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Sanidad no descarta restringir vuelos con los países más azotados por el virus

El Gobierno estudia endurecer medidas para evitar casos importados, que han causado algo más del 7% de los brotes desde que terminó el estado de alarma

Un pasajero observa un panel de facturación en la terminal T1 del Aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez, en Madrid.
Un pasajero observa un panel de facturación en la terminal T1 del Aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez, en Madrid.Óscar Cañas (Europa Press)
Pablo Linde

Lo que para el sector del turismo —y para el Gobierno— es un quebradero de cabeza, para Fernando Simón es una buena noticia. “Que recomienden [Bélgica y el Reino Unido] no viajar a España es un problema que nos quitan, porque desde el punto de vista sanitario se elimina un riesgo”, ha dicho el lunes el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Desde que se abrieron las fronteras, los casos importados son una de las preocupaciones de los responsables del Ministerio de Sanidad, que no descartan la posibilidad de endurecer las medidas con los países con mayores niveles de transmisión.

Es algo que se viene debatiendo desde hace semanas en los consejos interterritoriales de Salud, una medida que reclama con especial insistencia la Comunidad de Madrid, que señala al aeropuerto de Barajas como uno de los mayores riesgos para la expansión de la epidemia. Es también uno de los caballos de batalla del Partido Popular, cuyo secretario general, Teodoro García Egea, llegó a decir que el 90% de los brotes en España están generados por casos importados. No es cierto. De los 410 brotes que se habían registrado hasta el viernes desde el inicio de la desescalada, 30 fueron originados por casos que venían de fuera del país, según datos de Sanidad; es decir, algo más de un 7%.

Los sistemas de vigilancia detectan alrededor de un centenar de casos importados semanalmente. Entre ellos, están los que proceden de la inmigración irregular que llega en patera, que se suele controlar muy férreamente de forma temprana, ya que a todos los que se localiza se les hace prueba PCR. Por otro lado, están los que aterrizan en avión: 195 casos en 140 vuelos en los últimos dos meses, según ha informado Simón. Las medidas ahora se limitan a una prueba de temperatura, un examen visual y un cuestionario epidemiológico. “Los que generan más casos son los de zonas con más incidencia: América Latina y Estados Unidos, pero hay países de nuestro entorno que también importan, como Alemania, Francia y el Reino Unido, lo que quiere decir que el virus circula por todo el mundo”, ha afirmado.

Lo que estudia Sanidad es aumentar las medidas en los vuelos de estos países con más incidencia. Aunque no están en la lista de 15 que pueden entrar a la zona Schengen, mantienen conexiones directas o indirectas con España (siempre las ha habido, incluso en los momentos más duros de la pandemia) para las personas que están autorizadas a entrar, independientemente de cuál sea su lugar de partida: residentes, españoles o trabajadores con características especiales, como diplomáticos o cuyos empleos sean intrínsecamente transnacionales.

“Estamos intentando encontrar medidas más apropiadas para las personas que puedan venir de otros países. El problema es que no es fácil tomarlas unilateralmente”, ha dicho Simón, quien aseguró que está sobre la mesa tanto hacer pruebas PCR en origen como prohibir vuelos de determinados destinos o que haya que “justificar muy bien” la entrada a España. “Son opciones que se están discutiendo y que más pronto que tarde se tendrán que implementar si se toman, pero lo ideal sería llegar a un consenso europeo”, ha añadido.

En opinión de Adrián Aginagalde Llorente, director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria, medidas conducentes a disminuir el flujo de aquellos países con mayor incidencia pueden tener cierto impacto en la epidemia. “En principio el impacto es reducido salvo que se adopte para un paquete de países muy amplio, con una transmisión comunitaria intensa e intercambio elevado de personas; es decir, Latinoamérica”, señala.

Medidas como la PCR en origen son bastante discutidas por los expertos, ya que crean barreras para entrar, pero no siempre resultan efectivas. Jesús Molina Cabrillana, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, cree que solo tendría sentido para casos muy concretos, como personas que vuelvan a España o vengan a trabajar, pero no como un cribado general para todos los turistas que entren en el país. “En cualquier caso, quien llegue de una zona de alto riesgo lo que debería hacer es autoaislarse unos días y seguir las medidas de protección muy escrupulosamente”, sostiene.

Alberto Infante, experto en Salud Pública cree que las amenazas a España no vienen de fuera: “El porcentaje de brotes y nuevos casos originados por viajeros desde el final del estado de alarma es mínimo. En mi opinión nuestros problemas siguen siendo internos: los brotes familiares, el ocio nocturno y los temporeros agrícolas. Y por supuesto, la carencia de suficiente rastreo de contactos, la debilidad de la atención primaria, la renuencia de muchas Administraciones locales a la hora de hacer cumplir las normas propias y autonómicas, la baja percepción del riesgo por la gente joven y, por supuesto, la lentitud e inconsistencia de los datos”.

La circulación internacional del virus se ha convertido, sin embargo, en una de las grandes preocupaciones entre países que están controlando de forma desigual la epidemia. España se ha visto perjudicada al colocarse en las últimas semanas entre los países con mayor incidencia de Europa. El lunes estaba en el sexto puesto tras Luxemburgo, Rumania, Bulgaria, Suecia y Portugal, según los últimos datos del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC). La distribución en el país, sin embargo, es muy desigual. Más de la mitad de los 22.125 diagnósticos de los últimos 14 días se han hecho en Aragón y Cataluña, que son las únicas regiones donde la situación está fuera de control.

Contrasta este aumento de casos con los datos de mortalidad, que siguen incluso cayendo: seis fallecidos en los últimos seis días, a los niveles mínimos desde que comenzó la crisis. Esto se explica porque más de la mitad de los casos son asintomáticos y porque la media de edad de los enfermos es cada vez más baja: 40 años en hombres y 43 en mujeres, lo que hace que las probabilidades de un pronóstico grave se reduzcan. “Esto no quiere decir que no pueda haberlos entre los jóvenes ni que no puedan llegar a los mayores, pero de momento la presión en los hospitales no es alta [349 ingresos en la última semana] y la letalidad está paulatinamente bajando”, ha dicho Simón.

Sanidad ha reportado este lunes 855 casos en las 24 horas previas, menos que en días anteriores, si bien es probable que la bajada se deba a la infranotificación del fin de semana. Si se miran estadísticas más amplias, como los casos con inicio de síntomas en los últimos siete días, se comprueba que realmente la epidemia no para de crecer. Esta cifra pasó de 2.076 el viernes (los fines de semana no se publica informe) a 2.303 el lunes.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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