muertes se produjeran en residencias. Hemos aprendido. Vimos que un origen era el trasiego entre la residencia y el hospital. Lo traían de los hospitales, así que pusimos en marcha un sistema de centros covid para evitar que los mayores no volvieran inmediatamente a sus residencias. Aragón tiene 288 residencias. Hay contagios en 55, pero en siete se concentra el 80% de los casos. La situación está razonablemente controlada.

P. ¿Cómo entra ahora el virus en las residencias?

R. No quiero culpabilizar a los trabajadores, que ha sido uno de los colectivos más ejemplares en estos meses, pero cuando en una zona hay cierta transmisión comunitaria, sobre todo en la ciudad de Zaragoza, es casi inevitable que entre a la residencia por parte de algún trabajador que no sabe que lleva encima el virus. Se ha comprobado que en muchos casos ese ha sido el origen, por eso hemos pedido que extremen las medidas de acceso a los trabajadores.

P. ¿Cómo están los hospitales?

R. Se ha publicado que estamos en situación de colapso. No es real. Ayer [por este jueves] teníamos 549 ingresos entre camas normales y UCI. Seis menos que hace tres días. La ocupación empieza a bajar. En el momento duro tuvimos 1.200 ingresos de covid, y tampoco en ese momento colapsó el sistema.

P. Gobierna usted con tres partidos más. ¿Ha sido eso un problema para gestionar la pandemia?

R. En absoluto. Digo con orgullo que la pandemia no solo no ha generado tensiones sino que ha fortalecido la cohesión.

P. En el Gobierno central, también de coalición, sí ha habido disensiones, pero sobre la crisis del Rey emérito. ¿Cómo las valora?

R. Todos sabemos cuál es la visión que determinados partidos tienen de la institución de la Corona. Creo que a veces habría que ser más cuidadoso con cómo se cumple el compromiso que uno adquiere cuando toma posesión de un cargo público en este país, que se compromete a hacerlo con lealtad al Rey. Pero yo no voy a entrar en esas cuestiones. Creo que el presidente y la parte socialista de ese Gobierno están actuando de manera absolutamente impecable: respetando la Constitución y un elemento fundamental de esa Constitución, que es la forma de jefatura del Estado que tenemos en España, una monarquía.

P. No sabemos dónde está el rey emérito. ¿Cree que deberíamos saberlo?

R. El rey emérito es un ciudadano español que no está en situación de investigado. Creo que es una decisión de la propia Casa Real. Llevo mucho tiempo ateniéndome cuando opino de estos asuntos a algo fundamental: el rey Felipe VI es un hombre responsable, que ejerce su función con dignidad y eficacia admirables, y creo que este tipo de cuestiones hay que dejarle a él que las maneje como entienda conveniente.

P. Hay una revuelta de los ayuntamientos, también los socialistas, por el uso de los remanentes. ¿Quién tiene razón?

R. Primero quiero situar el origen de este problema, que es una decisión del Gobierno anterior, del ministro Montoro, que decidió bloquear el uso de los remanentes por parte de los ayuntamientos. Yo aquello no lo entendí, no lo compartí en absoluto. El acuerdo entre la FEMP y el Gobierno mejora en parte ese problema, pero evidentemente no del todo. Ello explica la insatisfacción bastante generalizada en el mundo local español, incluyendo alcaldes socialistas. Y explica también que el propio presidente se mostrara dispuesto a seguir hablando y negociando para encontrar solución. La solución óptima sería derogar la ley de Montoro y liberar el uso de los remanentes por parte de los ayuntamientos. He sido alcalde y tengo la seguridad de que los alcaldes harían un uso espléndido de esos casi 27.000 millones de euros de remanentes. Un euro en manos de un alcalde rinde tanto beneficio social y económico como cinco euros en manos de cualquier otra administración.

P. Tal y como está la situación del virus, ¿es seguro abrir los colegios dentro de unas semanas?

R. Los colegios hay que abrirlos necesariamente. Lo reclaman los padres y el sentido común. Todos somos conscientes de que la apertura no va a ser fácil, va a ser problemática. Decirles a los colegios que no va a haber brotes es engañarlos miserablemente. Va a haber brotes, nos vamos a enfrentar a situaciones complicadas. Lo que hay que hacer es tener protocolos sanitarios absolutamente pormenorizados y rigurosos para saber qué se tiene que hacer en cada momento. Hay que tratar de que la apertura del curso se aproxime lo más posible a la normalidad, sabiendo que no va a conseguir ser normal bajo ningún concepto. No nos engañemos, es una situación con la que vamos a tener que convivir hasta el final de curso.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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